AlfonsoyAmigos sueñan despiertos

Cada mañana de domingo tienes dos opciones: continuar durmiendo con tus sueños o levantarte y perseguirlos

El verano avanza a punto de saltar de julio a agosto y tal vez sea este el mes preferido de muchos para tomarse sus merecidas vacaciones.

Puede que AlfonsoyAmigos y sus Rutas MTB se tomen también vacaciones este año. Atrás, pero no olvidadas, dejamos muchas rutas, muchas fotos, muchos relatos y es posible que todos necesitemos tomarnos un respiro.

De momento, para este domingo no podía faltar propuesta y no se dieron muchas pistas de cuál sería la ruta a seguir pero así y todo y a pesar de que muchos amigos se encontraban de vacaciones no faltó quienes acudieron a la cita.

En Cercedilla, en una mañana especialmente fresca, en unas calles inusualmente tranquilas, aparecemos: Andrés, Enrique, Jesús, Juan, Luis Ángel, Patrick y Alfonso.

Se echan de menos muchas caras, pero nosotros nunca pedimos cuentas ni exigimos compromisos. Acude quien lo desea y quien puede, seguro de que siempre habrá un amigo que le acompañe en otra gran aventura.

Y la de este domingo iba a ser una gran aventura, quizá no apropiada para cuando la relajación del verano y el encanto de las cervecitas frescas y los atrayentes aperitivos empiezan a cargar los cuerpos con algún kilo de más.

Nos ponemos en marcha y aún hay algún compañero que ignora el destino, pero parece ser lo de menos. El ambiente es excelente.

Nos acercamos a la estación de tren de Cercedilla e iniciamos ascenso por zona de escalones para coger el Camino Puricelli (cuyo nombre proviene de la empresa que inició las obras de una carretera que uniría Madrid y Segovia a través del valle de la Fuenfría, pero que se paralizó definitivamente en 1936).

Dejamos a nuestra izquierda los campamentos de La Peñota y de Los Helechos, que años atrás fueron lugar de acampadas juveniles.

Es imprescindible la visita a la fuente de La Piñuela, siempre con abundante agua fresca, que toma su nombre del arroyo del mismo nombre.

"No basta con enseñar a conocer la naturaleza. Sería necesario enseñar a amarla"

Y una vez más… ¿cuántas llevamos ya?, emprendemos ascenso por la carretera de La República, donde aún encontramos detalles desconocidos y otros que hemos visitado infinidad de veces junto a los miradores de los poetas.

Queda pendiente acercarnos en época con más agua a la “Ducha de los Alemanes”, cascada que se puede observar en el Arroyo de la Navazuela.

Nos fotografiamos con el Montón de Trigo a nuestra espalda y se nos unen un par de amigos para dejar recuerdo para la posteridad. Alfonso y José, ya sabéis donde encontrarnos. Un saludo.

Superamos la “Puerta de la Fuenfría”, que hemos atravesado en toda época del año, forrados hasta las cejas con ropa de abrigo o soportando altas temperaturas. Hoy la climatología es más que agradable. Otras “Puertas en la Sierra de Guadarrama” quedaron atrás.

La fuente de Antón Ruiz, en el cruce con el histórico Camino Schmid, ha sido restaurada y en su entrada, junto a la escalonada, han plantados árboles que sin duda la hacen lucirse aún más.

Alcanzamos el Mirador de la Reina, el de La Calva y el del Lanchazo a la vez porque, en definitiva, hablamos del mismo dependiendo del texto y autor que consultes. Formidable su murallón de piedra y las vistas que desde aquí se pueden observar, pero hoy no se detiene ningún compañero ni tan siquiera para recoger una fotito más.

Donde sí nos reagruparemos será en el alto del Puerto de la Fuenfría, cruce de caminos y punto de encuentro de ciclistas, montañeros y excursionistas.

La Fuente de la Fuenfría apenas ofrece un hilo de agua y desde aquí tomamos la Senda de los Cospes y después desvío hacia el Carril del Gallo. Descenso que disfrutamos con precaución hasta llegar a uno de los miradores más bellos que conocemos.

Excursionistas y ciclistas compartimos el disfrute del lugar y de las vistas y se ofrecen con agrado a hacernos unas fotos.

En la Pradera de Navalazor cogemos pista forestal asfaltada que nos acerca a Las Siete Revueltas, donde tendremos que tomar con precaución un breve tramo.

Atravesando puerta habilitada para hombres y bicicletas, iniciamos marcha con cierta parsimonia, sabiendo que a partir de aquí comienza lo realmente duro de la ruta.

Un par de tramos muy duros, con pendientes severas pero asfaltadas y el pequeño grupo se estira. Saludamos a andarines que encontrar más adelante cuando resulta preciso parar para tomar un respiro. Las sonrisas y bromas surgen espontáneas.

Ya tenemos delante el desvío hacía el Camino Viejo del Paular y cartel rústico de madera sentencia que nos quedan 3 km y 200 metros para coronar en el Puerto de Cotos.

Una vez más, no ceja en el empeño, Enrique me propone que llegados a este punto intercambiemos la bicicleta. Hoy no, mañaaaana.

Tiempo atrás, aquí sufrí un fuerte golpe de calor que me dejó marcado durante un tiempo y Jesús, años más tarde, sufrió con un ascenso que se le hizo eterno, pero hoy el grupo trepa con ganas, ayudados acaso por un aire de cola que aún refresca o por el propio entusiasmo y ganas de todos.

Desniveles que parecen haberse fijado en el 13 y 14% se disparan a veces hasta un 21%, lo que obliga a pausar cada pedalada, a no pensar en lo que aún resta porque, más adelante, el terreno se volverá pedregoso.

Ya en alto, los primeros en llegar aguardan al resto sentados a la sombra. Ninguno parece necesitar el agua fresca que una fuente ofrece 25 metros más arriba.

En grupo se recorren los 7 kms que separan del Puerto de Navacerrada. Solamente yo me desmarco forzando las piernas para que mi e-bike supere en este recorrido su limitación de 25Km/h.

Luis Ángel sugiere y aceptamos todos con agrado detenernos en el Restaurante Dos Castillas, para tomar un merecido refrigerio. La dureza de la ruta se ha hecho notar, pero ahora solamente nos queda regresar en descenso. Ni que decir que antes de partir devoramos los aperitivos generosos que nos ofrecen.

Descendemos a buen ritmo por el Camino Forestal de la Vaqueriza, que todos conocemos como el Camino del Calvario, hacia el Embalse de Navalmedio, sin apenas cruzarnos con excursionistas que seguramente ya se habrán detenido para comer.

Y finalmente, cansados pero con la sonrisa en cada una de nuestras caras superamos el último repecho, junto al polideportivo, para acercarnos a los coches y poder cruzar satisfechos esos abrazos que nunca pueden faltar.

Nos vemos ya mismo.  ¡¡FELICES VACACIONES!!

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