Al final de ruta no habíamos logrado acumular demasiados kilómetros, pero para este domingo la intención desde el inicio fue otra
Con las
fiestas de San Rafael tocando a su fin, acudimos al punto de encuentro: Andrés,
Ángel, Juan, Luis Ángel, Nacho, Pawel, Rafa y Alfonso. Vacaciones,
secuelas de la última caída e incluso quien ha preferido trasnochar al ritmo de
la banda de turno…
Estamos
los que estamos, dispuestos más que nunca y además sin remedio a seguir la trazada de
quien guía, pues hoy no hay track disponible. Lo
único claro es que hoy cambiamos el punto de encuentro para quedar a las
puertas de la Finca La Casona, pensando ya en las cervezas que podremos
disfrutar al regreso.
Sin
apretar demasiado el ritmo, es verdad, iniciamos marcha con ascenso hacia el
puente sobre el arroyo de la Gargantilla, para salir a la pista forestal
y coger desvío por la derecha hacia sendero paralelo.
Curiosamente,
en algunos mapas aparece este sendero reseñado erróneamente como el “camino
del Ingeniero”, que realmente discurre unos metros más arriba de la ladera.
Hace
muchos años que, a falta de otro nombre, nuestro Grupo empezó a llamarlo y
reconocerlo como la “senda del Aparejador”.
Sin
complejidad, casi llano pero sinuoso, divertido y que obliga a prestar continua
atención para no salirte de los estrechos márgenes. Ideal
para calentar antes de acercarnos a Arroyo Mayor y, ahora sí, coger el
duro ascenso hacia el Camino del Ingeniero.
Desde
el primer momento se aprecia que todo el terreno está mucho más seco que en
semanas pasadas, con tierra muy resbaladiza que a más de uno nos hará caer por
los suelos sin más consecuencias que algunos “arañazos de gato” en brazos y
piernas.
Se
aprieta un poco más la marcha y el camino va presentando cambios de desnivel y
zonas complicadas que obligan a mayor esfuerzo y atención. No hay
momento adecuado para hacer fotos, salvo en alguna breve parada para reagrupar.
Una pared ya conocida se nos presenta por delante. Puede que en alguna otra ocasión hayamos sido capaces de solventar mejor el reto, pero esta vez no hacemos más que resbalar una y otra vez sin remedio.
Hace pocas semanas ya pasamos por este punto, a la altura de las Lagunillas de Peguerinos, pero, a diferencia de entonces, en esta ocasión no se ve agua en la zona y, a pesar de ello, un numeroso rebaño vacuno se apiña sobre la única lagunilla que aún mantiene frescor por la humedad de la tierra.
Hacia
el Collado de las Lagunas (1675 m), donde un hermoso toro intenta
saltarse la alambrera, seguramente para alcanzar unas vacas que están pastando
al otro lado, y acaba enredado. Ángel,
Nacho y Rafa ejercerán de hábiles vaqueros para conseguir que el macho quede
liberado.
¡¡Vaya
rutón!!, ¡¡vaya rutón!! Se repite de boca en boca, entre sorbo y sorbo de agua fresca. Aquí
ya dejaremos que el piloto automático nos lleva hasta La Casona.
Mi
nieto, con 8 años, dando vueltas por un paseo Rivera ahora cortado al tráfico,
ha recorrido esta misma mañana y en menos horas más kilómetros y con mejor
velocidad media que nosotros y ni siquiera está cansado.