El eco de lo que escribimos
Tenía preparada otra entrada, una crónica
distinta, con otro tono, quizá más ligera. Pero
a veces ocurre que una reflexión ajena se cruza en tu camino y te invita a
detenerte, a mirar hacia dentro, a escribir desde otro lugar.
Alguien que sigue este rincón compartió hace
poco una idea: que los gestos y la mirada son insustituibles, que los
sentimientos verdaderos deberían expresarse cara a cara. Y
tiene razón.
Hay una verdad que solo se revela en el
temblor de una voz, en el brillo de una pupila, en el silencio que se comparte
sin necesidad de palabras.
Pero también creo en la magia de lo escrito.
En este mundo de distancias, donde el abrazo
no siempre es posible, cada palabra se convierte en un sendero, en un puente que
exige esfuerzo y cuidado. Es la forma en que nos
asomamos sin tener que mostrar el rostro.
A veces, en la inmediatez de lo escrito sin pensar, se cuelan palabras que hieren. Mensajes lanzados al vuelo, sin filtro ni pausa, que olvidan que al otro lado hay alguien que siente. Por eso, creo en el valor de escribir con intención, con respeto, con esa delicadeza que exige mirar hacia dentro antes de dirigirte a los demás.
En mi caso, lo que escribo en el blog no nace
de la improvisación. Cada texto es el resultado de releerme a mí mismo, de buscar las palabras que más se acercan a
lo que siento, a lo que quiero compartir. Es un
proceso íntimo, casi ritual, donde cada frase debe resonar con autenticidad.
Porque cuando esa intención es sincera, cuando lo que se escribe nace de lo más profundo, entonces los oídos también leen. Y entienden. Y sienten.
Este blog, que empezó como crónica de rutas,
se ha convertido en una vía donde las palabras se encuentran, abrazan y ruedan
juntas. Aquí,
cada comentario y cada mensaje es una prueba de que, aunque estemos lejos, el
camino lo construimos entre todos.
Es una forma de decir: “Estoy
aquí, contigo, aunque no me veas”.
Así que gracias.
A quienes escriben.
A quienes leen.
A quienes sienten.
Porque entre todos, seguimos pedaleando juntos, con palabras que abrazan, aunque sea en silencio.
Precioso texto. Me encantó.
ResponderEliminarUn abrazo.
Salud y pedales.
Santa.
Si, a tener en cuenta, muchos pero muchos abrazos son puro trámite sin sentimiento
ResponderEliminaralguno, mira y observa a quien te abraza.
Pues bueno, tu puno de vista, pero pon el nombre para saber quien da su opinión.
EliminarFer
Juli
EliminarHombre Julito, a ver si te veo para mirarte bien a la cara, me da la impresión que todo son rehazos
ResponderEliminarFer
Los abrazos, no se deben dar al "tuntún" ( mi opinión), cómo otros gestos de afecto si no se sienten de verdad.
ResponderEliminarY Alfonso cada vez que escribe y nos fotografía nos abraza y cuando nos encontramos para rodar, nos vuelve abrazar, Los que pedaleamos, habitualmente con el, sabemos cómo.
Un Abrazo para todos los que leen este blog.