Las hemerotecas, que
conservan, ordenan y clasifican revistas y otras publicaciones de prensa
escrita para permitir su consulta, van siendo escaneadas sistemáticamente para ser volcadas en plataformas digitales al alcance de todo aquel que posea una conexión
a internet.
Gracias a la curiosidad
innata del ser humano, que en mi caso se ha agudizado con los años, he encontrado en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional, una revista satírica española de tirada semanal, que mantuvo sus publicaciones
entre 1880 y 1923. Me refiero a "Madrid
Cómico"
En su núm. 706, fechado el
29 de Agosto de 1896 dedican 2
páginas con el título:
ESPINAR, dos minutos
El propio director,
Sinesio Delgado, escribe:
-
I –
En las noches negras, cuando el tren rueda por las montañas entre resoplidos de fatiga y crujidos de maderamen, se ven de vez en cuando, como perdidos en las fragosidades de la sierra, unas lucecitas lejanas que revelan la existencia de un pueblo.
Pocos serán los viajeros
que no hayan sentido al verlas un irresistible afán de apearse en la primera
estación y sumirse en aquella oscuridad misteriosa para acercarse al caserío y
asomarse a las ventanas donde brillan las luces, para preguntar a los que las
encendieron:
--Pero ¿viven ustedes
aquí? ¿Quiénes son ustedes?
Porque la imaginación en
semejantes casos hace soñar con gentes extrañas, de otro mundo, que vegetan en
la soledad nunca turbada como jabalíes entre breñas.
Yo confieso haber sentido
muchas veces, al cruzar el Guadarrama, esa curiosidad que infunde lo fantástico
y maravilloso cuando surge al paso en plena realidad de la vida.
Atravesando la actual Plaza de la Corredera de El Espinar (Segovia) Fotografía de 1896 |
Y mire usted por dónde,
cuando menos podía imaginarlo, he venido a pasar tres días, ¡tres deliciosos
días por cierto! en uno de esos pueblecillos encantadores y he visto de cerca
las misteriosas lucecillas y he oído allá lejos la trepidación del tren y el
estridente silbido de la locomotora. De modo que si se le ha ocurrido a algún
viajero preguntarse:
--¿Quién vivirá allí?
Yo hubiera podido
responderle:
--Pues… yo, que estoy en
El Espinar tomando el fresco”
ooOoo
El
autor del reportaje ha acudido a El
Espinar con ilusión y con tres cámaras de “instantáneas”, pero sin mucha
idea de fotografía, según reconoce, para conocer gentes y costumbres como si de
un reportero actual se tratara.
-
II –
Ni con un candil de cuatro
mecheros hubiera podido encontrar en todo el orbe conocido lugar más a
propósito para el desarrollo de mi idea. Cerca de El Espinar veranea mi buen amigo el pintor escenógrafo Amalio Fernández, consumado fotógrafo,
maestro en el arte de escoger puntos de vista y para el cual no tiene secretos
el hiposulfito y la hidroquinona.
Es además El Espinar un
pueblecito modelo, donde se conservan puros los tipos y costumbres de la sierra
segoviana, y donde los habitantes todos, altos y bajos, ricos y pobres, tratan
con tal cariño y tan extremada consideración a los forasteros, que casi se les
puede perdonar que suban, para los citados forasteros exclusivamente, los
precios de las alpargatas y de los artículos de primera necesidad.
No es posible que pueblo
alguno guarde en sus expansiones mayor orden y compostura. En el teatro, en el
baile, en la novillada, no se oye una voz más alta que otra, ni una protesta,
ni el menos asomo de pelea o escándalo. Los buenos aldeanos se divierten pacíficamente
sin faltar a nadie, ni descomponerse por nada.
A quien se le diga que yo
me he plantado, hecho una facha por cierto, con mi instantánea enorme, en mitad de la plaza, momentos antes de la
salida del primer novillo, y no sólo no se le ha ocurrido a nadie una
cuchufleta, como parecía natural, sino que todos aquellos mozos se han echado a
un lado voluntariamente para no perjudicarme el foco, le parecerá un cuento
inverosímil. Y no sé yo en cuantos pueblos de España podría permitirme osadía
semejante.
-
III –
Está El Espinar asentado
en el mismísimo corazón de la sierra, entre empinados montes cuajados de pinos
unos y mondos y lirondos otros, gracias a las talas intempestivas y a la falta
de repoblación, que acabará por dejarnos calva la Península dentro de algunos
siglos.
Se llega al pueblo después
de tres cuartos de hora de traqueteo en uno de los carricoches de Celestino,
que hacen el servicio a la estación y… en cuanto uno se quita el polvo, si
tiene esa fastidiosa costumbre, ya se sabe que hay que ir a parar al consulado.
Llaman allí el consulado a
la botica, porque es una especie de obligación de todo el que llega la de
presentarse en ella a acreditar su personalidad antes de dar un paseo por las
tortuosas calle de El Espinar.
Esta obligación no viene
de mandato de ley, sino de la excesiva amabilidad del boticario, hombre atento
y servicial si los hay, que se desvive por acompañar a los forasteros, que los
ilustra, que los mima y que los atiende con una bondad que le atrae desde el
primer momento todas las simpatías.
En tan espinosa tarea le
ayuda su heredero, guapo mozo, estudiante de derecho en la corte, pero que
prefiere cumplir su sagrada misión, naturalmente, cerca de las muchachas.
El alcalde es los que dan la castaña. Cree uno que va a
encontrarse con un paleto rudo, de sombrero ancho, calzón corto y capa de paño
de Santa María de Nieva, y tropieza con un caballero distinguido, afable, de
una ilustración vastísima, vestido a la última con sombrero Frégoli, y que no
produciría asombro de ninguna clase si se le presentase diciendo:
--El señor ministro de
Gracia y Justicia.
Es además de esto, rico
como un montañés y pudo permitirse el lujo de ofrecernos, para que los capearan
los mozos en un par de horas, nada menos que veinticuatro novillos
relativamente bravos, de su propia cosecha.
Por cierto que la corrida
es cosa curiosa:
Actual Plaza de la Corredera - El Espinar (Segovia) Fotografía de 1896 |
La plaza, construida de
piedra siglos ha, con sus burladeros correspondientes, y las ranuras necesarias
para introducir tablones en las bocacalles, se acaba de rellenar con carretas,
se hace el encierro, termina el rosario, salen de la iglesia el señor alcalde,
los sacerdotes, el teniente de la Guardia Civil, el juez municipal y algunos
concejales y hacen su entrada solemne en el ruedo precedidos por el tamboril y
la gaita, para dirigirse a un corredor previamente engalanado con colgaduras rojas
y gualdas.
Se suelta un novillo cada
dos minutos, le torean los mozos más atrevidos con boinas, mantas o pañuelos y
se concretan los más a huir de él, metiéndose en los burladeros o debajo de las
carretas, llenas de chiquillos, mujeres y personas formales.
Hay quien se defiende de las acometidas trepando a los balcones de las fachadas que quedan libres, con el único cuidado de poner en alto la cabeza, almacén del pensamiento, y hacer caso omiso de todo lo demás, como si las posaderas fuesen materia vil y despreciable que pudiera abandonarse a los cuernos.
Acabada la corrida, se
organiza un baile en rueda, en que el gaitero borda las jotas del Dúo de la Africana y de La Dolores con arpegios de su invención
propia y en el cual las parejas, rindiendo culto a la moral más escrupulosa,
toman la danza en serio y brincan sin hablar palabra y como cumpliendo el
penoso deber de divertirse.
-
IV –
También en El Espinar hay teatro.
En una sala baja del
Ayuntamiento se ha levantado un modestísimo tablado, se ha pintado una
decoración todavía más modesta y se han colocado unos cuantos bancos para los
espectadores.
Allí he visto representar a unos infelices actores, mustios, mal trajeados, con la angustia de una situación dolorosa pintada en los semblantes, la comedia “Del enemigo el consejo”, en la cual no sé si sabrán ustedes que no se habla más que de sacas de dinero y títulos de deuda, son los personajes banqueros y capitalistas encumbrados, y estriba el asunto en el millón que ha de llevar de dote la protagonista.
¡Daba compasión todo
aquello! Cuando el galán decía al final del tercer acto: “Tío, ya tengo el
millón”, no era posible que se lo creyera el tío ni ningún alma cándida.
Despachaba los billetes, a
través de una reja que parecía dar a un calabozo de la cárcel, un joven
afeitado. Los recibía en la puerta de entrada un serrano con polainas, su vara
y su chaqueta al hombro, y servían de apuntadores indistinta y alternativamente
los actores y las actrices de la compañía.
Dudo mucho que este papel
llegue a sus manos, pero si así fuere, ¡lléveles este testimonio de admiración
y lástima hacia los bohemios desdichados que, por un pedazo de pan, van
repartiendo las raspas del arte entre los sencillos aldeanos, apartándoles de la
taberna y de la brisca y poniendo, a su manera, el grano de arena en la gran
obra de la civilización y de la cultura de patrias!
Panaderas de Peguerinos en El Espinar Iglesia de San Eutropio a la izquierda Fotografía de 1896 |
-
V –
Un detalle. En El Espinar, cuando mueren los mozos
solteros les entierran con palma.
Esta costumbre, que algún
fundamento ha de tener, habla muy alto en favor de la virtud de los hombres,
pero… hace dudar de los atractivos de las damas.
Texto y fotos de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional
Texto y fotos de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional
Notas del bloguero:
Isidro Sinesio Delgado García: Escritor español en todas sus facetas.
Dar la castaña: Inducir a error por una falsa apariencia.
Sombrero Frégoli: Estilo de sombrero que sustituyó al de copa.
Dúo de la Africana: Zarzuela en un solo acto de Manuel Fdez.
La Dolores: Ópera de Tomás Bretón.
Enterrar con palma: Enterrar en estado
virginal.
Publicado en El Periódico de El Espinar - Página 26
Para ver más Fotos Nostálgicas
Publicado en El Periódico de El Espinar - Página 26
Para ver más Fotos Nostálgicas
Muy bueno, muy interesante
ResponderEliminarEstupendo Alfonso.
ResponderEliminarComo todo lo que publicas... Muy interesante. Muchas gracias Alfonso.
ResponderEliminarCristina Fernandez Gomez
Muy bueno el blog. Muchas gracias por emitirlo.
ResponderEliminarSoledad de la Fuente
Hola, Alfonso! Muy interesante! Felicidades! Muy curioso conocer la historia de nuestro pueblo!
ResponderEliminarLa foto de la capea tengo la impresión de haberla visto antes o de que alguien me explicase que el nombre de la plaza venía de aquí, no sé dónde o quién, pero viendo la foto el edificio de la izquierda sigue practicamente igual con sus balcones y la puerta de al lado, así que supongo que es la actual Corredera.
Ana AS
Interesantísimo, Alfonso...como siempre te superas. Efectivamente la foto con pié: "La capea" parece sacada del frente de edificios de la Corredera, donde antiguamente estaba el bar Roma, y la titulada:"La presidencia de la novillada...", en el mismo frente pero mas a la derecha, en la calle que sube desde el Ayuntamiento (Antonio Machado?) y donde se sitúa actualmente en la esquina "La Belle Epoque".
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias Ana y Juan por vuestras aportaciones. No dejéis de ver otras Fotos Nostálgicas http://www.alfonsoyamigos.es/p/fotos-nostalgicas.html
ResponderEliminarMuy interesante y muchas gracias por buscar en los ancestros de todos los espinariegos, muy curioso e interesante . Saludos.
ResponderEliminarM. Carmen Martin
Muy bueno e interesante, es bueno saber como vivían nuestros antepasados y como era en aquellos años El Espinar. Gracias por la información. Saludos.
ResponderEliminarLucia Barreno Gil