Quiero
dedicar esta última parte del relato a mis amigos de AlfonsoyAmigos que
apoyaron desde el principio esta aportación al blog, y especialmente
agradecerles las fotos que he tomado prestadas de algunas de sus rutas, que son
casi todas, al considerarlas especiales porque nos acercan a los paisajes
espectaculares que tenemos en esta sierra segoviana.
Relato de: Aránzazu González
Teresa, que era un año menor
que María, se instaló en tierras alemanas en febrero de 1963, a la edad de 20
años. Su trabajo de secretaria dio paso al de asistente en el departamento de
ventas, adquiriendo amplios conocimientos sobre la industria farmacéutica y
recorriendo aquel país que la había acogido no sin una costosa adaptación al
idioma y a sus gentes.
Teresa y su madre vivirían
en Múnich y después en Berlín Occidental hasta 1978. Arropada por el ámbito
laboral de su empresa Teresa adquiere la doble nacionalidad. El contacto con el
Berlín Oriental es prácticamente nulo, ese Berlín del otro lado del Muro del
que muchos querían escapar.
De este modo, era sólo en
verano cuando Teresa podía regresar a España, a su querido San Rafael y pasar allí sus vacaciones, visitar a la familia que le
quedaba y abrazar a su amiga María con la que continuaba la incesante correspondencia
a través de la cual sabían una de la otra y de los cambios que acontecían en la
vida de cada una de ellas.
María y Juan visitarían a
Teresa en Múnich en la primavera de 1970 en un viaje inolvidable que Teresa y
María recordarían siempre como uno de los regalos más especiales que su amistad
les permitió disfrutar.
Durante los años que
Teresa pasó en Alemania, no hubo ni un solo día que no recordara sus paseos en
bicicleta con su amiga María por San Rafael, cobrando especial importancia
aquellos ratos que compartieron juntas, unidas, confidentes, desde niñas
imaginando y soñando mientras compartían un cucurucho de pipas por el Paseo
Rivera, que habían comprado en el puesto de la Sra. Criso. Sin embargo, desde
el principio, el destino las había preparado vidas muy distintas pero no de la
forma en la que imaginaron.
Durante su estancia en
Berlín, Teresa comienza una relación sentimental con un compañero de su mismo trabajo
que finalmente se verá truncada por la muerte de éste al intentar ayudar a un
amigo, residente en la RDA (el lado
soviético de Berlín), a cruzar al lado occidental.
Y aunque el invierno
germano no distaba mucho del de su querida tierra segoviana Teresa sintió una
tristeza inmensa que no superaría si se quedaba en aquel lugar donde a la
libertad personal y de movimiento le quedaba todavía un largo camino. Es por
eso que Teresa decide regresar a Madrid y por ende a su casa de San Rafael.
Corría el año 1978 y
Teresa y María contaban ya con 35 y 36 años respectivamente. En septiembre de
ese mismo año Juan, el marido de María, sufre una aparatosa caída de un caballo
por la vereda de Santa Quiteria, accidente que le tendrá convaleciente durante
meses.
Teresa conservaba su casa
de San Rafael a la que tuvo que realizar algunos arreglos y modificaciones,
encarando la vejez de su madre y para los días que ella decidía alojarse allí
cuando su trabajo se lo permitía, además de las vacaciones de verano.
En aquellos días María
necesitó más ayuda con sus hijos, que ya contaban con 13, 10 y 8 años, y Teresa
estuvo cerca para echarle una mano en todo lo que pudo. Ver a su amiga María
viviendo felizmente al lado de Juan cuidando de sus tres hijos Antonio, Jesús y
Luis, sería una de las estampas más entrañables que siempre llevaría consigo.
Antonio, el primogénito de
María, desobedeciendo a sus padres solía alejarse de casa con su bicicleta
junto a algún amigo atravesando el camino forestal hacia El Espinar, llegando hasta Cueva
Valiente e incluso Cabeza Lijar. Le gustaba hacer de expedicionario y no
siempre calculaba bien el tiempo que emplearía en volver, de modo que en una
ocasión se les echó la noche encima, y desorientados, no pudieron regresar.
Ni María ni Teresa ni
aquel chico inquieto olvidarían la angustia que generó aquel episodio en la
vida de todos ellos cuando caía la tarde de ese día del mes de julio y se hacía
imposible localizarles sin tener la más mínima idea de dónde podrían hallarse.
María, alarmada, fue
inmediatamente a buscar a Teresa que a su
vez avisa a Emilio, antiguo compañero y amigo de la escuela que seguía
residiendo en San Rafael, guarda forestal que conocía bien los montes de la
zona. Emilio y Teresa buscan a Antonio sin éxito mientras que María, muy
preocupada, se queda al cuidado de sus otros dos hijos.
Finalmente Antonio
aparecía a la mañana siguiente, asustado, llorando y hambriento por Arroyo Mayor con su bici a cuestas y
aunque un bocadillo de mortadela solucionaría el disgusto inicial de su
peripecia, aquella aventura, que le hizo pasar tanto miedo por el pinar hasta
llegar a casa y la preocupación de sus padres y de Teresa hasta que le vieron
aparecer, marcaría a partir de entonces el historial de andanzas de su afición
por la bici.
Tras el susto con Antonio,
Emilio y Teresa comenzaron a compartir conversaciones y paseos hasta Cabeza Reina, apreciando la vista del
monte desde todos lados del cerro. Por un lado, el pueblo al fondo, y por otro el
Alto del León y la estación de Gudillos y Tablada, y más adelante la zona de la
Mujer Muerta hacia Segovia, evocando también viejos tiempos.
Mientras que Emilio le
contaba a Teresa cómo había sido su vida en San Rafael, ella hacía lo propio
sobre la suya en Alemania y en Madrid. Poco a poco fue creciendo el cariño entre
ellos, dando forma a una relación que les gobernaría y cambiaría el propósito
que las circunstancias inicialmente habían impuesto a ambos.
FIN
DE LA HISTORIA
Aránzazu González
Conoce los capítulos anteriores. No te los pierdas.
Capítulo I - Mujeres en la Sierra Segoviana años 50
Capítulo II - Mujeres en la Sierra Segoviana
Aránzazu González
Conoce los capítulos anteriores. No te los pierdas.
Capítulo I - Mujeres en la Sierra Segoviana años 50
Capítulo II - Mujeres en la Sierra Segoviana
Buenos días para tod@s, precioso colofón el que pone Aranzazu a esta trilogía sobre la vida, la amistad y todas las circustancias y situaciones que acontecen en ella a lo largo de los años. Al final la vida es eso, un eterno viaje de vuelta hacia nuestros origenes. de vuelta a casa, donde la amistad verdadera perdurará en el tiempo, haciendo frente a cuantas vicisitudes y acontecimientos que se presenten. Enhorabuena y gracias al blog por publicarlo.
ResponderEliminarGracias Jose María, siempre pendiente de mis publicaciones y atento en tus comentarios, bien por aquí, bien en otros foros. Celebro que te haya gustado también este relato en tres actos, encuadrado en nuestro querido entorno espinariego y sanrafaeleño. Cualquier excusa es buena para disfrutar del mismo, sea recorriéndolo en bici o escribiendo. historias de vida como esta.
EliminarAranzazu, bonito final para Teresa que después de salir de España, vivir mundo y conocer los sinsabores de vivir fuera de tu país, decide regresar y reencontrarse con su vida en casa y más si además encuentra el equilibro de amor junto a Emilio...... Merecido final para ambas protagonistas, una feliz con su familia y la otra comenzando un nuevo episodio. Felicidades por la trilogía!!! Esperemos que vuelvas a escribir algo más Aranzazu !!
ResponderEliminarGracias Alfonso, me alegro que te haya gustado también esta última parte. Tú sabes bien lo que es vivir en otro país y tener que adaptarse a otras culturas y mentalidades, así como esa morriña que acompaña a las ganas de regresar a la tierra de origen, y en este caso a la segoviana también!!. Y como dice Muñoz Molina en “Ventanas de Manhattan”, uno llega a conocer mucho mejor su propio país, y a echarlo de menos cuanto más viaja y conoce otros lugares, aunque parezca una paradoja, donde los contrastes a los que asistes te obligan a mirar con perpectiva obligada mostrándonos lo no tan malo que tenemnos.
EliminarUn abrazo
Enhorabuena por estos relatos Aranzazu, evocan tiempos pasados y motivan para cultivar la amistad como fuente de bienestar y apoyo frente a la adversidad.
ResponderEliminarGracias Laura, así es, a veces los años y las experiencias vitales, afortunadamente, no erosionan amistades como la que se tienen Teresa y María, sino que la fortalecen.
EliminarUn abrazo.
Qué maravilla de relato y qué maravilla de fotos. Sin palabras me has dejado con el desenlace del relato. Preciosa historia de amor y de amistad en un entorno tan bucólico como San Rafael.
ResponderEliminar¿Para cuándo el próximo? Aunque superar a este ya es difícil. Pusiste el listón muy alto, amiga.
Enhorabuena y felicidades también a Alfonso por este magnífico blog con el que nos deleita cada semana: ya sea con relatos, historias o crónicas de la sierra del Guadarrama en ambas vertientes.
Un abrazo, chic@s y a seguir creando para deleite nuestro.
María Jesús Maricalva
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarBuenas tardes Aránzazu y Alfonso. He leído dos veces amiga tu extraordinario relato y he disfrutado muchísimo. En primer lugar apreciando esa amistad tan profunda y duradera entre María y Teresa. Correspondida y conservada con esa correspondencia que hoy ya no se utiliza. Esos lugares de San Rafael compartido por ambas. Esa ayuda siempre que alguna lo necesita, sobre todo María. Antonio cuando se pierde y no regresa encuentra la colaboración de Teresa y Emilio para intentar localizarle. Ese guarda forestal que tan bien conocía el monte y todos los nombres de cada uno de los lugares que circundan nuestro pueblo.
ResponderEliminarCitas los que se ven desde Cabeza Reina que son casi todos. Mi padre me los enseñó todos cuando era guarda incendios en verano. En definitiva, que me has demostrado lo bien que escribes y cuentas historias. Mi opinión es que deberías añadir algún capítulo más.
Acabo dando también las gracias a Alfonso por su ayuda y publicación, como también por sus maravillosos documentos gráficos.
Ángel Efren Sanz Moreno
Muchas gracias Ángel por tus palabras y tu reconocimiento al relato pero sobre todo agradezco que quieras compartir por aquí esos bonitos recuerdos que nos comentas de infancia y juventud en San Rafael y alrededores. La historia no responde a la vida de alguien real en particular, con nombre y apellidos, pero sí podría ser perfectamente la de muchas personas al mismo tiempo en esos años en los que está contextualizada con ubicaciones que sí son reales, por todos conocidas.
EliminarGracias Arancha por este final. Por transmitir con un lenguaje claro y cálido los paisajes y la época ennla que vivieron estas dos amigas de verdad, amigas de y para toda la vida.
ResponderEliminarTenía muchas ganas de leer este final desde las anteriores publicaciones y no me ha defraudado!!
Muy bonitas las fotografias.
Ana Galeote
Gracias Ana, me alegro que lo hayas podido leer y que te haya gustado también esta última parte, gracias por tu fidelidad y apoyo al relato, aún teniendo escaso tiempo para dedicarlo a estos menesteres. Un abrazote
EliminarEnhorabuena Aranzazu. Una preciosa historia de amistad, de dos buenas compañeras d vida. Interesante historia de dos clases de amigas diferentes,no las impide ni viento ni marea,dejar de serlo.
ResponderEliminarUn besoabrazo
Muchas gracias Antonio, un placer haber seguido este relato hasta aquí, con el apoyo desde el principio de gente como tú.
EliminarY así es, como bien dices, hay relaciones de amistad que sobreviven y permanecen en el tiempo a pesar de las circunstancias y del camino por el a cada uno le lleve la vida.
Déjame que te regale esto de El Principito:
"Las amistades son hechas de pedacitos de tiempo que vivimos con cada persona. No importa la cantidad sino la calidad de tiempo que pasamos con cada amig@, 5min pueden tener una importancia mayor que un día entero".
Otro besoabrazo para ti
Precioso Aranzazu no me ha defraudado ..ha terminado como mejor podía terminar .despueSe del desasosiego ..vida tranquila y amor correspondido ..Lo que todos quisiéramos tener ..besos
ResponderEliminarGracias Charo, muchas gracias! Me alegro que te haya gustado, y más viniendo de alguien como tú que conoce bien esta tierra segoviana, además ser compi de mi madre en la escuela allí en San Rafael.
EliminarUn abrazo grande
Un relato que transporta, atrapa y dibuja una sonrisa.
ResponderEliminarLos caminos de Teresa y María no fueron rectos, lineales, sino más bien, como toda vida, sinuosos y con tramos difíciles, pero la versatilidad del relato se encargó de poner luz allí donde hubiera hecho falta aclaraciones, por lo que me permito pensar que las amigas fueron tres en esta historia: Teresa, María y Aránzazu, su narradora omnisciente, quien las llevó de la mano hacia sendos destinos, y, a su vez, encontró en el suyo el romance con las letras. Enhorabuena.
Sergio Zaza
EliminarGracias Sergio, muy amable tu comentario.
Agradezco la bondad con la que únicamente destacas virtudes del relato, y no los fallos que también seguro, los tiene. Bonita esa conclusión a la que llegas, de que son 3 y no 2 las amigas, es inevitable que ambas se hayan robado algo de quién las ha creado.
Un abrazo.