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En
esta ocasión, carecíamos de un track previo para la ruta en nuestro GPS. La
existencia de un track sugiere que el trazado ya ha sido recorrido con
exactitud anteriormente o que alguien se ha tomado el tiempo de pintarla a mano
meticulosamente.
En
San Rafael, en el lugar habitual, se reúne este grupo animoso: Andrés,
Ángel, Enrique, Ernesto, Fer, Luis Ángel, Nacho, Pawel y Alfonso.
Lo
habíamos advertido: en esta jornada, la atención debía centrarse en el guía en
cada bifurcación. Aunque las condiciones de los
senderos y la estimación del tiempo de retorno imponían ciertas limitaciones,
el propósito de la mañana era inequívoco: conquistar el Collado Mostajo.
Las múltiples rutas trazadas por AlfonsoyAmigos en el corazón de la imponente Garganta del Río Moros despiertan recuerdos singulares en cada uno de los participantes, rememorando rutas ya exploradas. En ocasiones, es la memoria o un impulso instintivo lo que nos impulsa a dirigir nuestras bicicletas hacia la izquierda o derecha, casi sin pensarlo.
Pocas
sendas habrá en estos montes que se hayan podido escapar a nuestro escrutinio y
resulta casi doloroso comprobar que muchas de ellas se han perdido
recientemente, víctimas de las labores de explotación y reforestación. Sin
embargo, es una realidad que no podemos eludir.
Tras iniciar nuestra ruta de hoy, pusimos especial interés en variar los primeros kilómetros para llegar hasta las puertas de Las Campanillas. No obstante, hicimos una parada previa para fotografiarnos junto a la Casa del Baldío, un lugar que, como bien señaló el amigo Enrique Martín en 2015: “Bien merece una visita”
Descendimos por paisajes verdes que sorprendieron a más de uno, dejando a nuestra izquierda el encantador refugio del Vivero y, curiosamente, siguiendo el curso del arroyo Mostajo, que finaliza su viaje en el propio río Moros, cerca del Puente Negro.
Optamos
por tomar desvío por la senda que surge por la derecha, pegándonos al curso del
río Moros, disfrutando con cada metro recorrido en tan bello paraje y con el
primer objetivo de aproximarnos a la base de la pantalla del embalse del
Tejo, también conocido como Las Tabladillas.
Posteriormente,
nueva parada larga para deleitamos con las magníficas vistas desde la presa
misma. Era
impensable no capturar ese momento con una fotografía para el recuerdo.
Reanudando
la marcha, nos distanciamos del embalse de El Espinar tomando ahora el
desvío izquierdo, ascendiendo durante un kilómetro hacia una zona más
desafiante que siempre nos cautiva.
Los
más osados entre nosotros se empeñaron en cruzar el río Moros y superar
el arduo desnivel con destreza, sin necesidad de desmontar. Tras
este logro, que todos celebramos, disfrutamos de la hermosa senda que nos
condujo al mirador de Las Barandillas.
De
nuevo, la lluvia del día anterior facilita el descenso hasta la pista
principal. Ya hay compañeros que miran su reloj con
insistencia y no tardan en dar pistoletazo de salida para iniciar regreso, de
momento juntos. Arrancan los galgos.
Un
suspiro largo y allá vamos, con las mejores de las intenciones, tal vez sin
recordar bien la que nos aguarda, a pesar de que todos hemos realizado probablemente
este recorrido al menos en un par de ocasiones.
Impresionantes las vistas de La Peñota, que en 2017 desafiaron en ruta bici-andarina el amigo presente Andrés y el hoy ausente Santi, al que deseamos que pronto pueda estar con nosotros.
2018 |
Y recordando, recordando, en 2018 nos atrevimos, más a pie que montados, con el tramo hasta Peña El Cuervo, pero creo que por hoy ya tenemos suficiente.
Si todo es fácil y perfecto. ¿Qué gracia tiene?
Fue
en abril del 2023 cuando volvimos a repetir la escalada y, afortunadamente,
entonces dimos con la fuente del Mostajo, que marcaba el inicio del
senderillo, transitable en bici, que nos permitió un descenso llevadero que hoy
hemos confundido.
El error, tal vez fruto del cansancio,
nos ha obligado a duro regreso, siguiendo a pie sendas perdidas y buen tramo de
cortafuegos-arrastradero hasta tomar desvío, ahora sí disfrutón, por la Majada del Pericón.
La Cerca Montosa y los senderos de los aledaños, algunos muy maltratados por las recientes cortas, ya nos ponen en el camino de vuelta a casa tras una mañana sobresaliente.
Y el domingo que viene. ¿Qué?
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