domingo, 30 de octubre de 2022

De Marichiva a Lomitos con AlfonsoyAmigos

 

El sufrimiento y el dolor son temporales, rendirse es para siempre


Contábamos con tener trío de ases y al final ganamos la mano con repóker de ases… no preguntes por el joker


De Marichiva a Lomitos

Con cambio de hora incluido y la mañana más cubierta de lo esperado, en el punto de encuentro aparecemos: Ángel, Fer, Pawel, Samuel y Alfonso.


De Marichiva a Lomitos

Hoy no hay track que cargar de antemano en el GPS, los que acuden entregan hoja firmada en blanco dispuestos a dejarse llevar a los confines de la tierra y más allá, aunque todos confían en el buen criterio del guía.


De Marichiva a Lomitos

No es de estricto cumplimiento pero, el pasado viernes, pude recorrer en solitario parte de la ruta que iba a proponer y lo hice con intención de verificar la viabilidad de varios tramos e incluso para aprovechar a limpiarlos de piedras, de ramas caídas y de zarzas ansiosas por dejarnos más de una marca.


De Marichiva a Lomitos
De Marichiva a Lomitos

El pequeño grupo se dirige hacia Gudillos y recorre una vez más el tramo de la “alfonsina” que tanto nos gusta, dejando atrás la triste imagen, que aquí no queremos reproducir, de 25 ó 30 colchones abandonados por algunos desalmados. (Ver carpeta de fotos)


De Marichiva a Lomitos

El Camino del Agua resulta muy fácil de recorrer, así que cuando mis compañeros menos se lo esperan hago giro y enfilo hacia primer tramo de la senda del Arcipreste y después sendero arriba, con el desnivel justo para calentar las piernas sin demasiada fatiga.


De Marichiva a Lomitos
De Marichiva a Lomitos

Limpio como lo dejé, tomamos sendero single habilidoso, una maravilla para disfrutar que nos lleva a cruce con la pista de la Garganta del Río Moros, a la altura del arroyo del Mostajo, que ahora vamos a seguir durante unos kilómetros pasando junto a los bien restaurados refugios de Las Abiertas y Vaqueriza, en los que incluso se puede encontrar leña cortada. ¡Bien hecho!


De Marichiva a Lomitos
De Marichiva a Lomitos

Entre los pinos distinguimos el embalse del Tejo, con muy bajo nivel de agua y avanzamos, con algunos demarrajes, con pequeños piques de compañeros que se olvidan de lo que está por llegar.


De Marichiva a Lomitos
De Marichiva a Lomitos

Una barrita, acaso algún gel y el collado de Marichiva (1753 m) aguarda nuestra llegada mostrando más piedra suelta que tiempo atrás y dándonos paso a la comunidad de Madrid.


De Marichiva a Lomitos

A nuestras espaldas dejamos el puerto de la Fuenfría, que hoy nos echará de menos y rodamos en grupo por la Pista Forestal de la Calle Alta enfilando hacia el Collado del Rey, pero antes nos detendremos para coger desvío a la altura de la Loma de la Cierva.


De Marichiva a Lomitos

Juan, amigo, si me lees, he echado de menos seguir tu valiente trazado por la Ladera del Infierno, pero te aseguro que hoy he sido alumno aventajado. A los demás no los he visto hasta llegar casi a la fuente de la Piñuela, pues cada uno ha seguido sus impulsos.


Fuente Piñuela
De Marichiva a Lomitos

No teniendo que descender hacia el Camino Puricelly y Cercedilla, hemos tomado largo sendero muy divertido pero a tramos peligroso por las zarzas (hasta aquí no llegué para limpiar) que nos ha dejado junto a los Campamentos.


De Marichiva a Lomitos

Descenso rápido hacia las vías del tren para iniciar el Camino de la Solana, que Fer toma farfullando entre dientes. Tres kilómetros de duro ascenso que bien conocemos todos hasta llegar a la fuente de La Solana, junto al arroyo de La Peñota, donde el camino cambia su nombre por el de Los Lomitos (PR-M30).


De Marichiva a Lomitos
De Marichiva a Lomitos

Un vistazo a la izquierda para saludar al pequeño y abandonado embalse de Los Irrios y seguimos recorrido por pista que no por conocida deja de castigar las piernas con toboganes engañosos. El cielo amenaza lluvia pero Fer asegura que las aves están altas y no va a llover… Apenas medio minuto y chaparrón del bueno que nos obliga a ponernos los chubasqueros más que a la carrera antes de llegar al Alto del León.


Embalse IrriosDe Marichiva a Lomitos


En algunos mapas sigue apareciendo: “Alto de los Leones”


De Marichiva a Lomitos

No hay forma de “tomar las de Villadiego”, no queda más remedio que seguir recorrido previsto, por detrás de antigua Casa Hilario, (ojo, ha habido corta reciente y hay tramos muy sucios) enfilar hacia el final de la pista, cerca de la derruida casilla de peón caminero y tomar el último sendero en descenso de nuevo hacia Gudillos.


De Marichiva a Lomitos

Los abrazos son hoy más precipitados que de costumbre por culpa de la lluvia, pero en la cara de mis compañeros puedo leer que han disfrutado. ¡Uff!







jueves, 27 de octubre de 2022

Halloween y el Cambio de Hora

 

Cuentan que cada año, por Halloween, se registran numerosas desapariciones inexplicables


Halloween

En esta ocasión y afortunadamente sólo por unos días, los que seguro desaparecerán serán unos cuantos compañeros de AlfonsoyAmigos que, cargados con sus pertrechos y bicicletas, viajarán a tierras lejanas para realizar ruta.

Pocos, pero los que quedemos a caballo entre tierras madrileñas y segovianas, no estaremos faltos de propuesta de ruta para este domingo.


Cambio de Hora 2022

Atentos todos al nuevo cambio de hora, el que en esta ocasión nos permitirá dormir una hora más en la noche del 29 al 30 de octubre pero que seguro descolocará nuestros biorritmos por una larga temporada.


Convocatoria
 

Domingo 30 de Octubre de 2022

 

Lugar de encuentro: Plaza Coyote - San Rafael



Hora de encuentro: 8,30


San Rafael, Segovia


domingo, 23 de octubre de 2022

Senderos de Libertad con AlfonsoyAmigos - Valmayor

 

Las previsiones para este pasado domingo no eran buenas en absoluto


Daban lluvias en cualquier sitio a los que dirigiéramos nuestras miradas para iniciar nuestra ruta


Senderos de Valmayor

Crónica: Luis Ángel


Sin embargo, algunos decidimos no claudicar ante tan malos augurios y a falta de convocatoria oficial decidimos emplazarnos en uno de los lugares que tanto refugio nos ha dado cuando se adivinaba que la climatología nos sería adversa, bien por frío, o como en esta ocasión por lluvias.


Embalse de Valmayor


Y allí en Galapagar, en el inicio de las rutas de Valmayor, nos emplazamos Enrique, Ernesto, Fernando, Juan y Luis Ángel.


Embalse de Valmayor


En principio y según Enrique serían alrededor de un par de horas y no demasiado desnivel para rodar cómodos y poder marcar como completado un domingo más. Nada de eso se acabaría cumpliendo.


Embalse de Valmayor


Desde el primer momento se empezó con un ritmo casi endiablado y al principio creyendo que eso duraría algo más de media mañana ninguno pareció controlarse en el pedaleo constante y sin parar. Todo ello empezaba con la ya muy conocida trialera que baja hacia el pantano de Valmayor.


Embalse de Valmayor

Pero el ritmo no decaería en absoluto y la diversión de los senderos, el ánimo de todos y además comprobando que la temperatura y la ausencia de lluvia nos eran benévolos, los cinco nos fuimos animando cada vez más.


Embalse de Valmayor

Cada tramo era casi más vertiginoso que el anterior y una dosis muy elevada de entusiasmo fuimos experimentando viendo que la ruta se convertía en una salida de mucha exigencia y muy lejos de esos primeros momentos en los que creímos que rodaríamos tranquilamente. Nos estábamos divirtiendo y mucho con esa infinidad de senderos, que aunque con mucha agua en algunos tramos, permitía rodar muy rápido.


Embalse de Valmayor

Recorrimos todo Valmayor, de hecho dimos la vuelta completa al embalse y las fuerzas no parecían decaer. El único inconveniente que encontramos fue al llegar a la pantalla del embalse del Aulencia, donde comprobamos que no podríamos pasar al estar cerrado el acceso a la pasarela. Eso nos obligaría a dar media vuelta y volver sobre nuestros pasos para acercarnos a Valdemorillo y atravesar por carretera la pantalla del pantano. En muchas ocasiones AlfonsoyAmigos ha hecho ese recorrido en sentido inverso.


Embalse de Valmayor
Embalse de Valmayor

El ritmo tras 3 horas de ruta sigue muy fuerte, lo que nos obliga a tomar barritas y geles en ruta para poder reponer el desgaste acumulado. Pero ni con ese desgaste la velocidad decaería ni un solo momento.


Embalse de Valmayor

Son ya cerca de las 13h y seguimos recorriendo caminos archiconocidos pero el no tener ningún percance o avería hace que el tiempo aún con el esfuerzo y ya muchos kilómetros en las piernas vaya pasando muy deprisa.


Embalse de Valmayor

Finalmente llegaríamos a la ermita del Cerrillo y de ahí a nuestro punto de inicio recorriendo esos últimos 5-7 kilómetros tan rápidos como cuando empezamos. Llevábamos ya practicante 5 horas sin mayores descansos y poniendo a prueba nuestra resistencia... y la de nuestras bicis.


Embalse de Valmayor
Embalse de Valmayor

La alegría fue doble, por una parte por haber terminado con tan magnificas sensaciones como por haber realizado la ruta en un día en el que muy pocos creyeron, y fue el empeño nuestro el que dijo, adelante.


Embalse de Valmayor


Bravo por mis compañeros de ayer que desde que se planteó el poder acudir no lo dudaron ni un solo momento. Y además pudimos sacar la conclusión que como en otras ocasiones, las previsiones muchas veces fallan, pero el empeño en salir y compartir un domingo más con los amigos siempre está ahí. Ese es el mayor motivo que nos mueve y que nos une.


Embalse de Valmayor

Rutón, de 50 kilómetros impensados e impensable días y horas antes, pero terminado y con unas sensaciones inmejorables.

Estamos viéndonos pronto amigos


viernes, 21 de octubre de 2022

¡Eh! a mí no me miréis

 

Estamos a viernes y la convocatoria de ruta para el domingo no aparece publicada



Recibo mensajes por WhatsApp y un par de llamadas de compañeros interesándose por el aparente descuido y la respuesta que doy en todos los casos es la misma: ¿Habéis consultado la previsión del tiempo para los próximos días? Pues se diría que no, que más de uno necesita que se le presente a Armand y la borrasca que ha traído consigo por estas fechas. Atentos que ya está Béatrice llamando a las puertas.


Me duele que mis compañeros no parezcan estar dispuestos a respetar mi presunción de inocencia, pero un psicólogo amigo se esfuerza en ayudarme a asumir que en modo alguno soy responsable de que el próximo domingo vaya a llover.



En peores plazas hemos toreado”  y “En peores rings nos hemos fajado”, es verdad, pruebas testimoniales y documentales tenemos de que hemos superado muchos retos y adversidades, pero sería inconsciencia ir de frente a su encuentro y os garantizo que aún nos surgirán muchas ocasiones en las que nos veamos inmersos en ellas sin posibilidad de escapar.


Que cada cual tome su propia decisión y asuma lo que resulte que, por mi parte, ya cuento con que habrá quien a su regreso comente: “Pues no fue para tanto”.


 

Permitidme una licencia


Hace 50 años, digo bien, con 16 años y sentado ante una imponente máquina de escribir Royal, cuando aún no se había inventado el typex y había que manejar con cuidado la goma de borrar tinta, dejé plasmado en papel el cuento que ahora me permito trasladaros. Espero que os guste.



VANIDAD (Cuento)

 

Transcurre el mes de Mayo de un año cualquiera. El escenario es una plaza tranquila de un pueblo andaluz. El sol se deja sentir con fuerza, más aún cuando ninguna nube se interpone a sus rayos de luz.

Las blancas paredes de las casas están calientes, al igual que el vasto empedrado de las calles.




Allá arriba, en la sombra, en el alero de una casa y resguardado por el tejado hay algo. Sí, efectivamente hay algo, ahora se ve con claridad. Es un nido, un nido de barro. En su interior seguro que se  debe estar a cobijo del calor.

De ese pequeño habitáculo, por un agujero redondo y menudo, asoma un pico corto lleno de timidez. Es una golondrina.



Como si alguien desde el interior de repente la empujase, se precipita fuera de su hogar y emprende el vuelo. Da la impresión de que quiere desentumecer sus finas alas después de haber estado mucho tiempo acurrucada.


Siente la alegría de volar como si de la primera vez se tratase. Describe grandes círculos interminables, se deja caer en picado y seguidamente reanuda el vuelo. Cuando detiene el movimiento de sus alas parece flotar por unos instantes como si pendiese de unos hilos invisibles y cuando reanuda su vivo aletear corta veloz el espacio, alcanzando velocidades extraordinarias. Se diría que es feliz, muy feliz.



Entusiasmada con su propio vuelo, casi no percibe la presencia de un pájaro menudo que la observa desde el suelo. Ahora sí, ya se ha dado cuenta de que el pajarillo no se pierde ni una sola de sus evoluciones. Cuando ella sube, sus pequeños ojos suben y cuando baja, los ojos curiosos bajan.


La golondrina mira de reojo en cada pasada que realiza y no puede reprimir la risa. Ve el color negro azulado de su propio plumaje que refleja cada rayo de luz y el hermoso contraste que produce con las partes blancas que predominan en su pecho. Ríe y ríe, despreciando los tonos parduzcos y apagados de aquel pájaro que jamás será bello.

- Infeliz ser – piensa -. Nunca podrá igualarse a mí. Es pequeño, gordo y feo.



Aquel pájaro de raza indefinida, pero que tiene la mirada inocente de un recién nacido, vuela unos metros huyendo del sol que ha penetrado en la sombra que antes ocupaba.


La golondrina, que no ha perdido detalle, ríe nuevamente. Ha podido darse cuenta del torpe y pesado volar del pobre animalillo que, asombrado, continúa mirándola.

- ¿Eso es volar? Le resultaría imposible alcanzarme en vuelo.


Su propio orgullo la lleva a ejecutar difíciles piruetas y acrobacias, que no hacen sino aumentar la admiración de su observador.


- Qué más quisiera tener mi esbelto cuerpo – continúa pensando la golondrina -. Jamás habrá soñado en subir tan alto como yo. Nunca podrá disfrutar la belleza de la lejanía.



En una esquina de la misma plaza y ausente de lo que ocurre más allá, un niño arroja al suelo miguitas de pan, provocando en cuestión de segundos que varios pajarillos y palomas inicien su merienda. Su piar entusiasmado llama la atención de nuestro pequeño amigo que, sintiendo ahora más hambre que admiración, acude con sus compañeros.


El niño continúa arrojando pan con suavidad, procurando echar migas muy pequeñas y los pájaros que antes comían con temor van ganando confianza acercándose más y más a aquella mano bondadosa.


La golondrina no acierta a comprender lo que ocurre y se aproxima sin detenerse. Ha podido observar a varios pájaros “de clase baja” que, sin hacer nada para merecérselo, están comiendo tranquilamente.



- ¡Ah!, pues no puede ser – protesta enfadada -. Yo soy más bella, vuelo más alto y rápido que esos pajarrucos, pequeños, gordos y feos. Yo sí merezco que me den de comer.


Resuelta por tales pensamientos, la orgullosa golondrina desciende planeando hasta posarse junto a los glotones pájaros, que dejan sitio a tan fina visitante.


El niño sigue echando pan, pero desliza su mano derecha al bolsillo posterior del pantalón sin que nadie lo observe y con lentitud, con mucha lentitud, deja a la vista un formidable tirachinas.


Los pájaros y la golondrina siguen comiendo.



El niño se agacha lento, muy lento, recogiendo del suelo una piedra, no grande, pero tampoco chica. La coloca en el cuero de su juguete y rápidamente tensa las gomas.


Los pájaros se percatan de los amenazantes movimientos y como si obedeciesen a una sola voz de mando emprenden el vuelo en distintas direcciones.


En el suelo, junto a los restos de las migas de pan, solamente queda la golondrina que lucha inútilmente por conseguir volar, logrando tan solo dar unos pequeños saltos. Su vanidad la ha hecho olvidar que el suelo es su peor enemigo pues sus largas alas, tan bellas en vuelo, la impiden elevarse al golpear contra el adoquinado.



La golondrina ha llegado a sentir temor por unos breves segundos, pero ya todo ha finalizado. Aquel tirachinas que en numerosas ocasiones fue un juego inofensivo y divertido, se ha convertido en un arma mortal que con su improvisado proyectil ha alcanzado de pleno el débil cuerpo del ave.


- ¡La he dado, la he dado! – grita ufano el chaval sintiéndose Guillermo Tell mientras marcha corriendo a avisar a sus amigos.


Cuando la tarde empieza a decaer y los rayos del sol dan su último calor, desde lo alto de una cornisa un pajarillo pequeño, gordo y feo, con los ojos entristecidos y llorosos, ve marchar al niño mientras en el sucio suelo, inmóvil, sin vida, yace aquella golondrina que admiró.


Alfonso