jueves, 31 de octubre de 2024
domingo, 20 de octubre de 2024
Aquí nunca se sale a pasear - La Jarosa - AlfonsoyAmigos
La ley de Murphy no perdonó y las averías mecánicas se cebaron con nosotros, pero ganas de disfrutar no nos faltaron
La mañana se despertaba lentamente mientras marchábamos hacia el punto de encuentro. Apenas algunos mensajes de confirmación de asistencia no nos dieron demasiadas pistas, pero la sorpresa y alegría fueron mayúsculas cuando a la cita empezaron a acudir numerosos vehículos.
Amigos ya habituales, otros no tanto, que se hacen de rogar de una ocasión a otra, e incluso una cara nueva. La lista es larga: Andrés, Ángel, Barri, Enrique, Ernesto, Fer, Jesús, Juan, Luis Ángel, Miguel Ángel, Nacho, Pedro, Rafa, Raúl, Santi y Alfonso.
Durante toda la ruta pensé que habíamos acudido 15 y ahora veo que en realidad éramos…
El
inicio de marcha se demora, pues son muchos los saludos y abrazos que cruzar,
que ya te dan el calor necesario como para saber que frío no vamos a pasar.
Es muy
difícil conseguir que todo el grupo arranque a la vez. Mientras
algunos no se resisten a prolongar los saludos, ya veo quién ha tomado la cabecera
a muy buen ritmo… “como llevo el track”.
Estaba
previsto para hoy un recorrido de 40 kms, pero que apenas proponía un desnivel
acumulado de 670 metros. En una ruta ya realizada con
anterioridad, el sastre había metido el tijeretazo a la zona de más relieve,
para conseguir un traje a medida que a todos pudiera contentar y, sobre todo,
que se pudiera finalizar más pronto de lo habitual.
Rápidos
los primeros kilómetros, pero cuando estamos recorriendo el Cordel de la
Serranilla, Jesús nos avisa de una avería. Al principio parece un pinchazo,
pero en realidad es que ha debido pegar con una piedra y ha destalonado una
rueda.
Allí
estamos, en una de las zonas más estrechas de nuestro recorrido, agrupados
técnicos y curiosos alrededor de la bicicleta de Jesús. La
reparación se alargará bastante más de lo previsto, pero mientras se resuelve,
surgen conversaciones y bromas bajo un sol que acaricia.
Próxima
parada en la zona de bunkers que ya nos resultan conocidos. Lástima
que no se pueda acceder al interior de alguno de ellos por la cantidad de
guarrería y desechos que acumulan, por culpa de desaprensivos y guarros, que los hay en
todas partes.
Nuevo
aviso por los walkies: La tija de la bicicleta de
Luis Ángel se ha declarado en rebeldía. No
faltarán manos para intentar ayudar a resolver un problema que también se resiste y el
compañero pensará incluso en darse la vuelta. A
base de entusiasmo y un trato cariñoso, la tija parece volver a funcionar.
La Cañada
Real de las Merinas nos aproxima hasta los muros de la Presa de Los
Irrios, en cuyo embalse apenas hay un “charco de agua”. La
recordamos de tiempos mejores.
Avanzamos
rápidos por el Cordel de Valladolid y la parada será obligada de nuevo junto a
fuente en la Dehesa de los Poyales. La demora de tiempo sobre el
previsto ya es significativa.
Algún
compañero que, quizá, no ha tenido la precaución de estudiar con anticipación
el track, empieza a temerse que, unos kilómetros más adelante, nos
aguarda, con una sonrisa burlona, el rampón de hormigón tras superar túnel bajo
la nacional.
No van
a faltar quienes se hagan un poco los remolones, pero tenemos que llegar hasta
el Cruce de las Conejeras para tomar una decisión y allí nos reunimos,
no sin esfuerzo.
No
hay forma de garantizar la hora de regreso a aquellos que tienen prisa, así que
el grupo se separa: Unos descenderán por la vía
más rápida hacia el embalse y el resto seguiremos según lo previsto, siguiendo
tramo por la carretera de la Jarosa y descendiendo hacia las saturadas de
visitantes Áreas Recreativas de La Jarosa I y II
De
nuevo en ascenso, sin abandonar las pistas forestales, rodando por la Calle de
los Álamos y la calle de las Chaparras, por tramos que ralentizan la marcha,
pero sin detenernos hasta alcanzar el punto más alto de nuestra ruta a 1213 m, lo
que nos abre las puertas a un rápido, rapidísimo descenso hasta los 951 m, al
cruce con la carretera que nos acerca a Guadarrama.
Ahora sí, podemos tomarnos un respiro con un fácil rodar por vías pecuarias entre Las Cabezuelas y Alpedrete, que nos devuelven al recorrido que ya hicimos a primera hora. El final está próximo y todavía quedan fuerzas en las piernas para acelerar la marcha y conseguir que los últimos kilómetros vayan cayendo con fluidez. En palabras de Miguel Ángel: “Aquí nunca se sale a pasear”
Llegaremos
a tiempo de encontrarnos con los compañeros, ya con todo recogido y antes de
que partan. Abrazos y sonrisas generosas.
jueves, 17 de octubre de 2024
Este domingo también tenemos ruta MTB
Recién regresados de nuestra maravillosa excursión al Hayedo de la Tejera Negra, la mente de muchos ya se dispara ansiosa hacia el sueño de una próxima aventura, la Gran Escapada del 25 al 27 de Octubre, sobrevolando veloces por encima del trámite de este próximo domingo.
Sabemos
que gran parte de AlfonsoyAmigos tiene compromisos deportivos o familiares
que atender y seguro que, además, no pueden eludir tomar conciencia de que
aquí, a diferencia que en el futbol, no hay reservas o sustitutos: Es
bueno soltar piernas y adrenalina, pero procurando no dañar las máquinas, no sobrecargarse
e incluso evitar alguna caída inesperada o lesión de última hora.
Bueno,
pues teniendo en cuenta estos parámetros, para este domingo proponemos una ruta
de 40 kilómetros, sí, pero con apenas 670 metros de desnivel acumulado y con
posibilidad de que los más nerviosos encuentren oportunidad de recortar.
Domingo, 20 de Octubre de 2024
Vamos
a disfrutar juntos de una nueva ruta y sus paisajes, pero sin exigir demasiado
a nuestros cuerpos.
Hora
de encuentro: 8,45
Lugar
de encuentro: Avda. Reina Victoria 23 -Alpedrete
domingo, 13 de octubre de 2024
El Hayedo de la Tejera Negra llama de nuevo a AlfonsoyAmigos
Otra ruta MTB apasionante
No ha sido la primera vez que nos sumergimos en la magia del Hayedo de la Tejera Negra para pedalear entre hayas y robles, sintiendo la adrenalina en cada descenso y una especial paz en los ascensos, dejando a nuestro paso las huellas de nuestras ruedas y el eco de nuestras risas.
Lluvia durante la semana
Viendo
que el sábado no paraba de llover, se hubiera podido creer que algunos de
nosotros desistiríamos. Sin embargo, el espíritu
aventurero de AlfonsoyAmigos es más fuerte que cualquier tormenta. Quienes
confirmaron su asistencia a mitad de semana, se mantuvieron firmes hasta el
final.
Algunos
compañeros han llegado a las puertas del Camping Los Bonales, en Cantalojas, antes
de la hora prevista de encuentro, pero no han faltado quienes se han demorado,
tal vez perdidos en la bella niebla de mañana que cubría la zona.
Dispuestos para la aventura este domingo nos encontramos: Andrés, Ángel, Enrique, Luis Ángel, Miguel Ángel, Rafa, Santi y Alfonso, unidos por la pasión por el ciclismo y la naturaleza. Abrazos y puesta a punto de las máquinas.
La mañana fresca y el aire limpio y puro parecía alentarnos para la marcha mientras la niebla nos iba diciendo adiós, dejando paso a un sol todavía tímido que iría tomando protagonismo.
Parque Natural Sierra Norte Guadalajara
A las
puertas del Parque detenemos la marcha, para recibir algunos consejos de un
agente forestal y porque Luis Ángel tiene una incidencia técnica (la pila del
cambio automático), que pronto resolverá con el apoyo de Enrique.
La ruta nos lleva por amplias pistas en excelente estado, ideales para disfrutar del amplio paisaje sin preocupaciones. Poco a poco, el camino se empina llevándonos a ascender por toboganes que nos regalan vistas panorámicas del valle. El Collado de los Infantes (1483 m), con su aire puro y sus horizontes infinitos, nos recompensa del esfuerzo.
En
este punto, propuse descender hasta El Muyo, pequeña aldea que
conocíamos como inicio de rutas pasadas, pero no debieron oírme tan
entusiasmados que estaban con las vistas o seguro que recordaban con pavor los fuertes
desniveles que allí fueron superados.
De nuevo en marcha, a muy buen ritmo, pedaleando con energía. El viento en el rostro y el corazón latiendo al compás de las ruedas nos hacen sentir vivos. Los 52 kilómetros de la ruta parecen ir desvaneciéndose bajo nuestros neumáticos, pero aún nos queda mucho por ver y recorrer.
En el
Valle de Valdebecerril abandonamos la pista principal. El
agente forestal nos comentaba la reciente caída de un ciclista, en el tramo que
vamos a atravesar en descenso pronunciado y complicado hacia el río Lillas,
pero allá vamos, tras hacernos una foto de recuerdo.
La
senda que seguimos se vuelve desafiante, la conocemos de anteriores ocasiones,
con escalones de pizarra y piedras sueltas resbaladizas que requerían nuestra
atención y destreza. Un tramo técnico que añade
adrenalina a nuestra ruta, pero que completamos sin incidencias y eufóricos,
con una sensación de: “No ha sido para tanto”.
El murmullo del agua nos recibe con calidez. Vadeamos el río Lillas y nos acercamos a la fuente para reponer agua fresca y adquirir algún tarro de miel local. Tras unos minutos de descanso junto al aparcamiento, cada vez más concurrido, retomamos la marcha.
Agua, miel y polen
Recorremos
un tramo menos atractivo, ascendiendo por una carretera repleta de vehículos
que acuden al lugar con evidente impaciencia. Aliviados,
abandonamos el asfalto y nos adentramos en pista forestal.
Nos
aguarda una larga subida que afrontamos con calma, mientras las ruedas de
nuestras bicicletas crujen sobre innumerables bellotas caídas, produciendo un
sonido que recuerda el crepitar de las palomitas. Una
banda sonora que nos acompañará un buen rato.
El
intenso aroma a tierra húmeda nos envuelve por la zona a la que le cuesta
llegar el sol y nos tomamos un descanso al alcanzar el Collado del Hornillo
(1629 m)
Aprovecho
para compartir con mis compañeros unos plum cakes con frutas y una tableta de
chocolate negro, que inicialmente rechazan por cortesía o falsa timidez,
pero que rápidamente devoran con entusiasmo. ¡Mucho
mejor que un gel!, exclama Ángel.
¡Qué ha sido eso!
De
repente, ¡BUM! se escucha un fuerte petardazo que nos sobresalta y nos
miramos unos a otros buscando el origen. Una de
las ruedas de la bicicleta de Miguel Ángel ha estallado, probablemente dañada
por alguna afilada piedra de pizarra, y no ha aguantado la presión.
No se trata de un simple pinchazo o un corte, ha saltado una tapa de la cubierta. Tranquilidad, que el equipo de expertos saca las herramientas necesarias y se ponen manos a la obra sin perder tiempo. ¡Increíble!, apenas unos minutos y la rueda, aparentemente irreparable, parece susurrarnos: “Ya puedo aguantar”.
La
sonrisa de Miguel Ángel se apaga al instante: Al poner
boca abajo la bicicleta, se ha partido la maneta del freno delantero. Pero
es él el que nos anima y está dispuesto a seguir adelante. ¡Menudo valor le echa el resto de la ruta!
Pedaleamos
con rapidez por una de las zonas más bellas, pero el recuerdo de visitas
pasadas nos confunde, pues el paisaje nos parece otro, con los colores y
tonalidades de las hojas diferentes. Con
tristeza, nos parece descubrir que una gran haya no ha aguantado la falta de
humedad de este verano.
Casi cinco
kilómetros para seguir hasta final de camino, hasta mirador al valle y a
laderas con cumbres majestuosas, el Pico del Granero, la Peña de la Tiñosa, en
plena sierra de Ayllón, que nos hacen sentirnos insignificantes ante
tanta grandeza, pero conectados a la naturaleza.
Nos
toca regresar y retomar la ruta, con rápidos descensos y repechos exigentes
mientras acumulamos kilómetros. También
con tramos donde las bicicletas vuelan por caminos zigzagueantes y divertidos
que nos descienden al fondo del valle, a las orillas del río Zarza. No
podemos resistirnos a intentar plasmar en fotos la belleza que contemplamos.
Tras
varias horas de pedaleo intenso y momentos de pura adrenalina, llegamos de
vuelta al Camping Los Bonales. Con
las piernas cansadas pero el corazón lleno de satisfacción, nos reunimos
alrededor de la mesa a compartir nuestras anécdotas.
Ahora, ya de regreso, estamos seguros de que volveremos y los amigos que nos acompañen harán de esta una ruta diferente y singular.