Cuando
estamos realizando cábalas sobre una nueva ruta, Patrick nos lanza reto y sin
pensarlo mucho recogemos el guante
Sin
pensarlo mucho digo, pues qué te puedes esperar de quien está acostumbrado a combinar rutas MTB con
marchas de trail running por pedrolos
Hemos
mantenido la hora de encuentro y a la propia noche la cuesta despertarse tanto como a
nosotros, pero hemos cogido los bártulos y allá que vamos. Los de Madrid teníamos que atravesar los
puertos de La Cabrera, muy cerca de donde disfrutamos la semana pasada y el de
Somosierra, pero a los segovianos tampoco les faltarían ganas para acudir.
Puerto de Somosierra en 1950 |
Grupo
reducido de osados, atrevidos, tal vez unos inconscientes… Ángel, Enrique, Fer, Luis Ángel, Pawel, Santi
y Alfonso, pero a los ausentes no les ha faltado justificación, incluso para el
propio Patrick que nos ha dejado compuestos y sin novia.
Partiendo
junto a la ermita de San Roque y hasta alcanzar la ermita de San Benito,
tendremos prácticamente 9 kms sin apenas desnivel, de fácil y agradable rodar, intentando
no perder el trazado de la senda que se esconde bajo infinidad de hojas caídas
en un largo, sinuoso y precioso robledal que recorres con gusto.
Junto a la ermita, Ángel y Enrique no pueden reprimir su gusto por jalar de la cuerda y hacer sonar la campana. ¡Eh! a ver si en el pueblo se van a creer que hay incendio.
Pero
la campana lo que avisa es que el reír
se va a acabar. El
sendero nos acerca a un tramo de carretera y este hasta desvío que cogemos por
la izquierda hacia largo camino forestal que va tomando desnivel, son casi 5
kms de subida constante.
Las vistas hacia la llanura segoviana se pierden a lo lejos, las fotos no pueden reflejar lo que vemos y aún será mejor más adelante pero… ¿dónde está la pista?
Habrá
propósito de seguir montados y a fe que lo intentan Enrique y Fer a tramos pero
“nothing is nothing”. Los piornos duros y traicioneros, tocones
tramposos, raíces que se cruzan a diestro y siniestro, el pie no encuentra
apoyos y resbala en las ramas húmedas o con las piedras sueltas y todo ello
teniendo que superar repechos cortos de gran desnivel empujando la bici.
Uff,
un cariñoso abrazo para el amigo Patrick al que, mientras Enrique soluciona una
cadena rebelde, Santi aprovecha ese mismo instante para mandarle un WhatsApp de "agradecimiento", imaginándole dejando escapar unas risitas a lo perro pulgoso.
Si duro
fue para el resto de compañeros, para mí realmente terrible y al final pagué el
esfuerzo de empujar la pesada e-bike, a pesar de que Santi me ayudó, sin
preguntar, a superar el peor tramo. Gracias
amigo.
El
sendero se despeja y decide tomar cuesta abajo después de saltar un pequeño
arroyuelo, pero es más que engañoso pues de frente tenemos una auténtica pared
pedregosa que creo sólo logra superar Pawel en su mayor parte y, ahora sí, la
e-bike.
Estamos
en uno de los picos de la cresta, en el cerro del Calamorro de San Benito (1872 m), en plena sierra de Ayllón, donde no puede faltar el merecido descanso y unas
fotos que servirán de recuerdo pero que siguen sin hacer justicia a lo que
vemos.
Y
como si hubiéramos subido “pa ná”, por delante tenemos 5 kms de descenso
vertiginoso por la ladera del monte más
alto que el horizonte… ¡perdón! se me ha escapado. Tensando sin querer los brazos y piernas, poniendo
al rojo los frenos y haciendo alarde de habilidad para trazar esquivando zanjas,
escalones y después ramas bajas esquivas cuando nos adentramos de nuevo en zona
de robles.
Hemos
perdido toda la altura y estamos junto al Embalse
de Riofrío de Riaza. Cambiamos
el ritmo de marcha pues nos esperan ahora algo más de 6 kms de ascenso continuo
por la carretera SG-112 para llegar al puerto
de la Quesera (1712 m) entre el Calamorro
de San Benito que ya hemos dejado atrás y la peña de la Silla.
Lo importante
de siempre, ojo a los vehículos que comparten carretera con nosotros y buscar
el aliado con el que compartir el ascenso si no prefieres refugiarte en la
soledad para concentrarte en tu propio esfuerzo. Algún
minuto antes o llegando poco después, pero al fin y a la postre todos
satisfechos en el alto, entre las provincias de Segovia y Guadalajara.
A
nuestra derecha aparece el inicio de sendero en descenso por el que ya se
adelantan varios grupos de senderistas. Mi
cuerpo está hoy muy resentido y decido descender por carretera. Varios compañeros se ofrecen a acompañarme
pero la tentación de la trialera es grande. Será
Santi el que baje conmigo justificándolo con dolores propios de espalda. Gracias de nuevo de todas formas.
Una
vez más, recuerdo los comentarios de Patrick: “Trialera
que baja al Hayedo de Riofrío de Riaza, empinada, estrecha, técnica, con
piedras y raíces, superable con algo de pericia y técnica” Y lo doy por bueno si los protagonistas no
cuentan algo diferente.
Sin
volver a reunirnos hasta Meta, los dos grupos avanzamos siguiendo a partir del
embalse el mismo trazado, por sendero hasta Riofrío de Riaza y el camino de Riofrío,
muy bonito, con pasos técnicos y diversión en paralelo al río Riaza, rodeados
de agua y hojas caídas.
Además
de espectacular la ruta ha sido dura y exigente. Se
nota por el apetito que nos ha abierto a todos. Nada
mejor que compartir bebidas, grandes bocadillos, unas tartas y los comentarios
sobre la tremenda ruta de hoy y las que están por llegar.
Patrick, deja de reír… que aún no se si matarte cuando te atrape.