La memoria está vinculada a los sentidos
Con cada ruta que realizamos con AlfonsoyAmigos acumulamos recuerdos de paisajes y vivencias, de esfuerzos y de logros, de sensaciones compartidas con los amigos que nos acompañan en cada escapada o con aquellos otros que hace tiempo dejamos de ver.
Nuestro
blog, el de AlfonsoyAmigos, nos ayuda a recordar, a traer del pasado los fogonazos
de los mejores momentos vividos y tal vez a aparcar en un rincón de nuestra
memoria los malos ratos pasados.
En 2016 nos atrevimos con una ruta que a todos los presentes nos encantó a pesar de su dureza pero, por razones no del todo claras, quedó perdida entre otros cientos de rutas.
Tal vez fuera por conocer terribles noticias de excursionistas que, intentando buscar la fotografía más atrevida, perdieron la vida por estos lares… o puede que sea porque la ruta discurría por alguna finca cuyo dueño, viendo tal trasiego de personal, dudó entre cobrar peaje o prohibir el acceso.
Este domingo, a propuesta de nuestro compañero Enrique, AlfonsoyAmigos cogió sus bicis y bártulos para desplazarse hasta el Embalse del Pontón Alto (1993), que toma las aguas de un río Eresma que nace a los pies del puerto de Navacerrada.
Los atrevidos: Andrés, Ángel, Enrique, Fer, Jesús, José María, Juan, Luis Ángel, Pawel y Santi.
Con el track de años atrás, pero con el ánimo de siempre, los compañeros emprendieron la ruta prevista, yo no pude acompañarlos, pero cuentan que, por supuesto, tuvieron que hacer frente a aquel rampón, olvidado en la mente de alguno, que ya se superó con esfuerzo hace años; recorrieron senderos acompañados del murmullo de los arroyos y no les quedó más remedio que regatear entre fincas más o menos amistosas.
Donde siempre, impresionante y atrayente, pero con bastante menos agua que el día que lo conocimos, encontraron sin pérdida el Chorro Grande de La Granja y la ruta mereció la pena sólo por ello.
Gracias Alfonso por tus palabras y a los compañeros por intentar recrear aquella ruta, en este caso imposible por las circunstancias que nos comentas. Mereció la pena llegar a los pies del arroyo del chorro grande y admirar esa pared chorreante. Mereció la pena ascender por el inicio de la subida al puerto del Reventón (algún día será nuestro objetivo y lo coronaremos) y mereció la pena pasar la mañana con los compañeros.
ResponderEliminarNo eran platillos volantes lo que se veía allí al fondo pero ha quedado muy bien para la fototeca.
Un abrazo para todos y buena semana.