Suelo llegar temprano a los puntos de encuentro que acordamos cada domingo, pero hoy incluso madrugué un poquito más
En
una mañana fresca pero agradable, pedaleo suavemente en mi bicicleta,
recorriendo un Paseo Rivera de San Rafael especialmente tranquilo, muy alejado del bullicio
de los días de mercado o de las fechas estivales que están a punto de comenzar.
No
puedo evitar dar vueltas en mi cabeza a algo que me preocupa desde hace algún tiempo. Al
menos dos compañeros, saben de mis dudas: Completar el recorrido de hoy, en el que he
puesto mucho cariño, creo que como siempre, y comunicar que me planteo no
convocar más rutas. Tal vez sería preferible renunciar a mi
“rango” y unirme a la “tropa”
Cuando veas una propuesta de ruta no preguntes: ¿Por qué? Mira adelante y pregúntate: ¿Por qué no?
Los
compañeros van llegando y después de unos minutos de saludos y preparativos,
estaremos listos para la marcha: Andrés,
Ángel, Enrique, Fer, Luis Ángel, Miguel Ángel, Santi y Alfonso.
No,
no arranquéis. El inicio de ruta no será el
habitual por estos lares. Es mejor rodar agrupados, prestando
atención a las indicaciones que les pueda dar o al track que proporcioné a
última hora.
Nuestro
recorrido nos llevará a acercarnos hasta el arroyo de Gargantilla, que
volveremos a rozar a bastante más altura y la fuente del Cadete, de la
que de momento no precisamos agua. Ya
vamos calentando.
El
grupo se estira y no queda más remedio que rodar en fila india por los senderos
paralelos a la pista forestal. Nos flanquean la fuente de
los Acebos, la de Hiedra, la de Las Nieves y la del Carnero.
Los
senderos aparecen y desaparecen de la vista, muy ocultos por la alta vegetación que ya
empieza a secarse. Después de vadear el cauce
del arroyo Mayor comenzamos el ascenso hacia la cotera y el mirador de Peña
del Águila. Los caminos anchos, como la Cañada
Leonesa, se vuelven cada vez más pedregosos y empeñados en ralentizar
nuestra marcha.
Collado Hornillo de mis amores, cuantas veces te dejaste visitar en cualquier época del año, siempre con los brazos abiertos
Nuevos
senderos divertidos que nos conducen a zona de campings y el arroyo de Valle
Enmedio, que cruzamos sin problemas. Siempre
es agradable acercarse hasta el refugio y el pequeño embalse del Toril. Un
merecido descanso que se agradece tras reagruparnos.
Enrique
mira su reloj una y otra vez, duda. Estamos
marchando a buen ritmo, pero él tiene compromiso y no quiere llegar tarde. Se
despide del resto. Ha decidido acelerar la
marcha y completar la ruta en solitario.
El
duro repecho hacia zona de bunkers aparece muy roto y cerrado por vegetación. Afortunadamente,
nuestra intención es tomar hoy antiguo trazado e ir ascendiendo, poco a poco,
de nuevo con muchos tramos de pedrolos, hacia el hermoso Prado Toril,
que por un instante nos hace desviar la vista hacia la cima de Cueva
Valiente.
Un
par de kilómetros en descenso nos dan un respiro, acercándonos al embalse de
Cañada Mojada. Apenas podemos ver sus aguas brillando
bajo los rayos del sol entre los pinos. Nos desviamos
por una pista, siguiendo muy de cerca el cauce del arroyo Chuvieco.
Los senderos se pierden entre alta hierba que hace las delicias de numeroso ganado vacuno que, la verdad sea dicha, nos observa sin prestar demasiada atención. Un sendero muy divertido, con algunos toboganes y en un entorno muy agradable, con humedales que procuramos esquivar.
La
dificultad aumenta cuando se estrecha el sendero, se llena de raíces y piedra
suelta. No
somos los únicos que hemos intentado encontrar mejor trazado a derechas o
izquierdas, hay prueba de ello. El
reto es grande, pero mayor es el empeño por superarlo. Primero, las palabras de ánimo y después, las felicitaciones, surgen espontáneas.
Estamos
en el Collado de Gargantilla (1630 m), pero todavía queda ruta por
disfrutar. Nos dirigimos ahora hacia el Collado de Las
Lagunas (1676 m), pero antes aprovecharnos para detenernos en la fuente
de Fernando Benito. Una fotito por aquí y otra junto
a la puerta de la cotera antes de emprender largo descenso por el Camino de
las Municiones.
Largo
o corto, según se mire. Apenas
dos kilómetros, muy limpios para lo que hemos conocido años atrás y de obligado
cumplimiento recorrerlos disfrutando, pero con los cinco sentidos alertas para
no caer ladera abajo o tropezar con algún pedrolo o tocón indeseable. ¿Os lo
digo u os lo cuento? Nuevas felicitaciones al
final del sendero.
Hemos llegado junto al chozo y la fuente de los Arteseros pero, sin detenernos, seguimos
adelante por nuevo sendero, La Canaleja, en un descenso idóneo para
disfrutar. Nos detendremos en cruce con el Camino del
Ingeniero, donde la inercia hace girar hacia la derecha a más de uno pensando en un regreso habitual hacia los coches, pero cuidado, que hoy es hacia la
izquierda, con sucesivo arriba y abajo, hasta superar el arroyo de Prado Goyato y
cruzarnos con el arrastradero que desciende del Collado de Las Lagunas.
¿Intensidad?
La
que cada uno le quiera poner hasta llegar a la pista forestal San Rafael-El
Espinar o El Espinar-San Rafael, que dirían otros. Ahora
sí que estamos finalizando la ruta, pero se echa de menos que los jardineros se
hubieran pasado por esta zona para librarnos de piornos y zarzas asesinas.
Un magnífico
final de ruta, con caras de amplias sonrisas que no disimulan la satisfacción y
el orgullo… Dispuestos a disfrutar de la invitación del compañero
Fer, que mañana cumple años. Ya habrá tiempo de notar el
cansancio.
¡Oye!
¿Y el
mensaje que ibas a dar?
Bueno, ya hablaremos.