Si no das un paso adelante, siempre estarás en el mismo lugar
Crónica: Santi Calleja
Fue hace ya 3 años que en modo
exploración Luis Ángel, Patrick y yo mismo preparamos esta ruta para en un
futuro animar al resto del grupo a conocerla.
En aquella ocasión nos quedó claro
que la ruta era del nivel del grupo de AlfonsoyAmigos, pero con la condición de
que no estuviésemos en la época de lluvias.
Aunque casi todo el mundo entiende que la Alcarria es una zona de Guadalajara, esta comarca extiende sus límites naturales al norte de la provincia de Cuenca y al este de la de Madrid. No hay que recordar que quien elevó su conocimiento a nivel mundial fue nuestro admirado premio Nobel, Don Camilo José Cela, con su célebre relato e incluso teatralizado “Viaje a la Alcarria”.
De este modo, eso sí sin chófer la mayoría de nosotros, nos presentamos en la muy ilustre localidad Alcarreña de Brihuega, la cual os recomendamos visitar y pasear tranquilamente pues tiene muchos encantos por descubrir.
En el punto de encuentro nos presentamos grupo de los habituales: Alberto, Alfonso, Andrés, Ángel, Fer, Juan Patricio, Luis Ángel, Nacho, Pawel y yo mismo. Tuvimos la sorpresa de ver aparecer a 3 amigos que se incorporaron a la convocatoria y con los que había contactado ya Alfonso en alguna ocasión: Carlos, Erika y Pedro. Como siempre, fueron bienvenidos a la excursión.
Aunque casi todo el mundo entiende que la Alcarria es una zona de Guadalajara, esta comarca extiende sus límites naturales al norte de la provincia de Cuenca y al este de la de Madrid. No hay que recordar que quien elevó su conocimiento a nivel mundial fue nuestro admirado premio Nobel, Don Camilo José Cela, con su célebre relato e incluso teatralizado “Viaje a la Alcarria”.
De este modo, eso sí sin chófer la mayoría de nosotros, nos presentamos en la muy ilustre localidad Alcarreña de Brihuega, la cual os recomendamos visitar y pasear tranquilamente pues tiene muchos encantos por descubrir.
En el punto de encuentro nos presentamos grupo de los habituales: Alberto, Alfonso, Andrés, Ángel, Fer, Juan Patricio, Luis Ángel, Nacho, Pawel y yo mismo. Tuvimos la sorpresa de ver aparecer a 3 amigos que se incorporaron a la convocatoria y con los que había contactado ya Alfonso en alguna ocasión: Carlos, Erika y Pedro. Como siempre, fueron bienvenidos a la excursión.
Con solo 10 minutos de retraso sobre
la hora prevista iniciamos la marcha pues era mucho lo que nos faltaba por
recorrer. Como
suele pasar en rutas en grupo el problema suele ser casi siempre el mismo, al
ser un número elevado de personas la probabilidad de que surjan problemas de
todo tipo que enlentezcan la marcha aumenta de forma exponencial (despistes, “selfis”, pinchazos, y un largo
etcétera). Con
estas premisas el retraso está garantizado.
El recorrido consistía en recorrer las vegas de dos ríos paralelos: el rio Ungria y el rio Tajuña. De este modo subir, llanear, trialear volver a llanear y volver a trepar fue la constante de la ruta.
Salimos de Brihuega y un rampón de 150 metros de desnivel nos esperaba con las piernas frías. En plena escalada se echa de menos a Juan, que descubrimos ha tomado dirección equivocada. Alfonso retrocede en su busca.
Una vez reunidos (que nos costó lo suyo) nos dirigimos en dirección a la vega del rio Ungria y es el propio Alfonso el que se despista en un zigzagueo de caminos aparentemente idénticos. ¿Qué pasa hoy? Será que vamos muy relajados o tal vez el cambio de hora sufrido.
Las trialeras se las dejábamos a Fer para que las disfrutase en cabeza, aunque en esta ocasión estuvo despistado en la parte de atrás del grupo. No volvió a suceder. Desde allí volvimos a ascender a la meseta y recorrimos campos de cereal hasta donde se pierde la vista.
También pudimos ver un campo más artificial de unos artefactos creados por la mano del hombre llamados seguidores solares con sus correspondientes paneles solares que a modo de girasoles siempre están encarando el mejor ángulo con respecto al sol, lo cual eleva su rendimiento. En términos populares “huertas solares”·
El recorrido consistía en recorrer las vegas de dos ríos paralelos: el rio Ungria y el rio Tajuña. De este modo subir, llanear, trialear volver a llanear y volver a trepar fue la constante de la ruta.
Salimos de Brihuega y un rampón de 150 metros de desnivel nos esperaba con las piernas frías. En plena escalada se echa de menos a Juan, que descubrimos ha tomado dirección equivocada. Alfonso retrocede en su busca.
Una vez reunidos (que nos costó lo suyo) nos dirigimos en dirección a la vega del rio Ungria y es el propio Alfonso el que se despista en un zigzagueo de caminos aparentemente idénticos. ¿Qué pasa hoy? Será que vamos muy relajados o tal vez el cambio de hora sufrido.
Las trialeras se las dejábamos a Fer para que las disfrutase en cabeza, aunque en esta ocasión estuvo despistado en la parte de atrás del grupo. No volvió a suceder. Desde allí volvimos a ascender a la meseta y recorrimos campos de cereal hasta donde se pierde la vista.
También pudimos ver un campo más artificial de unos artefactos creados por la mano del hombre llamados seguidores solares con sus correspondientes paneles solares que a modo de girasoles siempre están encarando el mejor ángulo con respecto al sol, lo cual eleva su rendimiento. En términos populares “huertas solares”·
Por cierto, también pude señalar a
los compañeros alguna que otra plantación de lavanda, que a tanta gente atrae
por estar tierras en la época de su floración. Este es otro espectáculo de la
naturaleza que merece la pena contemplar en su momento.
Pues eso, en un santiamén nos dejamos caer a la localidad de Valdesaz, donde tengo parte de mis raíces pues toda mi familia materna allí nació desde que somos capaces de recordar. Y puntual a la cita mi madre salió a nuestro encuentro para saludarnos e incluso se manejó muy bien con la cámara de Alfonso inmortalizándonos junto a la iglesia con el santo patrón a nuestras espaldas, San Macario.
Pues eso, en un santiamén nos dejamos caer a la localidad de Valdesaz, donde tengo parte de mis raíces pues toda mi familia materna allí nació desde que somos capaces de recordar. Y puntual a la cita mi madre salió a nuestro encuentro para saludarnos e incluso se manejó muy bien con la cámara de Alfonso inmortalizándonos junto a la iglesia con el santo patrón a nuestras espaldas, San Macario.
La fuente de dos caños del siglo XVIII, también sirvió para calmar la sed, darnos asiento y dejar testimonio de nuestro paso por allí.
Con el río a nuestra derecha recorrimos su vega hasta la localidad de Caspueñas. Recuerdo de niño que bajar en bicicleta por la carretera hasta esta localidad nos parecía todo un reto y solo de vez en cuando nos atrevíamos con ello. Como cambian las cosas con la perspectiva adecuada.
Fuentes no nos faltaron en todo el recorrido y allí marcándonos la dirección correcta encontramos la fuente de las arroyadas con abundante y fresca agua. La ascensión más larga y dura de todo el día nos estaba esperando.
Cada uno a su ritmo, unos antes, otros después, unos con la suerte y la habilidad de conseguirlo sin poner pie en tierra, pero al fin y al cabo se pudo con ella. Algún desnivel cercano al 24 % sí que superamos en ese tramo.
La mañana era muy nublada lo que no permitió que la luz nos deslumbrase con los colores de la primavera y lo que es peor, las nubes amenazantes empezaron a dejar pocas y pequeñas gotas de agua.
Este terreno es muy arcilloso y ya sabéis lo que pasa al mezclar arcilla con agua. Esto no impidió que atravesásemos alguna que otra vereda ligeramente roturada por los tractores y trialera baja, trialera sube acabamos acercándonos a Valdeavellano.
Los que pudimos nos hicimos una foto
en la iglesia parroquial con su bonito pórtico. A la vuelta a nuestros quehaceres nos
estaba esperando otra trialera a la que yo denomino la tubería de arcilla
blanca que fue muy del gusto de todos a pesar de que el barro iba haciendo de
las suyas.
Una vez todos de nuevo reunidos y bajo una lluvia que se hacía más persistente y, sobre todo, ya con prisas por la hora de vuelta nos lanzamos en busca de la última localidad a visitar, Archilla. Como imagináis, el nombre del pueblo comparte la raíz semántica de la arcilla de todos los campos que le rodean.
Varias paradas fueron necesarias para que uno u otro, en distinto momento, hiciera por quitarse de las ruedas el barro que le impedía rodar, para que Alberto arreglara un pinchazo y para que Ángel también acabara arreglando pinchazo, e incluso para retroceder en busca de quien se retrasaba en los lugares más complicados.
La foto en la ermita casi a regañadientes… Desde allí el plan B era inevitable, lo prudente y más rápido para volver a Brihuega era coger la CM 2005, muy poco transitada por vehículos a motor.
Aun así fui testigo de un
adelantamiento peligroso de un conductor a un compañero. No me gustan las carreteras, mejor
dicho, no me gustan las carreteras con conductores imprudentes.
De este modo, los 54 km de la ruta estaban ya a nuestro alcance eso sí sin poder evitar los últimos cuestones del día hasta el centro del pueblo. Prueba de la dureza de la ruta fue que Alfonso agotó la batería de su e-bike a 1,5 kms de meta, con los casi 60 kms que le salieron en su track.
El barro y la lluvia no impidieron que finalizáramos con una sonrisa y cruzando los abrazos correspondientes de otra ruta más que acaba en la saca.
Una vez todos de nuevo reunidos y bajo una lluvia que se hacía más persistente y, sobre todo, ya con prisas por la hora de vuelta nos lanzamos en busca de la última localidad a visitar, Archilla. Como imagináis, el nombre del pueblo comparte la raíz semántica de la arcilla de todos los campos que le rodean.
Varias paradas fueron necesarias para que uno u otro, en distinto momento, hiciera por quitarse de las ruedas el barro que le impedía rodar, para que Alberto arreglara un pinchazo y para que Ángel también acabara arreglando pinchazo, e incluso para retroceder en busca de quien se retrasaba en los lugares más complicados.
La foto en la ermita casi a regañadientes… Desde allí el plan B era inevitable, lo prudente y más rápido para volver a Brihuega era coger la CM 2005, muy poco transitada por vehículos a motor.
De este modo, los 54 km de la ruta estaban ya a nuestro alcance eso sí sin poder evitar los últimos cuestones del día hasta el centro del pueblo. Prueba de la dureza de la ruta fue que Alfonso agotó la batería de su e-bike a 1,5 kms de meta, con los casi 60 kms que le salieron en su track.
El barro y la lluvia no impidieron que finalizáramos con una sonrisa y cruzando los abrazos correspondientes de otra ruta más que acaba en la saca.
Agradezco a todos los compañeros los comentarios que ayer hicieron sobre su satisfacción general con la ruta. Con esa ilusión se organizan estas cosas, el resultado luego siempre es mejorable. Un abrazo para los presentes y un recuerdo siempre también para los ausentes.