domingo, 28 de abril de 2024

AlfonsoyAmigos en el Embalse del Atazar, sin aliento

 

La vida no se mide por el número de veces que respiramos, sino por los momentos que nos dejan sin aliento


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En la vida y en nuestro día a día se nos acumulan demasiadas distracciones, responsabilidades y preocupaciones…, y no todas nos reportan momentos de felicidad. Lástima tener que cumplir años para darnos cuenta. 

Disfrutemos de lo que nos gusta, de las relaciones familiares y de amistad, de todo aquello que nos haga sentirnos mejor y agarrémoslo con fuerza. No nos limitemos a pasar de largo por la vida sin sentir que estamos presentes, que estamos vivos.

La vida es suficientemente dura de por sí, como para que no nos esforcemos en aprovechar las ocasiones en las que se nos brinda la oportunidad de elegir.  Hoy, hemos podido elegir acudir a la cita: Andrés, Enrique, Fer, Juan, Luis Ángel, Nacho y Alfonso.

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En la localidad de El Berrueco, nos recibe una mañana fresca y luminosa, impregnada de una calma deliberada al iniciar la jornada: Un cafetito reconfortante por aquí, un GPS que se resiste a funcionar por allí. Es evidente que hoy, no sé si más que nunca, nuestro propósito no es competir, sino saborear cada momento… y queda mucha ruta por delante.

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Hemos realizado varias rutas por estos lares, unas con más fortuna que otras, pero en esta ocasión intentaremos seguir el trazado realizado el 2 de Mayo de 2021, Día de la Madre. Festividad que ya tenemos de nuevo muy cerca.

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Atravesamos el arroyo Jóbalo por un ancestral puente romano, restaurado con esmero, que nos abre camino hacia el municipio de Sieteiglesias. Me señalan que el nombre del pueblo evoca más la simbología mística del número siete que la cantidad real de templos sagrados en sus tierras.

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A pesar de la lluvia de ayer, la fortuna nos sonríe: los caminos se presentan libres de barro y obstáculos insalvables. En Navas de Buitrago, tendremos breve parada bajo un sol que todavía se agradece y frente a su iglesia parroquial. Ha habido un pequeño extravío y todos tenemos que regresar al redil. A lo lejos, el Embalse del Villar, que embalsa el Río Lozoya, se insinúa y deja ver con timidez, dando muestras de que espera nuestra llegada. También la tuya, amigo Nacho.

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Continuamos nuestro recorrido, maravillándonos ante el hermoso paisaje que nos rodea. La exuberante vegetación, con su hierba alta y plantas de llamativos colores que casi obligan a aflojar la marcha para no perdernos detalle. Una auténtica delicia que vamos a disfrutar durante toda la ruta.

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Cerramos puertas, cancelas y portillos

Estamos a las puertas de Mangirón, localidad medieval sobre la que ya comentamos en 2021 acerca de los orígenes de su nombre. Y pocos minutos más tarde nos plantamos sobre la Presa de Puentes Viejas que, muy coqueta ella, se acicala para posar en nuestras fotos.

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Llevamos 20 kms de ruta y cuando marchamos hacia Paredes de Buitrago apenas hemos ganado desnivel, pero el terreno va a cambiar.

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A partir de este punto, se diría que ha caído más lluvia por estas laderas y el terreno se hace más lento y pesado. Además, tenemos por delante senderos de continuo sube y baja, a la busca y captura de casi todos los arroyos de la zona, que no nos libraremos de tener que vadear y salvar uno por uno. 

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Ascendemos por empinadas cuestas que serpentean entre laderas de un verde intenso. A menudo, nos encontramos con senderos sinuosos que desafían nuestra velocidad. Es esencial mantener el ritmo en el pedaleo, imposible dejarse ir sin esfuerzo, pero sin olvidar deleitarnos con el esplendor natural que nos envuelve.

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Hacemos una pausa junto a zona deportiva en Serrada de la Fuente, un lugar perfecto para recobrar fuerzas y disfrutar del agradable calor del sol. Después, continuamos hacia Berzosa del Lozoya, que nos marca el punto más elevado de nuestra ruta, seguido por Robledillo de la Jara. Avanzamos constantemente por caminos y senderos acogedores que discurren paralelos a la M-127.

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Descendemos con rapidez más de tres kilómetros por el camino de Mangirón. Hay que estar atentos, pues el aire se ha vuelto más fresco casi de repente y comienzan a caer algunas gotas dispersas de lluvia. Algunos de nosotros hacemos una pausa para ponernos chubasqueros.

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Lo que hemos visto hasta ahora era hermoso, pero lo que se avecina es aún más impresionante: nos encontramos ante la Presa y el Embalse del Villar, situados en el curso bajo del río Lozoya, el más antiguo en funcionamiento de toda la región y cuyo muro se eleva imponente con más de 50 metros de altura. Es un espectáculo que parece transportarnos a un tiempo remoto.

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Debemos dejar atrás la noción del tiempo que transcurre, ya que todos deseamos capturar para siempre nuestra visita a este lugar tan bello, especialmente con el embalse rebosante de agua.

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Vámonos, que estamos ya en el tramo final de nuestra ruta

Ascendemos por la Cañada Real de las Merinas, siguiendo por carretera, para luego tomar desvío a la izquierda por el GR-300. Nos mantenemos cerca de los límites del embalse a lo largo del Camino del Canal, que ofrece subidas y bajas que pueden ser engañosas si nuestras fuerzas ya flaquean.

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Rápidos, muy rápidos, durante el recorrido que nos resta de casi ocho kilómetros, donde no nos resistimos a una breve parada para unas últimas fotos de recuerdo.

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Y ¿no se puede evitar?

El contraste de sensaciones se intensifica en el último kilómetro que nos resta, enfrentándonos a una subida que se presenta desafiante. Pero ya estamos de vuelta, concluyendo una ruta que, sin duda, permanecerá en nuestra memoria por mucho tiempo.

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Una felicitación especial para nuestros amigos Eva y Patrick, quienes han participado y completado con éxito la maratón de Madrid.

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domingo, 21 de abril de 2024

Valdemorillo, ruta MTB de desafíos y recuerdos

 

Como en la vida, el éxito de una ruta a menudo se mide no solo por las metas alcanzadas, sino por las adversidades que superamos


La jornada de hoy ha sido claro testimonio de esta verdad: una ruta que ha marcado un éxito rotundo


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Hoy hemos acudido a la cita: Ángel, Enrique, Juan, Luis Ángel, Pawel, Rafa y Alfonso. No nos queda más remedio que echar la vista atrás, pues la ruta de hoy la hicimos por primera vez en abril de 2017 y cinco compañeros actuales ya estuvimos presentes en aquella ocasión. En aquella épica travesía que titulamos: Valdemorillo, ruta de molinos y demoledora.

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En Abril de 2017

Os invito a rememorar las fotos y la crónica de entonces, donde encontraréis magnífica descripción de la ruta. Pincha AQUÍ

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Mal recuerdo personal, pues en aquella ocasión hizo mucho calor, andábamos todos escasos de agua y sufrí un fuerte pajarón al final de ruta. Siempre he preferido las rutas de invierno. Hoy lo vamos a compensar.

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¿Ha sido bonita la ruta de hoy? - Sí, ha sido una sinfonía de paisajes que han deleitado nuestros sentidos. ¿Ha sido dura? - Sí, cada paso ha sido un desafío, una prueba a nuestra determinación. ¿Ha sido variada? - Enormemente, como un mosaico de infinitos colores.

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Con sonrisas amplias y el río Perales como testigo, hemos cruzado a duras penas sus aguas alegres y cristalinas. Imposible no dejarnos transportar a recuerdos pasados, como la caída que nuestro amigo Juan “Platón” tuvo en este mismo lugar. La ruta fue complicada entonces y casi más desafiante en esta ocasión por su aumento de caudal. Sin embargo, Luis Ángel, fiel a su costumbre, no dudó en mojarse algo más que los pies. 


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Hemos recorrido la Senda Ecológica de los Molinos de Navalagamella, senderos que sólo son aptos para senderistas experimentados, no para ciclistas que no quieran apearse en cada tramo, pero zona a la que no podíamos renunciar si queríamos volver a ver los antiguos molinos. 

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En nuestra ruta, hemos atravesado zonas de bosques frondosos y de arbustos traicioneros, ascendido colinas muy empinadas, interminables y durísimas, y descendido por laderas pedregosas y vertiginosas.

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Hemos avanzado por caminos de piedra suelta, donde la velocidad era el único remedio para no quedar encallados. Además, nos hemos cruzado con múltiples senderos y desvíos, que continuamente inducían a coger la dirección equivocada. Ninguno de nosotros quería detenerse a observar el GPS cuando la adrenalina fluía con soltura.

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Superar duros desniveles, teniendo que cargar las bicis en zonas con altos escalones, se ha convertido en algo habitual por un buen trecho. Cada pedalada nos llevó a través de un paisaje diverso, con distintas dificultades, con diferentes retos. Fue una ruta que desafió nuestros límites físicos.

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Y a pesar de todo, nuestra ruta transcurrió sin incidentes, manteniendo un buen ritmo y con una excelente hora de regreso. Esto nos permitió aceptar la invitación de nuestro amigo Ángel y disfrutar de refrescos y viandas, mientras charlábamos animadamente con la planificación de nuevas rutas.

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Una vez en el coche, regreso a casa con fatiga, un testigo silencioso de nuestro esfuerzo, pero también con un profundo sentimiento de orgullo. Orgullo por la forma física y el valor demostrado por mis compañeros, por la solidaridad y el coraje que todos hemos compartido. Esta no ha sido una jornada cualquiera; cada obstáculo superado nos ha acercado más a comprender el verdadero significado de AlfonsoyAmigos.