domingo, 12 de mayo de 2024

Ascenso al Collado del Mostajo desde San Rafael. No por conocido es menos duro

 

Si te ofrecen un asiento en un cohete no preguntes qué asiento. Sólo súbete


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En esta ocasión, carecíamos de un track previo para la ruta en nuestro GPS. La existencia de un track sugiere que el trazado ya ha sido recorrido con exactitud anteriormente o que alguien se ha tomado el tiempo de pintarla a mano meticulosamente.

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En San Rafael, en el lugar habitual, se reúne este grupo animoso: Andrés, Ángel, Enrique, Ernesto, Fer, Luis Ángel, Nacho, Pawel y Alfonso.

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Lo habíamos advertido: en esta jornada, la atención debía centrarse en el guía en cada bifurcación. Aunque las condiciones de los senderos y la estimación del tiempo de retorno imponían ciertas limitaciones, el propósito de la mañana era inequívoco: conquistar el Collado Mostajo.

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Las múltiples rutas trazadas por AlfonsoyAmigos en el corazón de la imponente Garganta del Río Moros despiertan recuerdos singulares en cada uno de los participantes, rememorando rutas ya exploradas. En ocasiones, es la memoria o un impulso instintivo lo que nos impulsa a dirigir nuestras bicicletas hacia la izquierda o derecha, casi sin pensarlo.

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Pocas sendas habrá en estos montes que se hayan podido escapar a nuestro escrutinio y resulta casi doloroso comprobar que muchas de ellas se han perdido recientemente, víctimas de las labores de explotación y reforestación. Sin embargo, es una realidad que no podemos eludir.

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Tras iniciar nuestra ruta de hoy, pusimos especial interés en variar los primeros kilómetros para llegar hasta las puertas de Las Campanillas. No obstante, hicimos una parada previa para fotografiarnos junto a la Casa del Baldío, un lugar que, como bien señaló el amigo Enrique Martín en 2015: “Bien merece una visita” 

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Descendimos por paisajes verdes que sorprendieron a más de uno, dejando a nuestra izquierda el encantador refugio del Vivero y, curiosamente, siguiendo el curso del arroyo Mostajo, que finaliza su viaje en el propio río Moros, cerca del Puente Negro.

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Nos esperaba una subida exigente hacia el Pino Cardosillo, donde hoy no quedará foto de registro, Un destino que no se puede pasar por alto, especialmente hoy, cuando el sendero se muestra más firme tras las recientes lluvias. A pesar de que la inercia llevó a algunos compañeros a buscar la pista alta, decidimos regresar rápidamente al camino principal y seguir adelante.

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Optamos por tomar desvío por la senda que surge por la derecha, pegándonos al curso del río Moros, disfrutando con cada metro recorrido en tan bello paraje y con el primer objetivo de aproximarnos a la base de la pantalla del embalse del Tejo, también conocido como Las Tabladillas.

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Posteriormente, nueva parada larga para deleitamos con las magníficas vistas desde la presa misma. Era impensable no capturar ese momento con una fotografía para el recuerdo.

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Reanudando la marcha, nos distanciamos del embalse de El Espinar tomando ahora el desvío izquierdo, ascendiendo durante un kilómetro hacia una zona más desafiante que siempre nos cautiva.

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Los más osados entre nosotros se empeñaron en cruzar el río Moros y superar el arduo desnivel con destreza, sin necesidad de desmontar. Tras este logro, que todos celebramos, disfrutamos de la hermosa senda que nos condujo al mirador de Las Barandillas.

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De nuevo, la lluvia del día anterior facilita el descenso hasta la pista principal. Ya hay compañeros que miran su reloj con insistencia y no tardan en dar pistoletazo de salida para iniciar regreso, de momento juntos. Arrancan los galgos.

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Siete kilómetros y medio muy veloces, pero sin escatimar extrema precaución por los andarines o ciclistas que encontramos o podemos encontrar por el camino. Es momento de despedirnos de Ángel, Enrique y Ernesto, que no parecen ver con demasiada envidia el ascenso que el resto vamos a emprender.

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Un suspiro largo y allá vamos, con las mejores de las intenciones, tal vez sin recordar bien la que nos aguarda, a pesar de que todos hemos realizado probablemente este recorrido al menos en un par de ocasiones.

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Los repechos con un desnivel del 15% no parecen asustar, porque les aguardan tramos durísimos del 17, del 18 y hasta breve del 23%. Un kilómetro y trescientos metros terribles de esfuerzo sin descanso, con algunos metros muy pedregosos que no han ayudado precisamente.  

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Impresionantes las vistas de La Peñota, que en 2017 desafiaron en ruta bici-andarina el amigo presente Andrés y el hoy ausente Santi, al que deseamos que pronto pueda estar con nosotros.

 

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2018

Y recordando, recordando, en 2018 nos atrevimos, más a pie que montados, con el tramo hasta Peña El Cuervo, pero creo que por hoy ya tenemos suficiente. 

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Si todo es fácil y perfecto. ¿Qué gracia tiene?


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Fue en abril del 2023 cuando volvimos a repetir la escalada y, afortunadamente, entonces dimos con la fuente del Mostajo, que marcaba el inicio del senderillo, transitable en bici, que nos permitió un descenso llevadero que hoy hemos confundido.

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El error, tal vez fruto del cansancio, nos ha obligado a duro regreso, siguiendo a pie sendas perdidas y buen tramo de cortafuegos-arrastradero hasta tomar desvío, ahora sí disfrutón, por la Majada del Pericón.

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La Cerca Montosa y los senderos de los aledaños, algunos muy maltratados por las recientes cortas, ya nos ponen en el camino de vuelta a casa tras una mañana sobresaliente.

Y el domingo que viene. ¿Qué?




sábado, 4 de mayo de 2024

Desafío MTB en las cumbres: Canencia y Altos del Hontanar

 

El dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio termina, pero hay algo que nunca desaparecerá: La satisfacción de haber logrado lo que te proponías


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Hay un lugar natural y espectacular en la Sierra Norte de Madrid, el impresionante puerto de Canencia (1524 m), un enclave natural perteneciente al término municipal de Bustarviejo y hasta allí nos hemos desplazado este sábado: Andrés, Enrique, Fer, Luis Ángel, Miguel Ángel, Nacho, Pedro y Alfonso.

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En más de 15 años de historia, AlfonsoyAmigos ha realizado infinidad de rutas, tanto próximas como lejanas de su lugar de residencia habitual. Entre todas estas rutas, si tuviera que elegir, ésta en particular se clasificaría sin duda dentro de mi Top 10 personal.

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Iniciamos nuestra ruta desde el propio aparcamiento del puerto, dirigiendo las primeras pedaladas animosas por pista ancha, dejando atrás la monumental fuente de la Raja.

Nota.- Se diría que el track de mi GPS se ha vuelto loco al inicio, pero solo refleja mi regreso al aparcamiento en busca de la botija olvidada.

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Poco antes de llegar a la fuente del Hornillo, rodeamos antiguo albergue, (uno más en desuso) y centro de educación ambiental, para encontrar la Senda Ecológica. Cambiamos la pista por esta senda del arroyo del Sestil del Maillo, que a tramos se complica por las piedras y raíces. Afortunadamente, aún no encontramos andarines por esta zona.

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La Chorrera de Mojonavalle frente a nosotros. Una de las más sorprendentes de la zona y que bien merece que la dediquemos, un día más, unos minutos para inmortalizar nuestra visita, mientras nuestras bicicletas se preparan para lo que se las viene encima.

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El sendero nos lleva en descenso, con algunos pasos donde hay que mostrar más atención, pero perfectamente salvables. Nos detendremos para hacer pausa y reagrupar al margen de la carretera de Canencia. Toda esta zona no es parque nacional, pero se diría que es la puerta de entrada al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, al que tanto apego tenemos.

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Junto al Puente de la Pasada abandonamos la carretera para volver a pista forestal que nos deja ver y oír el arroyo del Sestil que, a modo de banda sonora, nos acompañará un buen trecho en nuestro ascenso continuo hasta el Collado del Hontanar (1730m).

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El jueves pasado, Juan y yo hicimos también ruta por toda esta zona y nos quedamos a escaso un kilómetro y medio de este Collado. La nieve que había caído entonces y la amenaza inminente de lluvia nos aconsejó no seguir adelante, pero nos izamos hasta el Pico Perdiguera a 1861 metros de altura. El paisaje se antojó muy diferente.

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Es momento de elegir: Nuestro track nos marcaba y así lo hicimos, entrada de frente por sendero divertido pero que al final nos obligaba a paso muy complicado bajo alambrera. Para otra ocasión, tal vez sea preferible ascender hasta Peñas Viborizas (1780 m).

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Estamos en los Altos del Hontanar, recorriendo toda la cresta que separa el valle del Lozoya del valle de Canencia, en un continuo sube y baja de durísimos desniveles, para tomar Peña Mingomolinera (1744 m) y después El Espartal (1733 m), pero todavía no acabamos.

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El Cerro del Águila nos abre paso a sendero, pedregoso y difícil a ratos, entre campo de piornos que parecen empeñarse en engancharte para arrojarte al suelo. Nos tomamos un respiro en El Portachuelo (1550 m) junto a puerta que nos invita a visitar Pinilla del Valle.

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OJO, mejor rechazar la invitación, no atravesar la puerta y seguir adelante. Nosotros cedimos y tuvimos que atravesar zona de manantiales para después regresar a la senda principal.

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Desde aquí, vistas panorámicas de los Montes Carpetanos, el embalse de Pinilla y gran parte del valle alto del Lozoya. Precioso el lugar, impresionantes las vistas.

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Seguir adelante, tomar el (dicen que humilde) cumbre de la Cachiporrilla, el último eslabón de los Altos del Hontanar, pudiera parecer opcional, pero ¿quiénes se resisten llegado este punto? Nosotros no.

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Estamos en la torre de vigilancia, donde en otras ocasiones hemos soportado calor o fuertes y fríos vientos, pero hoy el día es sensacional. Desde aquí, un paisaje deslumbrante que te deja extasiado, sin palabras para describirlo y con la certeza de que las fotografías no harán justicia. La satisfacción es tan grande que casi podríamos quedar satisfechos con dar aquí la ruta por concluida, pero… NOS QUEDA EL REGRESO.

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Rápidos, muy rápidos en la bajada. Quizá sorprendidos de apenas cruzarnos con pareja de andarines en lugar tan privilegiado. No es momento de detenerse a hacer fotografías y si de disfrutar del entorno dejando que la bicicleta tome protagonismo.

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Pinares, robledales, fincas ganaderas y prados de alta hierba nos ven pasar antes de que lleguemos al arroyo de Canencia y a la carretera que apenas tocaremos antes de desviarnos por pista forestal. La pista forestal con mayúsculas.

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Casi 7 kms de ascenso, con meta en el Collado del Toril (1722 m), que a ninguno va a dejar indiferente. Los esfuerzos realizados para superar los primeros cerros de la ruta parecen querer cobrarse ahora peaje. Las charlas animadas quedan silenciadas por el esfuerzo.

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Superar el arroyo de las Chorreras y ver a nuestra izquierda antigua plaza tentadero nos alivia. Pero hay compañeros que avisan de que han dudado en un desvío. Breve parada, reagrupados y algún incrédulo al que le cuesta imaginar que ya solo nos queda descenso.

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A por los últimos cinco kilómetros de ruta, con ciertas ansias por llegar, pero con mucha precaución porque ahora si encontramos mucho senderista. Con una mezcla de satisfacción, orgullo y cansancio difícil de definir tras 1246 metros de desnivel acumulado.

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El puerto de Canencia y los Altos del Hontanar permanecerán en el mismo lugar y serán testigos de nuestro inevitable retorno. Seguro.