La Abuela es a veces severa con
sus nietos. Impone disciplina y no permite que te relajes en exceso. Cuando
menos te lo esperas te sacude una colleja.
Después de pasar una terrible
noche, en la que en más de un momento he temido ahogarme o incluso reventar
alguna vena por la tos, he acudido al punto de cita de La Abuela y allí estaban
Andrés, Daniel y Juan. Que conste que hemos apuntado a “otros” en una libreta (comprada al efecto) con muchas cruces rojas.
Mojón de La Carta Puebla - El Estepar |
Si Francisco Pizarro, Hernán
Cortés, Juan Ponce de León o Francisco de Orellana, entre otros, dejaron sus
nombres inscritos para la posteridad como grandes conquistadores, los nietos de La Abuela que nos hemos juntado hoy deberíamos aparecer también en los libros
de historia por idénticas razones.
El objetivo era El Estepar
(estepal que dicen otros) y encontrar una senda que nos permitiera cruzarle de
sur a norte.
Empresa difícil que históricamente
ha dado al traste con los anhelos de otros aventureros. Deciros, que por el
camino hemos visto los huesos de algunos desafortunados que perdieron la vida
en su fallido intento.
En el uniforme de
nuestros nuevos conquistadores se ha dejado a un lado el pesado morrión, para
sustituirlo por modernos cascos que te
protegen la cabeza de fuertes impactos,
aunque tal vez no protegieran igual de alguna flecha indígena.
Morrión |
Con sufrimiento, con los rostros cubiertos de sudor, descabalgando y poniendo pié en tierra en más de una
ocasión y sobre todo, bajo el ataque de feroces bestias (moscas y tábanos)
hemos avanzado metro a metro, sufriendo los zarpazos de ortigas, matorrales y
cardos.
En momentos de flaqueza, el ánimo
del compañero te hacía recobrar aliento y reemprender la marcha. ¡Vamos, estamos cerca!
En mi caso, con unas décimas de
fiebre, el avanzar se hacía mucho más duro, pero había que continuar o
acabaríamos fatalmente perdidos, sin poder contar con auxilio.
La diosa fortuna y los hados han
querido premiar nuestro esfuerzo y sufrimiento, permitiéndonos alcanzar el
objetivo propuesto. La alegría y satisfacción ha sido plena, así como los gritos de júbilo.
Amigos, marcada ha quedado pues la
ruta para próximos aventureros y comerciantes, que podrán atravesar El Estepar en tiempos venideros con
menos penurias que las sufridas por nosotros.
Y puede que ese día, alguien
recuerde nuestros nombres.
Que divertido relato amigos. Os divertís vosotros y nos lo haceis pasar genial a nosotros.
ResponderEliminarSaludos
David_cam