Qué poco me faltó para que tuviera que renunciar a la ruta
Numerosas ausencias en la cita de hoy. Muchos compañeros
disfrutando de sus merecidas vacaciones o de importantes celebraciones
familiares y alguno refunfuñando porque el taller no le tuvo su máquina a
tiempo.
En el trocito del paseo Rivera de San Rafael que ha
quedado libre de ser zona peatonal por estas fechas y junto al monumento a
Rafael Alberti, nos reunimos: Andrés, Fer, Jesús, Juan, Patrick, Santi y Alfonso.
Los saludos de siempre y todos listos para partir… Nooo, mi e-bike
se niega a encender sus lucecitas. No sé si el botoncito de “ON” ha quedado sin ser
pulsado por alguno de los asistentes e incluso Fer ha puesto la bici boca abajo
y la ha sacudido por aquí y por allá, pero nada de nada. La bici se ha
declarado en huelga de luces caídas.
Ya me hago a la idea de ver marchar a mis compañeros “dejándome
en tierra” y con el track de la ruta sólo en mi cabeza, pero Fer reacciona
rápido y se ofrece a regresar a su casa para recoger y dejarme su máquina. Me siento tan apurado
como agradecido.
¡Vamos allá! Arrancamos, pero
me niego a mirar la hora… afortunadamente hoy no hay una meta que cumplir.
Ascenso por la calle Carlos Mendoza y nos adentramos en
los pinares bordeando el campo de fútbol de San Rafael, pero nos encontramos
con sorpresa al tomar sendero en ascenso hacia la pista forestal.
En la ladera-pradera sobre la fuente de la Botella
aparecen vallas metálicas que nos cierran el paso a un “sendero de siempre”. Una puerta que
aún no abre bien nos enfrenta a una nueva valla… Movimiento de personal a pesar de ser domingo y alguien
que nos grita desde abajo: “Tenéis que dar la vuelta”
Pero, este pinar y sus senderos ¿no son de uso público?
Tenemos la sensación de haber sido trasladados de
repente a otro lugar desconocido, más aún cuando al levantar la vista del
camino vemos intrincado de pasarelas y gruesas cuerdas (tirolinas) que cuelgan
de los pinos por aquí y por allá además de, lo más llamativo, amplio cercado
metálico con algunas puertas de madera.
Ahora, frente a mi ordenador y mientras escribo estas
líneas, puedo ver que en Google.maps ya aparece referenciado en la zona: “De Pino a Pino, Parque de Atracciones” – Sin comentarios.
Nos centramos en nuestro avance, primero por la pradera en la que se localizó en su día el “Laberinto del Fauno” y después en el vadeo de Arroyo Mayor hacia la Peña del Águila.
Nos adelanta grupo numeroso de ciclistas y no serán los
únicos, pues al llegar a tomar la Cañada Real Leonesa aparecerán más y
otros se nos cruzarán por la carretera de Peguerinos mientras esperamos para
reagrupar en el Collado del Hornillo (1637 m)
Disfrutamos en descenso el sendero paralelo a la pista
que no cogeremos hasta estar enfrente de los campings y haremos un sube-baja
que, a mi particularmente me gusta, por un margen del arroyo Valle Enmedio
de camino al refugio, para regresar por sendero fácil pero divertido por el
otro margen.
La siguiente parada: El pequeño embalse de Prado Toril, donde deposita
sus aguas el arroyo del mismo nombre. Las fotos no reflejan la belleza del entorno que nos rodea.
El único que no conoce el magnífico emplazamiento de bunkers
y trincheras que hay más arriba es Patrick, pero por votación popular decidimos
llegar a él por rodeo conocido en lugar de atacar la empinada pendiente.
Ya decíamos en anterior ocasión (sep-2020):
A día de hoy se pueden observar por toda la zona
casi 100 metros de trincheras, puestos de ametralladoras y acuartelamientos muy
bien conservados. Según he podido saber, todo el complejo fortificado fue
construido por el frente nacional en la Guerra Civil y fue testigo de duros
enfrentamientos. A juzgar por los medios y materiales empleados en su
construcción, debió ser considerado un punto muy estratégico.
*Agradeceríamos
toda información histórica que se nos pudiera facilitar.
Seguimos marcha hasta tener a la vista el embalse de
Cañada Mojada, para girar después a la derecha por pista empedrada,
atravesar verde pradera y coger sendero paralelo al arroyo Chubieco, en
suave ascenso, divertido y con algunos toboganes.
El último tramo el más complicado pero conocido por
todos, donde hay que emplearse algo más a fondo para no poner pie en tierra
hasta llegar al collado de Gargantilla (1648m).
Apenas nos ha dado el sol directo, pues la mayoría del
tiempo hemos rodado a la sombra, pero el sentir general es que estamos cuasi de
vacaciones y con poco ánimo para grandes logros. El tramo hacia las Lagunillas y el Camino de
las Municiones queda relegado para otra ocasión.
Nos dejamos caer hacia la fuente de Juan Bellver,
que mantiene chorro constante de agua muy fría que ninguno rechazamos. Después, el
refugio y la fuente de los Arteseros y disfrutando el descenso hacia el
puente del arroyo Gargantilla, donde reagrupamos dejando escapar sonrisas
de satisfacción. Ah, rotura de una radio de la rueda delantera de Jesús en el último descenso.
Unos merecidos minutos de relajo con una cerveza en una mano y un aperitivo en la otra. Hasta Jesús ha sonreído ¿o ha sido un tic nervioso?
Gracias amigo Fer, hubiera lamentado no poder acompañaros.
Corta pero divertida y generosa ruta.
ResponderEliminarUn placer prestaste la bici Alfonso.
Fer
Me alegro mucho que hayáis disfrutado de la mañana del domingo. Espero poder acompañaros el próximo.
ResponderEliminarUn abrazo.