Si no te esfuerzas escalando
la montaña, jamás podrás disfrutar del paisaje
Ya
habíamos realizado esta ruta en febrero de 2021, pero contábamos con que en
esta ocasión no nos enfrentaríamos a las duras condiciones del invierno.
Acabamos
de soportar todos una impresionante ola de calor pero, afortunadamente, los amigos
que hoy acudimos a la cita nos encontramos con temperaturas mucho más moderadas: Enrique, Ernesto, Juan, Luis Ángel, Rafa,
Santi y Alfonso.
Como
se puede ver, poco difiere la alineación de aquella anterior, pero las ganas se
mantienen frescas y el ánimo renovado en todos y más expectante en Santi, que
afrontará trazado nuevo.
Recuerdo
cariñoso, ánimo y fuerte abrazo para los amigos convalecientes y para los que
hoy optaron por no acompañarnos.
Abandonamos
la zona de aparcamiento del Puerto de
Canencia (1524 m), donde ha quedado claro que hay quienes madrugan más que
nosotros, tomando pista por el GR-10.1 dejando atrás la fuente de la Raja y al
encuentro de las instalaciones del Centro de Educación Ambiental y el inicio de
la “Senda del Arroyo del Sestil del Maíllo
y de la ladera de Mojonavalle”, Uff!
La Chorrera sigue ahí, sin tanta agua y
espectacularidad de otras ocasiones, pero nos permite seguir descendiendo con
habilidad por el largo sendero salpicado de piedras y pedrolos que se disfruta, nos es el momento de hacer fotos, hasta cruce con
la carretera de Canencia (M-629), con extrema precaución pues circulan coches y ciclistas que descienden a gran velocidad.
Abandonamos
el asfalto en la primera curva, para seguir por pista forestal y en ascenso parte
del trazado del arroyo del Sestil del Maíllo. Algo
más de 5 kilómetros que nos sitúan en el Collado del Hontanar (1730 m). Podríamos recortar nuestra propuesta
ascendiendo por cortafuegos, pero somos fieles al trazado original haciendo una
lazada que con un kilómetro más nos sitúa a mitad de cuesta y en senda que
cuesta encontrar por culpa de los crecidos piornos.
Ya
estamos en la cresta de los Altos del Hontanar y ya solamente es cuestión de
mantenerse en ella afrontando sucesivos toboganes, duros en ascenso y
pedregosos en descenso.
El
Cancho de los Altares, con el punto más alto de nuestra ruta a 1773 m, el
Espartal, el Collado de las Fuentes, el Cerro del Águila. Todos ellos van quedando atrás, mientras
intentamos disfrutar de las hermosas vistas avanzando sin quitar ojo a las
piedras del camino.
Al
fondo, a la izquierda, el Embalse de la Pinilla, que ya ha sido protagonista en
varias de nuestras rutas. Las fotos no llegan a describir con fidelidad lo que
vemos y mucho menos lo que sentimos, en un día claro y fresco que anima a
respirar hondo con aromas a romero, tomillo y manzanilla.
Un
grupo que ha coincidido en parte de nuestro recorrido tomará desvío por la
derecha, pero nosotros seguiremos ascenso hasta la caseta de vigilancia más allá de la Cachiporrilla (1620 m), en la Cachiporrilla Bajera (1602 m).
Felicitaciones
y euforia de los presentes, tanta que el guarda forestal nos invita a hablar
más bajo y cierra la puerta de su
cubículo. La
verdad es que, aparte del ruido provocado por nosotros, el silencio es
solamente roto por algún grillo o el piar de un pajarillo que se alegra de
vernos.
Se
agradece que hoy no haga el frío y el viento de la ocasión anterior, pero el
sol ya empieza a calentar. Sólo
nos queda regresar… ¿he dicho sólo?
Nos resta
por completar mitad de ruta y habrá que dosificar el efecto de la adrenalina
alta hasta completar el último kilómetro. Vamos
allá, cogiendo descenso rápido que se agradece por los prados de la Dehesa y
bajando, bajando, bajando, hasta el punto más bajo de nuestra ruta a 1255 m, en
cruce con la M-629, perdiendo con alegría un desnivel que después habrá que
recuperar.
Breve
tramo por carretera y de nuevo estamos pedaleando por pista forestal, por la
ladera del valle del arroyo de Canencia. Algo
más 8 kms de duro y continuo ascenso, con tramos pedregosos que apenas dan un
descanso, hasta que se alcanza el collado
del Prado Toril (1722 m), con el enorme tentadero a nuestra izquierda, sin
gradas ni tendidos de sol o de sombra, pero con grandes burladeros de piedra
plana.
Hemos
ascendido cada uno a nuestro mejor ritmo tras buscar parejas de baile para el
recorrido y juntos hemos llegado. No
hay hoy zonas anegadas de agua, no hay nieve ni viento frío, pero la hora se
nos echa encima y es mejor seguir adelante.
Recuperamos
aliento con la bajada rápida, con la satisfacción del “deber cumplido”;
disfrutando de un final de ruta sin esfuerzos añadidos, apunta Luis Ángel; aprovechando
para pegar un buen y último trago de agua fresca de la fuente del Hornillo.
De
regreso junto a los coches, contentos, sin percances que notificar tras una
ruta muy dura pero que se ha disfrutado en toda su medida. ¿Y los abrazos? No
han faltado, de felicitación y de despedida hasta el próximo encuentro… Ya mismo.