Y mientras la noche nos recuerda que hay regalos que no caben en un saco, nosotros también aprendemos a suavizar el ritmo… aunque solo sea por un instante.
A veces también pedalear consiste en saber detenerse
Este
fin de semana no hubo ruta oficial. Habíamos
dicho que la Navidad se acercaba casi sin hacer ruido, como el girar de
una cadena bien engrasada sobre el silencio de la nieve.
Pero
hoy, AlfonsoyAmigos se detiene... o casi. Este
fin de semana, el cielo ha decidido imponer su ley, cubriendo de gris los
senderos y obligando a la mayoría a echar el pie a tierra.
Aun
así, mientras escribo estas líneas, sé que algunos valientes desafiaron los
nubarrones para buscar su propio invierno en una ruta breve. Su
gesto es la prueba de que hay pasiones que no entienden de termómetros ni de
partes meteorológicos.
El sendero de lo que importa
A
menudo medimos nuestras rutas en kilómetros o en metros de desnivel, pero al
llegar a estas fechas, la verdadera altimetría la marca el corazón. Al
mirar atrás aparece un año de madrugones, de frío calando los huesos y de sudor
compartido.
En
cada imagen que guardamos en la retina, la bicicleta no rueda sola: la acompaña
una mano tendida cuando las fuerzas flaquean, el hombro cuando la máquina se rinde
y la risa franca al coronar la loma.
Y es
ahí, en esa mezcla de esfuerzo y compañía, donde empieza a dibujarse lo que
realmente nos sostiene
El alma de esta ruta
A
vosotros, compañeros de fatigas, quiero daros las gracias.
Sois
mucho más que ciclistas compartiendo un track: sois viento a favor en los días
de cara al aire y refugio cuando la tormenta aprieta. Esa
lealtad sencilla convierte cada salida en un rito que trasciende el pedalear.
Y
también a quienes nos leéis desde la barrera, ese pelotón invisible que da
sentido a estas letras. Vuestra presencia es un motor
silencioso que nos acompaña tanto en las mañanas de sol como en estos domingos
de resguardo.
“No importa si hoy vistes
culote o ropa de calle; en este blog, todos rodamos en el mismo grupo.”
Mi deseo de Navidad
Que
en estas fiestas, mientras esperamos a que el cielo claree:
- Tus
frenos respondan ante lo inesperado.
- Tu
transmisión sea suave en las pendientes de la vida.
- Y que
tu GPS siempre te devuelva al calor de los tuyos.
Disfrutad
de la calma y de la familia. Nos quedamos a resguardo, cuidando
la llama de nuestra pasión para volver a encenderla muy pronto, antes de que el
calendario cambie de piel.
¡Feliz Navidad, amigos de
ruta y de vida!
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