sábado, 29 de junio de 2013

Los nuevos conquistadores

La Abuela es a veces severa con sus nietos. Impone disciplina y no permite que te relajes en exceso. Cuando menos te lo esperas te sacude una colleja.

Después de pasar una terrible noche, en la que en más de un momento he temido ahogarme o incluso reventar alguna vena por la tos, he acudido al punto de cita de La Abuela y allí estaban Andrés, Daniel y Juan. Que conste que hemos apuntado a “otros” en una libreta (comprada al efecto) con muchas cruces rojas.


alfonsoyamigos
Mojón de La Carta Puebla - El Estepar

Si Francisco Pizarro, Hernán Cortés, Juan Ponce de León o Francisco de Orellana, entre otros, dejaron sus nombres inscritos para la posteridad como grandes conquistadores, los nietos de La Abuela que nos hemos juntado hoy deberíamos aparecer también en los libros de historia por idénticas razones.
El objetivo era El Estepar (estepal que dicen otros) y encontrar una senda que nos permitiera cruzarle de sur a norte.
Empresa difícil que históricamente ha dado al traste con los anhelos de otros aventureros. Deciros, que por el camino hemos visto los huesos de algunos desafortunados que perdieron la vida en su fallido intento.
En el uniforme de nuestros nuevos conquistadores se ha dejado a un lado el pesado morrión, para sustituirlo por modernos cascos que te protegen la cabeza de fuertes impactos, aunque tal vez no protegieran igual de alguna flecha indígena.


Morrión

Con sufrimiento, con los rostros cubiertos de sudor, descabalgando y poniendo pié en tierra en más de una ocasión y sobre todo, bajo el ataque de feroces bestias (moscas y tábanos) hemos avanzado metro a metro, sufriendo los zarpazos de ortigas, matorrales y cardos.
En momentos de flaqueza, el ánimo del compañero te hacía recobrar aliento y reemprender la marcha. ¡Vamos, estamos cerca!
En mi caso, con unas décimas de fiebre, el avanzar se hacía mucho más duro, pero había que continuar o acabaríamos fatalmente perdidos, sin poder contar con auxilio.
La diosa fortuna y los hados han querido premiar nuestro esfuerzo y sufrimiento, permitiéndonos alcanzar el objetivo propuesto. La alegría y satisfacción ha sido plena, así como los gritos de júbilo.
Amigos, marcada ha quedado pues la ruta para próximos aventureros y comerciantes, que podrán  atravesar El Estepar en tiempos venideros con menos penurias que las sufridas por nosotros.

Y puede que ese día, alguien recuerde nuestros nombres.



1 comentario:

  1. Que divertido relato amigos. Os divertís vosotros y nos lo haceis pasar genial a nosotros.
    Saludos
    David_cam

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