Muy
cerquita de Madrid, apenas a 26 kms, encontramos la localidad de Villanueva del Pardillo, en pleno
entorno natural de la cuenca del Guadarrama
Hacía
allá nos hemos dirigido grupo de segovianos y grupo de madrileños, dispuestos a
compartir otro fenomenal día de compañerismo
y bicicleta:
Andrés,
Ángel, Enrique, Fer, Jesús, Juan, Luis Ángel, Nacho, Pawel, Rafa, Santi y
Alfonso.
Con 5 grados de temperatura y el sol aun desperezándose iniciamos nuestra singladura dominical. Tres kilómetros de fácil rodar hacia el noroeste, como si fuéramos al encuentro del embalse de Valmayor, por el inicio de un trazado que se presenta, por ahora, muy fácil de seguir.
Pero
¡ojo!, que habiendo visto con anterioridad el track sobre el mapa, no se puede
evitar tener la sensación de que resulta enrevesado y muy trabajado,
seguramente para aprovechar cada sendero de la zona. Tanto, que la intención es recorrer un par de
caminos en ambos sentidos.
Difícil,
muy difícil, dar descripción detallada de nuestro recorrido, pues se convertirá
en un continuo sube y baja por unos terrenos plagados de cerros que intentan disimular la dificultad del recorrido. Unos los alcanzaremos casi sin darnos cuenta y
otros flanquearán nuestro avance, pero creo que aquí están todos (por orden alfabético):
Cerro
Bolsero, del Búho, del Burro, Casa Postas, Centeno, Clavijo, Chico, Madroñal,
Martín, del Mueble, de la Osera, del Paredón, Periquín, Quemado, Tablado.
¡Vámos pa’arriba!
¡Vámos pa’abajo!
Se detiene
la marcha para improvisar arreglo, pero se decide iniciar el descenso y en
explanada al sol, ahora sí, detenernos para que los técnicos intenten solventar el
problema. Herramientas,
repuestos y voluntad no faltan, pero la reparación se alargará bastante más de
lo previsto, ¡bastante más!
A lo
largo del tramo recorrido nos hemos encontrado con numerosas cintas y señales
que suelen indicar el recorrido de alguna marcha, pero pensamos son del día
anterior y seguimos adelante. Cuando
superamos el arroyo del Callejón, en las cercanías del aeródromo de Villanueva
del Pardillo y Campo de Ultraligeros, nos encontramos con mucha gente
expectante, aficionados y furgonetas de apoyo de equipos ciclistas y nos avisan
que tras nuestro aparecen ya los que marchan en cabeza de carrera.
Hemos
coincidido, sin saberlo, con el recorrido de la XXXI Clásica de Valdemorillo puntuable para la Copa de España de
maratón de MTb. ¡Toma
ya! Estamos detenidos en pleno
punto de avituallamiento y allí seguiremos no menos de media hora, viendo pasar
ciclistas que ruedan como si no necesitaran respirar.
¡Vámos pa’arriba!
Cuando
vemos el ambiente más despejado y los ciclistas participantes aparecen en
goteo, aprovechamos para reiniciar camino, en ascenso por la Colada a la
Venta de San Antonio, buscando el nacimiento del Arroyo Valbellido.
Habrá
quien acelere la marcha durante toda la ruta, pendiente de sus tiempos, de sus
pulsaciones o de sus vatios (w), quizá con la vista puesta en nuevos retos que
ahora se antojan lejanos. Otros,
disfrutaremos más de un entorno que tal vez no sea el más propicio para hacer
atractivas fotos, rodando y dejándonos llevar por las sensaciones personales.
En
cruce de caminos, deberíamos girar a la izquierda, pero dado el retraso que ya
acumulamos, optamos por hacer giro a la derecha, por el Cordel de la Espernada,
provocando que hasta los GPSs tiemblen por la duda.
Hemos
pegado a la ruta un bocado de casi 23 kms, nada menos, un tramo que nos hubiera acercado a Valdemorillo
después de dar un buen rodeo… pero es lo que hoy toca. Las "fieras con dorsales" andan sueltas y el tiempo no corre, vuela.
¡Vámos pa’abajo!
Un
buen tramo de bajada, con precaución por las cárcavas y cortantes que
encontramos, pero se disfruta y más los senderos revirados que ahora nos toca
coger.
Trepa
que trepa… sube que sube, no caemos en brazos de un querube hija de conde, pero
nos da ocasión para coger el camino del Cerro del Madroñal y el del Pardillo, nuestro
último ascenso de la jornada, para iniciar seguidamente descenso por la Colada
del Cerro del Burro. En esta
zona, en este tramo, sabed que bajo nuestras ruedas se ocultan los túneles de
antiguas minas de cobre.
Los
restos de la mina “Antigua Pilar” y
de la fundición donde se procesaba el material extraído allá por 1840. Yacimientos que algunos datan de época romana
e incluso de asentamientos celtíberos. Túneles
de hasta 62 metros de profundidad, en cuatro plantas. Todavía se ven restos del arco del Pozo
Maestro, donde nos detendremos para hacernos Foto de Grupo. Tras incendio en 1909, su actividad cesó
definitivamente a mediados de 1913. Entre
1855 y 1918 se registraron 49 minas en la zona.
La
marcha coge ahora más ritmo, llevamos menos kilómetros de los esperados y sobran
las fuerzas, más cuando ya se intuye que está cerca el final. Se
agradece tener hoy ocasión de compartir juntos unas cervezas, esas que se nos
han resistido durante tanto tiempo y entre risa y risa anotar en la agenda: Realizar la ruta de hoy en breve y COMPLETA.
Día grande de deporte y emociones.
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