El
día transcurre y sé que es así porque desayuno, como y ceno, tal vez más de lo
deseado por culpa de una ansiedad que cada vez resulta más difícil de contener.
¡Maldito coronavirus!
Intento
mantener rutinas, pero a cada día que dejo atrás resulta más complicado. ¿Quién se resiste a estar unos minutos más en
la cama, a retrasar la comida por culpa de un aperitivo previo o a demorar la
hora de acostarse por culpa de esa película que empezaste más tarde a ver?
Afortunado,
porque hace tiempo que trabajo desde casa con un cordón umbilical que me une a
mi PC y que ahora me absorbe casi tanto como antes a pesar de que el “parón” se
nota para todos.
El desayuno más pausado que antes, hasta me siento para disfrutarlo. No hay que olvidar realizar en la casa algunas tareas que antes se delegaban en quien ahora sufre también el confinamiento.
El desayuno más pausado que antes, hasta me siento para disfrutarlo. No hay que olvidar realizar en la casa algunas tareas que antes se delegaban en quien ahora sufre también el confinamiento.
Llamar
a los familiares y amigos se ha convertido en una de las propuestas fijas del
día, siempre con el temor a que algún interlocutor te transmita una mala noticia
y no siempre con la garantía de que te acaben devolviendo la llamada.
Tiempo reservado para el deporte… Bueno, entendamos que deporte es realizar unos estiramientos que eviten que las vértebras se encojan sin solución, unas abdominales (las que permite la hernia de ombligo sin quejarse), unas planchas, un poco de cardio con saltos que no molesten al vecino de abajo y unos ejercicios con pesas para evitar perder más musculatura de la que la edad ya se encarga de fundir.
Tiempo reservado para el deporte… Bueno, entendamos que deporte es realizar unos estiramientos que eviten que las vértebras se encojan sin solución, unas abdominales (las que permite la hernia de ombligo sin quejarse), unas planchas, un poco de cardio con saltos que no molesten al vecino de abajo y unos ejercicios con pesas para evitar perder más musculatura de la que la edad ya se encarga de fundir.
He
aprendido a ser más pausado con mi rutina de ejercicios. Los dos primeros días fui muy intenso y tardé
casi tres en recuperarme. Lo
dicho, bajar intensidad para mantener la constancia.
Me he dado cuenta de que, después de la comida, me bastaba con una “cabezadita” de diez minutos para recuperar las energías y ahora es fácil que caiga la media hora. Nada comparado con los que se están acostumbrando a bajar las persianas y meterse en la cama con el pijama puesto, dejándose ir hasta que el cuerpo les dice basta.
Me he dado cuenta de que, después de la comida, me bastaba con una “cabezadita” de diez minutos para recuperar las energías y ahora es fácil que caiga la media hora. Nada comparado con los que se están acostumbrando a bajar las persianas y meterse en la cama con el pijama puesto, dejándose ir hasta que el cuerpo les dice basta.
Las
noticias del día no te las puedes perder, primordial, aunque en algunas
ocasiones acabas pensando que son repetición de las de días anteriores. Buscas palabras de ánimo, un atisbo de
esperanza, quizá que te engañen y te digan que esto se acabará pronto.
Un día nos fuimos a la cama después de ver una de tantas películas americanas catastrofistas y al siguiente nos levantamos inmersos en otra como protagonistas.
Un día nos fuimos a la cama después de ver una de tantas películas americanas catastrofistas y al siguiente nos levantamos inmersos en otra como protagonistas.
Dicen
que estamos en guerra. Tenemos
un enemigo común que amenaza ya a toda la humanidad y como en todas las
guerras, lamentablemente hay desertores que dan la espalda a sus compañeros
como si nada fuera con ellos, aquellos otros que intentan enriquecerse en los
peores momentos con la tragedia ajena y quienes sufren en silencio, resignados
pero con valor, todas las miserias.
Afortunadamente también hay héroes anónimos que nunca pretendieron serlo pero que llevan su deber más allá de lo que se les podría pedir.
Afortunadamente también hay héroes anónimos que nunca pretendieron serlo pero que llevan su deber más allá de lo que se les podría pedir.
Esto
es un sinvivir. Cuando
te quieres dar cuenta el reloj marca ya las 19,30 y las agujas parecen
acelerarse en busca de la 20,00 sin
dejar que cunda cualquier actividad que ahora emprendas.
Parece mentira, pero casi ha transcurrido un día más. No necesitas mirar el reloj, el eco de los aplausos ya resuena en las calles vacías y te atrae como potente imán hacia tu ventana, a la que te dejas arrastrar sin vergüenza para asomar tus brazos y aplaudir con ganas renovadas.
Parece mentira, pero casi ha transcurrido un día más. No necesitas mirar el reloj, el eco de los aplausos ya resuena en las calles vacías y te atrae como potente imán hacia tu ventana, a la que te dejas arrastrar sin vergüenza para asomar tus brazos y aplaudir con ganas renovadas.
Aplausos
de reconocimiento para tantos y tantas que están en las trincheras, pero
también para nosotros mismos que con fe
en la humanidad esperamos el final de esta guerra.
Ánimo para todos, va a ser todavía muy duro lo que nos espera, pero sobreviviremos más fuertes que nunca.
Ánimo para todos, va a ser todavía muy duro lo que nos espera, pero sobreviviremos más fuertes que nunca.
No te pierdas, NO ESTÁS SOLO
El 13 de Abril de 2014, hace 6 años, este Grupo realizaba una ruta inédita hasta el Cerro de la Camorca, que después ya resultaría muy conocida para todos. En el relato, curiosamente, se hablaba de virus y de pandemia...
El 13 de Abril de 2014, hace 6 años, este Grupo realizaba una ruta inédita hasta el Cerro de la Camorca, que después ya resultaría muy conocida para todos. En el relato, curiosamente, se hablaba de virus y de pandemia...
Alfonso, aunque la rutina puede desesperarnos, y aunque intentemos todos los días hacer ejercicio para estar lo mejor posible, será inevitable perder algo de forma.
ResponderEliminarLo que nunca perdemos ni perderemos, cuando todo esto pase, son las ganas de volvernos a reunir para seguir con nuestras rutas y aventuras.
Va quedando menos, seguro. Volverán esos días en los que los domingos volverán a ser nuestros.
Un abrazo para todos y mucho animo.
Así es
ResponderEliminarLos días van pasando a pesar de la rutina cotidiana.
Se intenta que las horas pasen lo mejor posible para no caer en la nostalgia y la depresión.
Pero esto terminará y volveremos a vernos y abrazaron.
Hasta llegará un dia que todo esto lo recordemos como una pesadilla lejana que vivimos
Charo
Precioso relato de tu día a día, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarJavier Carballo
Interesante!!!
ResponderEliminarSensacional el reportaje. Siempre a la altura de lo que escribe Patrick.
Cuantas veces hemos pasado al lado de toda esa flora sin percatarnos de tantos detalles como nos revela Patrick.
Gracias por estos reportaje tan genuinos.