AlfonsoyAmigos en Montejo y La Hiruela

¡No digas no puedo ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio, y te lo recordará cada vez que lo intentes! Facundo Cabral

Llevaba semanas cruzando información con Chicho acerca de ruta que me rondaba por la cabeza. Recordaba haberla hecho hacía más de 10 años y me dejó buenos recuerdos, aunque probablemente muchas cosas habrán cambiado, pensaba.

Chicho acude a las fuentes habituales que son dignas de confianza y yo a uno de los compañeros con el que en su día compartí ruta. ¡Un saludo Kike!

Parece que la cosa está clara. Toda la información coincide en un trazado que, aunque recibe algunos comentarios controvertidos, todos acaban coincidiendo en que es un RUTÓN que hay que conocer. Pues nada, convocatoria lanzada y allá vamos.

Madrugón, mayor para los que  parten desde El Espinar. Todos nos encontramos importantes bancos de niebla por la carretera y temperaturas muy bajas que no auguran nada bueno y te hacen recordar la cama calentita que dejamos atrás.

Hago esfuerzo por no preguntarme cuántos acudirían hoy y me obligo a esperar simplemente a que los coches vayan llegando al punto de encuentro. Mejor así, porque al final casi pierdo la cuenta.

Habiendo dejado la niebla por el camino, sin viento y con una temperatura que ahora sorprende por la poca sensación de frío nos encontramos en Montejo de la Sierra, en una zona escasa de aparcamiento y que prácticamente copamos:

Andrés, Ángel, Chicho, Enrique, Ernesto, Eva, Jesús, Luis Ángel, Miguel Ángel, Pawel, Patrick, Rafa y Alfonso.

De nuevo ausencias que se echan de menos, pero los presentes iniciamos la marcha dispuestos a afrontar lo que nos echen encima. Hoy no tendremos prisa por llegar… bueno, la mayoría.

Tal vez porque no hemos dado a conocer el track de forma indiscriminada o por precaución ante una ruta que se antoja dura, el grupo rueda muy agrupado afrontando los primeros repechos por un sendero que no se ve bien definido.

Se diría que en ocasiones avanzamos campo a través y casi se agradece el no rodar por las, cada vez más habituales, pistas de gravilla. Se tiene mayor sensación de estar en plena naturaleza.

Desde el primer momento disfrutamos un entorno claramente otoñal lleno de belleza, pero las hojas ya están muy secas y oscuras, y las laderas han perdido su color. Coincidimos en que venimos pasados de fecha. Lástima que las advertencias de fuertes lluvias e incluso de nieve de semanas pasadas demorara nuestra llegada.

Nos adentramos entre robledales por senderos cubiertos de una alfombra de hojas secas, que crujen bajo nuestras ruedas, que nos recuerdan entornos espinariegos y nos obligan a andar muy finos con el GPS para no perder ruta.

Coincidimos con grupo de Cercedilla que parece llevar nuestro mismo trazado e iremos tomando relevo en la cabeza cada vez que alguno pare a hacer una fotito… Hasta que Chicho se toma su particular “break-apple” y ya les perdamos de vista.

En cada recodo quedamos encandilados observando un mar de nubes por debajo de nosotros. Seguramente lo vemos más espectacular que lo que las fotos recogen…

Y echamos en falta a Jesús. ¿Dónde se ha metido? ¿Quién le ha visto? Harán falta varios intentos de comunicar con el  móvil para que nos acabe reconociendo que está por delante de nosotros; que ha avanzado sin parar siguiendo un “culo equivocado”.

Cuando estamos en el Prado Sancho, abandonamos a nuestra izquierda la pista que nos hubiera llevado al Collado del Mosquito y al pico Tres Provincias, pero tranquilos, que esa ruta está anotada en la agenda para próxima ocasión.

Nos dejamos caer por preciosas laderas hasta el súper restaurado y encantador pueblo de La Hiruela, para adentrarnos en parajes de cuento junto al caudaloso Arroyo de la Fuentecilla. Ruedas y empujas la bici en buenos tramos, pero la vista intenta quedarse con todo cuanto te rodea.

Cruzamos la M-137 y emprendemos duro pero llevadero ascenso rodeado de vegetación y gruesa capa de hojas en el suelo que impide rodar con facilidad. En lo alto, en el Collado Hondo (1363 m), nos tomamos otro descansito.

El GPS no parece reconocer donde ha crecido sin control la vegetación y costará dar con el sendero, pero conviene no perder altura para encontrarlo. Ver a caminantes nos convence de que estamos en el buen camino.

Descenso habilidoso que sólo disfrutan los que hoy se sienten con “flow”, hasta coger pista forestal que nos permitirá rodear la ladera a buena velocidad de regreso a La Hiruela, pasando por zona con reconstrucción de choza  y carbonera que invita a realizar unas fotitos.

Dura decisión en este punto. Sólo Chicho sabe lo que implica descender hasta el área recreativa donde se encuentra el Molino de La Hiruela, junto al mismísimo Río Jarama. Tal vez en otra ocasión, ya conociéndolo, cojamos variante para evitar lo que está por llegar.

En la ruta MTB de hoy, puede que nuestro amigo Rafa y yo mismo hayamos acabado más cansados que el resto. Sí, precisamente los que llevábamos e-bike

La zona siempre es digna de conocerse, pero el descenso hay que realizarlo por escalones de madera perfectamente preparados para los andarines pero que con las bicicletas se convierte en zona de riesgo.

Se me olvidaba decir que, en toda la zona, alguna mente privilegiada inventó sistema de puertas de madera para paso de a uno de quien lo intenta a pie. Para los que vamos en bici, te obliga a izar tu máquina por encima de los hombros y yo diría que cruzamos más de cinco puertecitas.

Otro bello paraje, en recodo del Río Jarama en el que se encuentra el restaurado molino. Ideal para ir de excursión y pasar allí una mañana soleada…

Nosotros debemos seguir avanzando y Chicho se desespera intentando convencernos de que deberemos hacerlo por donde a la vista resulta totalmente inviable. Un excursionista, buen samaritano, confirma: Es imposible.

Pero para AlfonsoyAmigos… Impossible is nothing (slogan de Adidas tomado de discurso de Muhammad Ali)

Y con ese convencimiento saltamos otra puertecita de marras y nos ponemos a trepar por zona que hubiera sido complicada para las cabras de montaña y así debimos parecer a los que nos observaron desde el otro margen del río.

Avance lento, penoso y peligroso, más para los que portamos bicicletas e-bike muy pesadas. Con posibilidad de dar traspiés y rodar hombre y máquina ladera abajo.

Al final, cansancio, porque todo el flujo sanguíneo sube al cerebro para impedir que pierdas la concentración y te abandonan las fuerzas de las piernas y brazos. No recuerdo el tiempo empleado en estas lides, pero a más de uno nos pareció eterno.

Vale Chicho, ya hemos visto el molino.

Increíble nuevamente la preciosidad de cuanto nos rodea. Hay que verlo y recorrerlo. La buena temperatura acompaña en todo momento.

Llegamos a El Cardoso de la Sierra y Eva pregunta la hora, entiende las 12,30 y se queda tan satisfecha. El tiempo se ha pasado sin darnos cuenta y en realidad son las 14,30. Estamos disfrutando como críos, pero los estómagos reclaman atención… y no sólo de manzanas, chuches y bocata de chocolate vive el hombre.

Ante nosotros, oportuno como nunca, un rústico cartel de madera con una flecha que anuncia: Taberna El Tino.

Pequeña, tan rustica como su cartel, pero que a nosotros nos parece ahora mismo el mejor restaurante del mundo, con un tablón de anuncios que ofrece bocatas calientes de todo tipo. ¡¡Genial!!

Cruce de miradas y la decisión parece unánime, pero Enrique, Jesús y Pawel prefieren proseguir ruta y regresar cuanto antes. El resto nos tomamos nuestro tiempo para contentar a nuestro estómago, que el espíritu ya va sobrado.

Nada más retomar la marcha, un duro repecho nos desafía y es vencido pero, después de recorrer unos preciosos tramos, una trialera sin aparente dificultad, es la que vence a la máquina de Miguel Ángel provocando una avería de campeonato. Un pedrolo ha destrozado el cambio y retorcido la cadena. ¡¡Puaf!!

En ausencia de otros compañeros duchos en estos trances, es Patrick el que en las últimas ocasiones ha asumido el desafío de arreglar los rotos. Manos a la obra: Cambio para tirar, troncha-cadenas, eslabones de enganche rápido y unas manos habilidosas.

Más abajo esperan los compañeros y Luis Ángel desanda camino por si puede ayudar. Estamos listos para seguir, pero la cadena se sale con facilidad… mejor continuar la última parte del recorrido por carretera.

Pasaremos junto a la puerta de acceso al restringido Hayedo de Montejo, fotito y regreso rápido por carretera vigilando el buen rodar de Miguel Ángel.

Los que prefirieron no parar a comer llegaron a los coches sin problemas y nosotros lo hicimos una hora más tarde. Todos contentos y eufóricos.   

¡¡Qué RUTAZA!!

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Resumen:  Hora de Inicio 9,00

Cómo llegar a punto de encuentro en Sonseca

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