La
Quitameriendas sobre las Cenizas del Verano
En estos días de otoño, mientras la
sierra empieza a mudar su piel, pedaleamos por senderos que guardan el eco del
verano. El
aire huele a tierra removida, a silencio reciente, como si la sierra respirara más despacio. Aunque
por suerte no hemos tenido que recorrer zonas que el fuego convirtió en
cenizas, algunos tramos parecen susurrar lo que ocurrió más allá.
La montaña empieza a recogerse en sí misma, quedándose baldía. Y entonces, entre las piedras y el polvo,
aparece una flor que conozco bien. La quitameriendas, tímida y
rotunda, se asoma sin pedir permiso. Se posa sobre la tierra herida, como si
quisiera recordarnos que incluso en el agotamiento, la vida sabe renacer.
Fue nuestro amigo Juan el primero en reparar en su presencia este año, durante el último ascenso a La Mujer Muerta. Nos detuvimos un instante, y allí estaba: discreta pero vibrante, como si quisiera decirnos algo.
A
veces, es en los ojos del compañero donde uno redescubre lo que la montaña
quiere mostrar.
Ya hablaba de ella este blog hace quince
años, cuando para nosotros era solo la flor que anunciaba el adiós a las tardes
largas. Hoy,
sobre los restos del verano incendiado —que algunos amigos describen con
tristeza— su aparición es un milagro biológico y una lección filosófica que nos da la montaña.
El Colchicum montanum elige
el camino difícil. Emerge de la ceniza, sin hojas que la
protejan. Es en el final donde encuentra su fuerza
para empezar.
La Merienda Perdida
Su nombre popular es tan evocador como
implacable. Nos avisa que los días se han encogido. Ya
no hay tiempo para las sobremesas al sol, ni para la pausa luminosa del verano. Toca recogerse, mirar hacia dentro. Es la ley de la luz, el inexorable tic-tac
del ciclo.
En la vida también llegan las quitameriendas.
Momentos
en que el fuego barre nuestro horizonte y lo que queda son cenizas. El
mundo nos arrebata certezas, rutinas, presencias que creíamos serían eternas.
Pero si la montaña enseña algo, es que la
ceniza no es el final, sino el fertilizante.
Florecer sin Hojas
Tras un tiempo de tierra quemada,
pedalear y escribir se convirtieron en mi propia quitameriendas. La
bicicleta, siempre mi refugio, se ha posado sobre mis propias cenizas.
Ya no necesito la “hoja verde” del pasado, ni la "constancia de antaño", para florecer. Me basta con la inspiración. Hoy mi escritura es más libre, más honda, más sincera, porque ha encontrado el nutriente en la quietud y en el recuerdo. Y quizás por eso, es ahora cuando mejor florece.
Cada salida en MTB por Guadarrama es menos deporte y más peregrinación al lugar donde la vida vuelve a brotar. La quitameriendas nos recuerda: hay que aceptar la retirada de la luz, porque es justo en ese espacio donde puede nacer el lila, inesperado y hermoso. Como una flor que no teme la sombra.
Domingo, 12 de Octubre de 2025
La Expedición al Horizonte Interior
Este domingo, Día de la Hispanidad, conmemora el inicio de la gran expedición de 1492. Como
aquellos navegantes que se lanzaron a un mar incierto en busca de un nuevo
mundo, en alfonsoyamigos proponemos una ruta para explorar nuestros propios
horizontes, en la certeza que ofrece la montaña.
La bicicleta será nuestra carabela. No conquistamos,
redescubrimos. Buscamos la libertad que solo el sendero otorga, esa sensación
de estar pisando terreno nuevo con cada giro del pedal.
Es una ruta para reencontrarnos con lo esencial. No
buscamos hazañas, sino momentos de verdad. Cada pedalada será una oportunidad
para descubrir que, incluso en lo conocido, hay horizontes nuevos esperando ser
mirados con otros ojos.
Traed la bici a punto y el alma dispuesta. El domingo nos espera como un mapa en blanco.
Hora de encuentro: 8,45
Lugar de encuentro: Aparcamiento junto a Carretera de Colmenar Viejo - Puente del Batán
Esa flor es magia pura. Siempre que la veo pienso lo mismo, qué fuerza tiene para salir así, sin esperarla. La flor sobre la ceniza es pura esperanza. ¡Un abrazo! Alberto J.
ResponderEliminarDe nuevo tocas las teclas justas. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminar