Los puentes del Batán,
Grajal y Marmota
Al
fiel apóstol Santiago se le martirizó y decapitó en Jerusalén y sus restos
fueron trasladados a Hispania, donde fueron descubiertos en el año 820. En ese lugar se construyó un templo que fue
ampliado durante los siglos siguientes hasta convertirse en la actual catedral.
Alcanzar
esta catedral, la Catedral de Santiago,
es lo que se ha propuesto un grupo numeroso de AlfonsoyAmigos y desde que les surgió la idea, el iniciar el camino con
la preparación necesaria se ha convertido en su “leitmotiv” de las rutas
semanales.
Del
Puente del Batán al Puente de la Marmota con AlfonsoyAmigos
Adiós
al horario de invierno, bienvenido el horario de verano, pero yo al menos
tardaré un tiempo en asimilar los trastornos de sueño que me genera. Se ve que la tecnología de los móviles ha
hecho su trabajo y nadie se ha dormido.
Eso
sí, con alguna legaña testaruda en más de un ojo, hoy hemos aparecido: Andrés,
Enrique, Fer, Jesús, Luis Ángel, Nacho, Pawel, Rafa, Santi y Alfonso.
Rápidos
con los saludos, rápidos con la puesta en ruta… Hay
compañeros que desde el primer minuto quieren acelerar la marcha para tener
oportunidad de apuntarse a la “variante larga” de hoy.
Arrancamos
por la Colada de las Huelgas del Río Manzanares, por senderos familiares recorridos
en anteriores ocasiones y el río dejándose oír bullicioso a nuestra derecha.
¡Ay! Río Manzanares
Déjame pasar
Que mi madre enferma
Me mandó llamar
...Que
dice la canción… aunque no se refiere a este río y sí al río Manzanares de
Venezuela. Pero
mejor no despistarse para no acabar por los suelos.
En
curva pronunciada dejamos por la derecha los restos de antiguo molino y
seguimos avanzando. En
otras ocasiones hemos parado para hacer alguna foto antes de seguir ratoneando
por veredas trialeras y toboganes que calientan las piernas antes de encontrarnos
las instalaciones del Canal de
Santillana y de la Central eléctrica de El Navallar.
De
manera equivocada, en esta y en las últimas ocasiones nos hemos empeñado en
seguir el “trazado turístico” que nos obliga a superar una y mil trampas por
las infraestructuras del canal y superar la Presa del Grajal y el sifón de Navarrosillos. Recorrido tal vez curioso y atractivo para
aquellos que se decidan a recorrerlo a pie, pero una tortura para los ciclistas
y más para los que cargamos una pesada e-bike.
Afortunadamente,
alguien me da aviso a tiempo y soy el único que retrocede unos metros para
coger pista que me alza hasta casilla de peones camineros en ruinas y descender
con suavidad por bajada culebrera hasta los puentes:
El antiguo
puente del Grajal, levantado en la
Edad Media, bajo dominio musulmán. De
uso militar para comunicar atalayas y ciudadelas de defensa contra las
incursiones cristianas, como la torre-vigía de Torrelodones que se ve desde la
carretera nacional. Y por
detrás del viejo, el Puente Nuevo del
Grajal de 1895.
Ahí
estoy, pero mis compañeros no llegan y acudo a su encuentro para ver que hay
grupo detenido rodeando a Fer y a su bicicleta. Avería,
me dicen. Y
para más detalle: “Ha
bajado montado por aquella escalera de piedra, me señalan, y una llanta de
carbono se ha quejado mostrando una fisura".
Numerosos
intentos de reparación que no consiguen que la cubierta talone y al final habrá
que recurrir a instalar una cámara de las de toda la vida. La operación ha ocupado bastante más tiempo
del esperado y puede que se trastoquen los planes iniciales. Felizmente, la llanta fisurada aguantará hasta
el final.
Cruzamos
el puente nuevo para coger el Cordel del
Hoyo de Manzanares, antiguo camino de trashumancia de pastores y ganaderos
en busca de mejores pastos y evitamos recorrer algunos tramos de la carretera hasta alcanzar el punto más alto de la ruta y desviarnos.
Por
el Cordel de Cantalojas tendremos
que vadear, hoy con bastante más agua, el arroyo del Canchal, para acercarnos al
paraje Entrearroyos, donde confluyen los arroyos del Canchal y del Guindo, originando una particular y
bella represa que no se libra de más de una foto antes de tener que superar un
ascenso durillo pero que da lugar a vistas impresionantes de Madrid.
Avanzamos
por camino junto a la finca Casablanca (cazadero
real en tiempo de los Austrias), en el Parque
Regional Cuenca Alta del Manzanares y se nos presenta el Arroyo de
Jaramillo que tendremos que vadear y seguir su cauce hasta cruce con el Cordel
de los Bolos del Almaján por zona bastante complicada.
Ya
tenemos a la vista el Puente de la
Marmota (de mediados del siglo XVIII con Fernando VI, restaurado de urgencia en septiembre de 2012) y puede que ya lo contara en otra ocasión: Marmotas no hay en España, su nombre deriva del
“mamotar”, nombre de cerro cercano con forma de mama femenina.
Es en
este punto íbamos a tomar la decisión del día. ¿Ruta
corta o ruta larga? Aunque hemos apretado ritmo, la avería nos ha demorado bastante.
Avanzaremos algo más para dar tiempo a los indecisos
y lo hacemos primero por la calzada romana y después de desvío por senderillos
bastante complicados y duros, cruzándonos con numerosos excursionistas que
visitan la zona precedidos de un guía.
Ahora
sí, no va más. Tres
intrépidos se despiden del resto del grupo para intentar completar el trazado
largo propuesto, dejándose caer hacia un Embalse
de El Pardo que se aprecia muy mermado. El
resto, en ascenso por el Cordel de Valdeloshielos que pronto abandonaremos por
la derecha.
De
momento dejamos atrás las zonas trialeras para coger el Cordel de la Marmota, por donde vamos a realizar recorrido de unos
5 kms por pista pecuaria, rodeados de exuberantes campos verdes y amarillos,
que nos acercará a Colmenar Viejo. Los
veteranos de la Madrid-Segovia reconocerán bien la zona.
No
podemos evitar rodar 2 kms sobre la gravilla de las antiguas vías de tren,
hasta llegar a la singular Calleja de
Navarrosillo que superamos con habilidad.
A
nuestra izquierda nos da la bienvenida la Colada
de los Gallegos que tantas veces hemos sufrido/disfrutado.
Saber
que son los últimos 3 kms de ruta nos da el ánimo necesario para recorrerlos superando
con ganas los tramos más complicados y disfrutar de todo el recorrido.
Poco
menos de 35 kms, sí, pero con una complejidad y dureza que te hace sentir
orgullo al final de la ruta. Los
abrazos son hoy, si cabe, más generosos.