Una ruta más que va a la saca, la saca de los grandes momentos, la de los buenos recuerdos.
Se han encargado de ello los
compañeros que han acudido a la convocatoria.
Paco Martín se acercará a
saludarnos.
A las 21,00 horas nos
hacemos foto de familia en la Plaza del Ayuntamiento de El Espinar, pero quedan
fuera de ella Miguel y Samuel que se despistan por un par de minutos.
Como en otras ocasiones,
veraneantes y paisanos que deambulan por la plaza se nos quedan mirando con
cara de: ¿A dónde irán estos locos a estas horas?
Con ánimo emprendemos la
marcha hacia el destino conocido, la torre del Telégrafo Óptico.
El recorrido será el del año
pasado, pero no todos estuvieron en aquella ocasión. A más de uno sorprenderá
el trazado que ya se convierte en otro clásico para nuevas ediciones.
Callejeamos por El Espinar
dirigiéndonos hacia el Polígono Industrial y tras un par de kilómetros me veo
obligado a detener la marcha. He perdido un tornillo de la maneta derecha, que cuelga de
los cables sin control.
Temo que la ruta se ha
acabado para mi... ¡vaya usted a saber dónde he perdido el tornillito!
Pero el equipo de
emergencias acude rápidamente en mi auxilio. Juan, Toño, Ferluy, descabalgan,
estudian la situación, revuelven en sus mochilas en busca de repuesto.
Prueba este tornillo – dice Ferluy
– y Juan se afana en ajustarlo.
Es esa rosca pero muy largo –
vuelve a comentar Ferluy – queda suelto.
Hablan de pasos de rosca,
veo a Juan con llave allen y destornillador de estrella en la mano, a Toño
y Ferluy rebuscando entre los tornillos
de repuesto que siempre llevan. Estoy totalmente fuera de lugar, parece que no
va conmigo la cosa y les dejo hacer.
¡Listo! – dice Juan
incorporándose. Han podido solucionar el problema con un tornillo de cala de
zapatilla que llevaba Toño. Parece que no me quedo esta noche sin ruta. ¡Bravo por los tres!
Ángel Sierra y Paco García
acaban de regresar de vacaciones, Fernando intenta recuperar la forma. Atacando
ascenso por el Camino de los Castrejones es el momento de ver en qué estado de forma
se encuentran.
Todavía hay compañeros que
no conocen de cerca el Arco de Santo Domingo y la Cantera de Navalvillar, pero serán destinos
para otra ocasión.
Nuestras bicicletas ruedan
por la Mata de Santo Domingo y el Prado de la Cancha, con algunos tramos duros
pero muy cortos.
Cuando llegamos a
encrucijada de caminos, en la zona de La Cuadrada, muy conocida por ganaderos y
cazadores, nuestra ruta toma alternativa que no es habitual (la misma propuesta
el año pasado), y que después de haber tomado bastante altura se pierde toda y
más en rápido descenso.
La Cerca Portillo y el
ganado que allí se encuentra son testigos de nuestro paso, siguiendo aquí un
sendero, allí una vereda y más allá campo a través. También podrán ver una caída
tonta de Ferluy (¡vaya racha!).
La noche se ha cerrado,
apenas se distingue una porción de luna que intenta dar luz sin conseguirlo.
No es posible que haya tanto
cardo, parecen auténticas plantaciones, que no solamente amenazan con pinchar
nuestras ruedas, sino con dejar algún mal recuerdo en nuestras piernas.
Breve descanso en el Pilón
Diamante y seguimos marcha hasta las proximidades de cerca de piedra, que
acabaremos saltando junto a encina solitaria que tantas veces nos ha visto
realizar esta maniobra.
Lourdes reponiendo fuerzas con una ensalada (?) |
Con mayor o menor soltura,
pero ya estamos todos al otro lado de la cerca, tomando la Cañada Real Soriana
Occidental.
¡Atención, parada! A un
pinchazo de Fernando se le añade una avería en el pasador de la rueda. Su
arreglo se demorará pero la temperatura ambiente no es mala.
Ya estamos cerca del
Telégrafo y la marcha se acelera. Hay zonas en las que conviene ir muy atento.
Habrá un descenso rápido hasta los 1271 m y tendremos que alcanzar los 1379 m
en breve espacio, por encima incluso de la altura del Telégrafo.
Descenso y ataque final
hacia nuestro destino.
Un grupo ha decidido tomarse
estos ascensos con tranquilidad, pero para otro es el terreno en el que poner a
prueba fuerza y habilidad.
Ascenso complicado, con
muchas piedras y obstáculos en el camino, pero allá vamos, siguiendo de cerca
la rueda y la trazada del compañero que va delante. Si el cae, lo haremos todos
en cadena. Si el se equivoca, nos equivocaremos todos.
Frenético el ritmo impuesto,
echando al asador las fuerzas que te restan.
Una vez arriba, la
satisfacción es plena. Santi Calleja comentará: “Hemos subido más rápido incluso que
cuando lo hacemos de día”.
Aquí no hay ganadores y
vencidos, solamente la satisfacción de todos por haber llegado sin problemas,
cada cual a su ritmo.
Las mochilas respiran
aliviadas cuando se las descarga de bocadillos y bebidas que rápidamente
empiezan a ser consumidas. La mayoría sentados en el suelo o piedras más o
menos planas.
Lourdes, que es una auténtica campeona,
dará buena cuenta de una ensalada que ha cargado en un taper.
Hoy ninguno ha traído un
postre que compartir. Toque de atención para la próxima escapada.
Se inicia descenso y en la
zona más tonta Miguel se va al suelo. ¡Estoy bien! – nos dice.
Y de 1341 m se desciende
rápidamente hasta los 1151 m. Uno y mil avisos para que se tenga precaución en
estos tramos. Los sentidos al límite de atención.
Ángel Sierra, que va
cerrando el grupo se irá al suelo. Un leve quejido que es escuchado no obstante
por Juan. Regresamos al encuentro del accidentado y afortunadamente no ha
tenido importancia.
Más adelante, será Miguel el que avise de pinchazo. Raro, raro, muy raro que los mares de cardos no hayan provocado más paradas. Hemos superado precisamente la Majada de los Cardos... ya decía yo.
Unos metros y problemas de
Ferluy con un pedal que intenta abandonar su anclaje. Esta avería dará pie a
que ya todos volvamos a El Espinar por tramo de carretera, a estas horas sin tráfico.
Una vez más, los bares y
cafeterías están cerrados a estas horas y están echando el cierre en Bar
Basilio, que no es la primera vez que abren amablemente sus puertas para atendernos y lo vuelven a hacer.
Un saludo.
La satisfacción es general,
las risas, los comentarios y los buenos deseos para los que el viernes partimos
para Asturias... pero esa será otra historia.
Un abrazote para Andrés.