El ciclismo de montaña, esa danza entre la naturaleza y nuestras
ruedas, es tradicionalmente un baile grupal. La camaradería,
seguridad y motivación que nos brinda el grupo son pilares de nuestras
salidas.
Pero, ¿Qué sucede cuando esos senderos los recorremos solos? Ahí,
en esa soledad, descubrimos un tesoro diferente, un valor incalculable que
merece ser contado.
La soledad del ciclista
Pedro
Delgado, en su libro “La soledad de Perico”, habla de la soledad del deportista:
“Por
mucho que jaleen a un deportista, siempre está solo. Por muy rodeado de gente que se encuentre mientras sube
un puerto, con la pasión desatada a su paso, el ciclista está solo frente al
esfuerzo, el dolor y la gloria. Y solo también frente a la derrota”
Pero
yo me refiero a algo diferente, a la soledad como elección… aunque solamente sea
de vez en cuando:
Conexión Personal con la Naturaleza
Rodar
solo es abrir un diálogo íntimo con el bosque. Los sonidos
de la vida silvestre, el crujir de las hojas y el chirrido de los frenos se
convierten en la banda sonora de mi viaje. Es
una experiencia pura, sin filtros, donde cada respiración se sincroniza con el
latido del monte.
Autodescubrimiento y Resiliencia
En la
soledad, me enfrento a mis propios límites. Cada subida
empinada y descenso técnico, los obstáculos casi insalvables, las
averías, se convierten en maestros silenciosos que me enseñan sobre la
confianza y la habilidad, y me enfrentan a mis propios límites físicos y
mentales. En esos momentos de desafío, me descubro,
aprendo quién soy.
Meditación en Movimiento
El
ciclismo en solitario se transforma en una meditación activa. La
concentración para navegar por el terreno me ancla al presente, me regala
claridad mental y espacio para la introspección. Es mi
forma de buscar la paz interior y la serenidad.
Libertad y Flexibilidad
Solo
en la montaña, decido mi destino. Elijo
mi ruta, mi ritmo y mis descansos. Esta
libertad es un bálsamo para el alma, me permite escuchar a mi cuerpo y mente, y
ajustar mi camino a mis necesidades y deseos.
Conclusión
He compartido innumerables rutas y experiencias con amigos y atesoro esos momentos. Pero también sé que la soledad en la montaña es una experiencia profundamente personal y enriquecedora. Es un aspecto del ciclismo que invito a explorar.
Yo tengo una reciente experiencia en Picos de Europa, te aseguro que no se me olvidará jamás.
ResponderEliminarDe vez en cuando viene muy bien.
Fer
Seneca decía: “Quieres saber lo querealmente necesitas? Pregúntaselo al silencio.
ResponderEliminarLuis Angel.
No puedo describir la sensación que me produce lee y releer, tres días después, tú reflexiones. Coincido contigo en el 99% , también disfruto de esos sentimientos cuando hago pista en solitario...y cuando quiero hacer lo que tenía previsto y cambio al cruzar cualquier camino o me doy la vuelta para volver a disfrutar una subida o bajada...O paro a comer algo y reflexiono y, no sé oye a nadie, quizá los pájaros ( de mi cabeza).
ResponderEliminarEs otra manera de conectar con la naturaleza, tú cuerpo con la bicicleta, como el corredor con sus piernas, tu cerebro se concentra en el esfuerzo sin presiones externas, sin pensar en ganar a nadie. O ganar al tiempo, que es imbatible.
Emocionante Alfonso
Yo lo hago a menudo y llega a enganchar hasta convertirse en necesidad..😃
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