Acudí a la cita confiando en que allí apareciera un grupo reducido de amigos, más fácil de manejar en situación adversa y de controlar en caso de rebelión o queja masiva
Avisé, que conste,
de que la ruta sería “diferente y dura” e incluso todos conocíamos que las
temperaturas se iban a disparar este domingo. Puede que por
tanto avisar o porque la mayoría prefiere estar de vacaciones a montar en
bicicleta, en el Paseo Rivera aparecemos:
Ángel, Fernando, José María, Juan y
Alfonso. ¡Ah! y Galo, que se nos unirá más adelante.
Saludo afectuosamente
a unos compañeros que sonríen como siempre y se alegran del encuentro, aunque hoy
parece que me miran de manera diferente a la habitual (o a mí me lo parece),
pero sigo ocultando nuestro destino y en pocos minutos comenzamos la marcha. Hoy nadie lleva el track, la ruta solamente se cuece en mi caldero.
Ya conocemos todas
las variables que nos acercan a la Cerca de las Monjas y por ende a Arroyo
Mayor, el mirador de Peña El Águila y el tramo de la Cañada Real Leonesa hacia
el Collado del Hornillo (1637 m). Nombres ya
míticos, paisajes familiares que forman parte de las rutas de AlfonsoyAmigos desde hace más de 12
años.
Una rueda de José
María quiere dar guerra, pierde aire con facilidad, pero un par de buenos
apretones de bomba y parece que aguantará. En lo alto del
Collado nos tomamos un pequeño descanso mientras, por un momento, pienso en la
importancia que debió tener este paso de la Cañada a lo largo de la historia de
la trashumancia en el Guadarrama.
Ya se aprecia que
el calor va a apretar de lo lindo… Pero estamos en
Julio, apunta Fernando. Sí, sí, ya, ya, pero hoy creo que
voy a sudar más de lo habitual.
¡Esperad!, no os
dejéis caer por la trialera hacia la fuente
del Hornillo, aviso presto, que aparte de que hace tiempo que no da agua,
hoy nos vamos a desviar antes. Y así es como tras dejarnos caer
por la primera recta, justo antes de tomar la curva nos desviamos por camino
que surge a la derecha con un pequeño y duro repecho.
Puede parecer
duro, vale, pero lo peor está por llegar. El camino se
convierte en sendero y el sendero en casi “paso de cabras” no diseñado
precisamente para las bicicletas y como
ya avisé, una tortura para quien tiene que cargar y elevar la e-bike por encima
de pedrolos de gran tamaño. Siempre surge alguna voz amiga con
un tímido “¿te ayudo?”, pero me tengo que ver muy necesitado. Gracias de todas formas.
Partíamos ya de la
altura del collado (1637m) y no hemos parado de ascender, aunque sea poco a
poco, intentando hacer montados los tramos que nuestra fuerza y habilidad nos
lo permiten. Las vistas son impresionantes aunque el
día está algo brumoso y no nos importa detenernos unas cuantas veces solamente
para disfrutar del entorno; bueno, y para tomarnos un respiro.
El entorno es
conocido como Navas del Toril y no
encuentro en mapas más reseñas a nombres de montes o picos, salvo el de Cueva Valiente que queda a nuestra
derecha y el del Cerro de la Salamanca
que hemos dejado a nuestra espalda.
Un buen rato en lo
alto, subidos a unas peñas, dejando que la vista de todos se pierda en el
horizonte, disfrutando de una brisa suave que se agradece. ¡Qué maravilla! Y nos empeñamos en irnos lejos sin
conocer lo que tenemos, apunta alguno.
Emprendemos el
descenso por senda que se ve clara a nuestro frente, aunque a derecha e
izquierda abandonamos otros senderos para próxima ocasión. Disfrutamos en nuestro avance varias decenas de metros pero inmediatamente
aquello se inclina y se deja caer casi en picado por zona resbaladiza de piedra
suelta y pedrolos.
Hacemos lo que
podemos por seguir montados, pero una vez que resbalas ya no hay quien te pare
salvo que acabes estrellado contra un árbol o caído de mala manera. Mejor tener precaución y poner pie en tierra.
Hemos dado con el
trazado correcto, pues a la vuelta de curva nos damos de frente con el Refugio de Vallenmedio, nuestro
objetivo de hoy. Alegría de todos al aparecer por detrás de
los tremendos bloques de piedra que mantienen en pie la construcción.
Escondido entre
pinos, impertérrito con el paso del tiempo, con el techo desvencijado y aún en
parte haciendo su cometido, pero queriendo ser encontrado para darte cobijo y
abrigo si lo necesitas y con una chimenea dispuesta a dar calor en invierno.
La misma
construcción, las mismas formas, el mismo porche, acaso idénticas medidas a los
refugios de La Salamanca y de La Naranjera que ya conocíamos. “El adiós a los refugios de montaña”
Estando en estos
parajes nos da alcance Galo que a buen seguro se ha empleado a fondo y juntos
seguimos por el descenso que pierde desnivel pero no mejora en el trazado. En estos terrenos parece nacer el arroyo
de Valle Enmedio, cuyo cauce casi seco empezaremos a ver por nuestra
derecha.
Tras seguir unos
senderos que son del gusto de todos y apenas rozar extremo del Camping
Vallenmedio, giramos para acercarnos al pequeño embalse de Prado Toril. ¿Hemos dicho que hoy la ruta era diferente? Pues eso. Soy el primero en descalzarme para meter
los pies en las frías aguas embalsadas, pero en un plis plas estamos todos con
el agua fresca hasta las rodillas.
Disfrutamos como
críos sin prisa por arrancar y nos costará ponernos de nuevo en movimiento. Alguno se ha quedado con ganas de pegarse una zambullida, pero ha
salido más mojado de lo que esperaba.
Repecho, otro
repecho, uno más y llegamos a zona de bunkers y trincheras que no todos
conocían. Parada, relajo, charla. De habernos visto, más de un purista del ciclismo se habría tirado de
los pelos… ¿Pero esto que es?
Marchamos a buen
ritmo por pista hacia el embalse de
Cañada Mojada y en cuanto lo tenemos a la vista giramos a la derecha para
tomar senda por el trazado del arroyo
Chubieco, (con b según los mapas, en la zona de El Chuvieco con v – No es el primer caso) disfrutando
del fácil rodar, de los parajes, del ganado que nos observa con descuido, de
caballos que galopan por nuestra izquierda… una auténtica maravilla.
El último tramo
más complicado, algo más duro, pero siempre divertido hasta llegar al collado de La Gargantilla (1630m) y
acercarnos a tomar agua fresca en la fuente
de Juan Bellver.
Descenso por el arroyo Gargantilla, con sus tramos
divertidos, con sus complicaciones ya conocidas y dominadas por todos hasta
cruce con el Camino del Ingeniero, por el que recorremos pequeño tramo antes de
dejarnos caer directamente hasta La
Casona.
Objetivo
conseguido, obstáculos superados… eso sí, muy pocos kilómetros pero
engañosos y que han dejado huella en el cuerpo. Con las cervezas
en la mano todo son risas.
¡Hasta la próxima!
Otro domingo más de diversión sobre la bici, ruta conocida en algunos de sus tramos y otros novedosos con encanto, consiguiendo llegar a lugares espectaculares que algunos como yo, no los conocía aún.
ResponderEliminarMañana entre risas, alegría, compartiendo buena conversación y buenas pedaladas, no nos falto el minibaño y una refrescante cerveza al llegar al destino.
Feliz semana a tod@s
Mañana de bici-naturaleza, inédita gracias a la labor I+D de Alfonso. Fue sorprendente bajar aquel trialeron, imposible en algunos tramos, que nos sorprendió de repente con el refugio. Parecía que nos estaba esperando. Gracias por la compañía. Buena semana.
ResponderEliminarPor lo leído,esta ruta se puede decir,que ha sido cuesta arriba,o mejor dicho,montaña arriba
ResponderEliminar.
Muy curioso el refugio
Y muy refrescante el baño.
Una vez más
Deporte y naturaleza
Buena combinación.
Un saludo. Charo.
Siempre encantados de recibir tu comentario y tu saludo, Charo.
EliminarPues me llevo una buena sorpresa por el trabajo de búsqueda que llevaste a cabo, "el que la sigue la consigue". El refugio esquivo apareció y lograste enseñarlo a un pequeño grupo de compañeros. Eso sí con las fotos tan vistosas no se yo si nos convencerás en otro momento de ir a visitarlo.
ResponderEliminarBuena ruta. Un abrazo.
Cuándo, comentando la ruta a la sombra y con unas "aceitunitas"... y una cerveza con limón y sin alcohol, Juan, creo recordar, dijo que habían salido algo más de 20 km. ¿?
ResponderEliminarY luego de mirar el GPS...
Si, a si fue.
Una vez más, no son los Kms. recorridos, es la intensidad del recorrido y
en esta ruta la belleza de lo recorrido, con la sorpresa de la llegada al refugio.
En una bajada de vértigo ( con trechos andando) y detrás de un cerrado bloque de pinos, nos encontramos el refugio de Valledenmedio, ni que decir que fue asombroso reconocer la arquitectura calcada a los demás refugios de la Sierra de Guadarrama (todos en pésimo estado)pero, yo cómo era la primera vez que lo veía disfrute rodeándolo y recorriendo por dentro y posando, con los compañeros, en su maravillosa arcada a modo de porche.
No quiero dejar pasar e incidir en las vistas que observamos en lo más alto de la ruta y aunque el día era borroso debido a la calima, también disfrutamos con ello.
Aunque repito, lo mejor fue lo vivido en el refugio , y la llegado de Javi, que cómo el el edificio de Vallenmedio, apareció de repente detrás de los pinos...
Me quedo también con quién me acompaña en estos recorridos realzando sensaciones y risas.
Sed Felices. Un abrazo.