Si la propones… vendrán
Las
lluvias de las últimas semanas hacían muy difícil realizar la ruta propuesta
para este puente de primero de Mayo por el Cañón del Río Lobos
Los
pasos iban a estar extremadamente complicados y no permitirían completar el
recorrido tal como el grupo está acostumbrado. Sin
embargo, como la maquinaria de AlfonsoyAmigos no para nunca, enseguida pudimos
encontrar una alternativa solvente, aunque en otro destino radicalmente
opuesto.
Dirigiríamos
nuestras miradas y objetivos hacia Cuenca, para realizar una ruta que nos
habían recomendado y que suponía recorrer las Hoces del río Huecar. A
la postre, esta ruta se convirtió en una de esas rutas que dejaría un recuerdo
sensacional por los paisajes, el entorno y las trialeras y single tracks que
pudimos atravesar.
A
las 9 de la mañana nos encontraríamos en el aparcamiento de la zona del
castillo de Cuenca tantos como trece del grupo: Alfonso, Andrés, Ángel, Eva, Rafa,
Fer, Jesús, Juan Patricio, Nati, Patrick, Toño, Víctor y Luis Ángel.
El
día amanece espléndido y las vistas desde ese punto son espectaculares,
pudiendo divisar la magnífica y bellísima ciudad de Cuenca con sus Casas Colgadas, (Casas Voladas o Casas del Rey), con sus balconadas de madera, que
parecen suspendidas de la roca
La primerísima parte de la ruta nos obliga a bajar unas escaleras hacia la parte intermedia de la ciudad, debiendo cruzar la Hoz el Río Huécar de lado a lado por el Puente de San Pablo, de hierro fundido y color rojo, para comenzar nuestro track.
Pero es hora de partir hacia una ruta que nos indica que tendrá 56 kilómetros y no pocos metros de desnivel, tantos como 1300.
Y empezamos ya a recorrer las hoces del río, divisando sus meandros y con una serie de barrancos que precisan extremar la precaución. El sendero es estrecho y cualquier descuido puede ocasionar algún disgusto.
El recorrido es largo y las vistas tanto del paisaje que dibuja el río como de Cuenca, la cual vamos dejando atrás, hace que realicemos más fotos de las habituales. La verdad es que el momento lo merece.
Seguiríamos de esa manera hasta la llamada Cueva del Monje, donde podríamos coger y reponer agua en una de las fuentes naturales dentro de la misma cueva.
Es ahora donde cogeremos un par de kilómetros de carretera para llegar al pueblo de Molinos de Papel para aquí volver a adentrarnos en los senderos. En este momento hemos perdido de vista el río, pero el sendero estrecho continúa encontrándonos ahora una serie de bloques naturales de piedra que asombran a cada uno de los que allí estábamos.
Pero el sendero es tan estrecho, y aunque los barrancos parecen haber desaparecido, que hay que seguir con mucho cuidado. Lo digo por propia experiencia ya que, al pasar un pequeño arroyo, una piedra pega en uno de mis pedales provocándome una caída que me haría caer en un inmenso matorral de zarzas.
Caída más incómoda que preocupante, ya que las zarzas arañan de considerable importancia. De hecho, muchos de los integrantes del grupo acabarían hoy con serios arañazos en piernas y brazos.
Tras ser ayudado, no sin esfuerzo, por Ángel, Andrés y Alfonso, emprenderíamos la marcha inmediatamente para reunirnos con el grupo. Nos dirigimos ahora hacia uno de los sitios más entrañables de todo el día: el nacimiento del rio Huecar.
Es aquí donde haríamos la primera parada del día para comer algo. Las fuerzas no están mermadas, pero empezamos a adivinar que el día va a ser muy largo, los senderos aun siendo de ágil trayecto, son muy largos y no comen kilómetros tan rápidamente como en un principio podríamos pensar.
Además, somos conscientes de que quedan algunas subidas por pista que retrasarán la hora de llegada. No en vano, hasta que completemos tendremos que sumar esos 1300 metros de desnivel acumulado que hemos comentado al principio de la crónica.
Y es ahora, justo después de ese punto de nacimiento del río, donde empezamos a subir por una pista forestal que se hace larga y diríamos que pesada, no sólo por la lentitud a la hora de avanzar, sino porque en su cota más alta encontraríamos barro arcilloso que bloquearía más de una máquina y retrasaría todavía más el transcurso de este tramo.
Pero como subir no va a durar toda la vida... iniciamos ahora un descenso por un cañón precioso, recorriéndole por lo más profundo del mismo. Estamos disfrutando muchísimo, el sendero es rápido, divertido, con innumerables curvas y peraltes. Esto nos llevaría a una nueva subida del estilo de la anterior, hasta el punto más alto del día, desde donde divisaríamos toda la serranía de Cuenca.
Las primeras alarmas surgen ya que en ese horizonte se aprecia una tormenta que puede ser preocupante, y lo peor de todo es que estamos a 28 kilómetros de nuestro destino final. Si, justo en la mitad y son las 14h. Mucho por recorrer todavía.
Viene
la parte más impresionante del día. Una
trialera tremenda y no por su dificultad, que también, si no por lo larguísima
que resultó ser. Estamos
yendo literalmente por encima del rio Huecar, con piedras, raíces, escalones,
en definitiva un sinfín de obstáculos que son solventados por todos de manera
increíble.
La trialera acaba, y todos parecemos explotar de satisfacción por lo bajado y la manera de hacerlo. No hay más remedio que rezar aquella frase que ya tiene identidad propia... ¿quién dice que bajando no se hace deporte?
Desde aquí emprendemos la vuelta por el lado opuesto de primeras horas de la mañana. Tenemos por delante casi 12 kilómetros de single track hasta Cuenca.
El día empieza a pesar, y si esta mañana había que extremar la precaución, ahora más, ya que los barrancos son mucho más pronunciados y el sendero aunque no menos estrecho, si que necesita de una especial atención.
Las fuerzas nos son las mismas y ya llevamos muchas horas de ruta y además las ganas de llegar pueden traicionar en cualquier descuido.
La primerísima parte de la ruta nos obliga a bajar unas escaleras hacia la parte intermedia de la ciudad, debiendo cruzar la Hoz el Río Huécar de lado a lado por el Puente de San Pablo, de hierro fundido y color rojo, para comenzar nuestro track.
Pero es hora de partir hacia una ruta que nos indica que tendrá 56 kilómetros y no pocos metros de desnivel, tantos como 1300.
Y empezamos ya a recorrer las hoces del río, divisando sus meandros y con una serie de barrancos que precisan extremar la precaución. El sendero es estrecho y cualquier descuido puede ocasionar algún disgusto.
El recorrido es largo y las vistas tanto del paisaje que dibuja el río como de Cuenca, la cual vamos dejando atrás, hace que realicemos más fotos de las habituales. La verdad es que el momento lo merece.
Seguiríamos de esa manera hasta la llamada Cueva del Monje, donde podríamos coger y reponer agua en una de las fuentes naturales dentro de la misma cueva.
Es ahora donde cogeremos un par de kilómetros de carretera para llegar al pueblo de Molinos de Papel para aquí volver a adentrarnos en los senderos. En este momento hemos perdido de vista el río, pero el sendero estrecho continúa encontrándonos ahora una serie de bloques naturales de piedra que asombran a cada uno de los que allí estábamos.
Pero el sendero es tan estrecho, y aunque los barrancos parecen haber desaparecido, que hay que seguir con mucho cuidado. Lo digo por propia experiencia ya que, al pasar un pequeño arroyo, una piedra pega en uno de mis pedales provocándome una caída que me haría caer en un inmenso matorral de zarzas.
Caída más incómoda que preocupante, ya que las zarzas arañan de considerable importancia. De hecho, muchos de los integrantes del grupo acabarían hoy con serios arañazos en piernas y brazos.
Tras ser ayudado, no sin esfuerzo, por Ángel, Andrés y Alfonso, emprenderíamos la marcha inmediatamente para reunirnos con el grupo. Nos dirigimos ahora hacia uno de los sitios más entrañables de todo el día: el nacimiento del rio Huecar.
Es aquí donde haríamos la primera parada del día para comer algo. Las fuerzas no están mermadas, pero empezamos a adivinar que el día va a ser muy largo, los senderos aun siendo de ágil trayecto, son muy largos y no comen kilómetros tan rápidamente como en un principio podríamos pensar.
Además, somos conscientes de que quedan algunas subidas por pista que retrasarán la hora de llegada. No en vano, hasta que completemos tendremos que sumar esos 1300 metros de desnivel acumulado que hemos comentado al principio de la crónica.
Y es ahora, justo después de ese punto de nacimiento del río, donde empezamos a subir por una pista forestal que se hace larga y diríamos que pesada, no sólo por la lentitud a la hora de avanzar, sino porque en su cota más alta encontraríamos barro arcilloso que bloquearía más de una máquina y retrasaría todavía más el transcurso de este tramo.
Pero como subir no va a durar toda la vida... iniciamos ahora un descenso por un cañón precioso, recorriéndole por lo más profundo del mismo. Estamos disfrutando muchísimo, el sendero es rápido, divertido, con innumerables curvas y peraltes. Esto nos llevaría a una nueva subida del estilo de la anterior, hasta el punto más alto del día, desde donde divisaríamos toda la serranía de Cuenca.
Las primeras alarmas surgen ya que en ese horizonte se aprecia una tormenta que puede ser preocupante, y lo peor de todo es que estamos a 28 kilómetros de nuestro destino final. Si, justo en la mitad y son las 14h. Mucho por recorrer todavía.
La trialera acaba, y todos parecemos explotar de satisfacción por lo bajado y la manera de hacerlo. No hay más remedio que rezar aquella frase que ya tiene identidad propia... ¿quién dice que bajando no se hace deporte?
Desde aquí emprendemos la vuelta por el lado opuesto de primeras horas de la mañana. Tenemos por delante casi 12 kilómetros de single track hasta Cuenca.
El día empieza a pesar, y si esta mañana había que extremar la precaución, ahora más, ya que los barrancos son mucho más pronunciados y el sendero aunque no menos estrecho, si que necesita de una especial atención.
Las fuerzas nos son las mismas y ya llevamos muchas horas de ruta y además las ganas de llegar pueden traicionar en cualquier descuido.
Hemos llegado de nuevo al pueblo de Molinos de Papel, y cuando creíamos que todo estaba ya prácticamente hecho, adivinamos que queda un single track de 6-7 kilómetros que aunque divertidísimo puede acabar haciéndose pesado ya que como se ha comentado anteriormente el sendero parece no tener fin. No en vano son las 16,30 horas.
En un traspiés de mala suerte, muy parecido al mío de primeras horas de la mañana, Alfonso sufre una caída sin importancia al no poder poner el pie en uno de los desniveles del este tramo. Gracias a Dios el desnivel en esos momentos no era alto.
Creo recordar que alguna otra caída hubo sin consecuencias por parte de algún otro miembro, además de un pinchazo y dos llantazos que se repararon con eficacia. El quitar con un palo el barro de las ruedas no cuenta.
Y por fin divisamos Cuenca, tras haber recorrido precipicios, barrancos y bloque imponentes de piedra. Hemos llegado, y estando en la parte baja de la ciudad tenemos delante unas escaleras con muchísimo desnivel que nos conducirían a nuestros coches.
Esas escaleras como postre final son insalvables y todo el grupo las hace con la bici a cuestas. Era la guinda a una jornada que, si bien no responde a la dureza de otros días, si que es cierto que supuso una merma de fuerzas provocada por un conjunto de factores del track que hizo calificar esta ruta como difícil.
Es
la hora no solo de la finalización, si no de la última foto del grupo.
Son las 17 horas, y la necesidad de comer es definitiva. Siendo esta hora encontramos el restaurante-mesón El Torreón, donde amablemente nos darían de comer.
Es cierto que es tarde, muy tarde, pero la jornada ha sido larga y de tanto desgaste que ninguno parecemos tener prisa por acabar de comer. Es por ello que alargaríamos la sobremesa hasta las 7 de la tarde.
Un día espectacular; habíamos completado un recorrido impresionante y los calificativos de la ruta se suceden y quedarán en la memoria como una de las más bonitas que hemos hecho en los últimos tiempos.
Son las 17 horas, y la necesidad de comer es definitiva. Siendo esta hora encontramos el restaurante-mesón El Torreón, donde amablemente nos darían de comer.
Es cierto que es tarde, muy tarde, pero la jornada ha sido larga y de tanto desgaste que ninguno parecemos tener prisa por acabar de comer. Es por ello que alargaríamos la sobremesa hasta las 7 de la tarde.
Un día espectacular; habíamos completado un recorrido impresionante y los calificativos de la ruta se suceden y quedarán en la memoria como una de las más bonitas que hemos hecho en los últimos tiempos.
Seguro que volveremos, y seguro que conociendo el track puede que la hagamos con mayor celeridad, si bien es cierto que para poder contemplar todo lo que se pone delante de nuestros ojos, y la precaución necesaria no permitirán acortar mucho los tiempos.
Esto es todo amigos. Una nueva ruta "extramuros" de AlfonsoyAmigos que año tras año está decidido a descubrir y completar recorridos para agrandar su historia. La historia de nuestro grupo, de nosotros, y la de todos los que nos leen.
Podremos decir que estuvimos en Cuenca. Podremos decir que... a mi ésta ya no me la cuentan.
Un abrazo para todos.
No sé ni por donde comenzar.
ResponderEliminarPues sí.Lo primero,dando la enhorabuena por la crónica,por el super reportaje fotográfico y por lo que el grupo llamais, RUTON.
Siento mucho las caídas y averías producidas,pero en una ruta tan larga y dura qué menos...
Creo que la satisfacción personal de cada uno compensa el resto.
Genial.
Una vez más...CHAPÓ.
Un saludo.Charo
Tengo que hacer un esfuerzo para recuperar de mi memoria lo que sufrí en el último ascenso por el calvario de escaleras. Ya he olvidado la madrugada que nos metimos o los kilómetros que recorrimos en coche. Las heridas que provocaron en brazos y piernas las zarzas y piornos ya están casi curadas y el temor a caer por algún terraplén ya es anécdota.… Lo que si recuerdo con toda nitidez es lo mucho que disfruté durante toda la ruta y lo a gusto que estuve compartiéndola con mis compañer@s. Gracias a TOD@S.
ResponderEliminarCañón del río Huecar, mirando a Cuenca.
ResponderEliminarFantástica ruta, con compañía insuperable, mejorable sólo con quién no pudieron acudir.
La verdad, al enterarme de cambio, y no acudir al rio Lobos, me sentí un poco decepcionado, pués me hubiera gustado repetir, pero seguro que más adelante se hará.
Pero, "barranquismo" en bicicleta por el cauce de un arroyo con agua, es inesperado, pero no por eso dejamos de disfrutar.
Bonito también, la diversidad del reino vegetal, con variedad de senderos y el espectáculo del agua rezumando por las miles de piedra.
Y cómo nos gusta comer o es qué ¿teníamos apetito? O directamente hambre.
Sed Felices, cómo fuimos descubriendo el cañón del río Huecar.
Un abrazo.
Magnifica ruta,bien luis Angel y magnifico grupo,encantados d compartir con vosotr@s un día espectacular y disfrutar como se merece de este gran grupo, que no deja de ayudar, esperar y reparar lo que se ponga por delante. Y la ruta uffff que Ruton de los buenos, para la vista, oído, sensaciones, disfrute, goce, risas....tuvo de todo y creo que me quedo corto y para rematar, una súper comida en familia,repleta de buen rollo y caras de alegria,ruta vivída,conseguída y super disfrutada.
ResponderEliminarGracias por estar ahí y por la acogida tan buena que nos disteis, sentirse querido y querer es de las cosas más satisfactorias que te pueden pasar y el Domingo la sentí y di con creces.
Un Besoabrazo
Naty y Toño
Me alegro mucho que disfrutárais de la ruta, pero ya estáis tardando en buscar fecha para repetirla para los que no hemos podido ir.
ResponderEliminarUn abrazo amigos.
Ruta inolvidable por muchos motivos: entorno magico, senderos, pistas, trialeras y singles trails increibles! Compañia genial y un tiempo ideal para rodar. Ademas de la ruta una comida muy entrañable disfrutando de la gastronomia local entre risas y bromas. Y las fotos y la super cronica como guinda del pastel!
ResponderEliminarUna ruta a repetir y que se convertira sin duda en una ckasica anual.
Un abrazo