No importa lo que decidas. Lo que importa es que te haga feliz
Esta
semana no realicé ninguna convocatoria. Avisé
de mi intención de escapar para “explorar”, a ser posible a buen recaudo del
sol y de las temperaturas salvajes que estamos sufriendo. La
fortuna está de mi lado cuando Ángel y Juan deciden acompañarme en mis
pretensiones sin que yo les facilite un track.
Encuentro en aparcamiento junto al embalse del Pontón Alto
He leído que casi participaban 1700 ciclistas en “La Perico 2024”, su vigésima novena edición y, perdido entre esa multitud, se encontraba nuestro amigo Enrique, que nos cuenta finalizó con satisfacción la prueba a la que se apuntó. Y es para estar satisfecho.
Alcanzaremos
sólo a ver pasar los dos últimos pelotones de cola, muy tranquilos, y los
coches de seguridad de la organización
Arrancamos
con ganas, pero sintiendo desde el primer minuto que este será el día ideal
para mantenernos a la sombra. Paso por el Puente del
Niño, sobre el arroyo del Rastrillo que encontraremos de nuevo más
adelante, alguna dehesa muy seca y a buscar zona de pinares cuanto antes.
Pista Forestal del Nogal a las Calabazas
No le
puse yo el nombre, pero bueno es conocerlo. Caminos
y sendas que surgen a derecha e izquierda de nuestro avance, invitando a
regresar y emplear muchas horas en su exploración.
Visto
ahora en el mapa, no tenemos pérdida. Bajo
nuestras ruedas la carretera forestal de la Cueva del Monje a las
Vaquerizas. Decidimos acercarnos a que el monje nos diera su bendición, pero no estaba en casa.
Arroyos
no van a faltar en nuestro recorrido, pero será el arroyo de Regajos Fríos
el que nos provea de agua muy fresca a través de la fuente Cruz de Abastas.
¡Qué
bien se está aquí!
El
susurro del arroyo de Navalasviudas detendrá de nuevo nuestra marcha. Increíble
ver en estas fechas el agua corriendo saltarina ladera abajo. No
podemos irnos sin hacer unas fotos.
Las
piernas se tensan para seguir con el avance rápido, dejando atrás el puente
de los Quebrados y muchos recuerdos de desvíos hacia el Chozo Aranguez
o el puerto de Cotos.
Vamos
a tomar desvío por la Vereda de la Canaleja, en dirección al puente
de la Cantina pero, por hoy, sólo hasta desvío por el puente del Arroyo
del Cancho. (Temí que nos alejara mucho de nuestro recorrido)
Avance
hasta cruzar Las Siete Revueltas, donde un fuerte olor a quemado
eléctrico nos hace mirar con detalle nuestras e-bikes. Algún
coche poniendo a prueba sus frenos. Poco
más adelante, la presencia de Ángel evitará que una vez más esté a punto de
acabar con mis huesos perdidos en las profundidades oscuras de un zarzal
asesino.
Montado sobre su caballo, o yegua, que no me fijé, se planta amistosamente junto al camino por el que pretendemos descender
Iniciamos
ascenso por la pista forestal de la Fuente de la Reina (mortirolo).
Ángel
marca el ritmo, muy buen ritmo. Nos
adelantan varias e-bikes que no escatiman batería. Buen
merecido trago de agua fresca para los tres.
Montado
sobre su caballo, o yegua, que no me fijé, un paisano se planta amistosamente junto
al camino por el que pretendemos descender, justo enfrente de la fuente de
la Reina: “Está muy mal ese camino ¿eh?”
– nos dice tras cruzar saludos y percatándose de nuestras intenciones. “Mas
adelante está muy sucio… No sé
yo. Y a
tramos muy seco y roto…”
Cruce
de miradas entre nosotros y optamos por seguir su consejo y olvidarnos del
camino…, por el momento.
Estando donde estamos, acercarnos hasta lo alto de la Camorquilla (1687 m), por detrás del Cerro de la Camorca, se nos antoja irresistible y más aún, viendo a Ángel que se encuentra pletórico de ganas y de fuerzas. Hasta ahora, el único punto en el que estamos a merced del sol, pero corre airecillo y se está muy a gusto. - Una foto más y nos vamos, ya hemos hecho lo duro.
Intenciones,
intenciones, pero no creemos oportuno descender por la “Madre de todas las
cuestas” (aleonardos) viendo lo seco y roto del terreno cercano. Optamos
por seguir hacia la Cruz de la Gallega y la Puerta de Santillana, con
vistas a la izquierda al Cerro de Matabueyes, con el que no recuerdo que
hayamos pugnado.
Por
aquí y por allá hacia el Puente de Pasaderas, con el río Eresma
bastante escaso a estas alturas. Son los últimos metros de regreso a los coches
por senderillos entrecruzados.
¡Fenomenal mañana! Sombras, agua, compañía. Impresionantes: Ángel, que se ha atrevido a realizar la ruta sin perder la compostura ni la sonrisa, escoltado por dos e-bikes y Juan, que se ha tenido que pegar madrugón y no ha echado en falta un track.
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