AlfonsoyAmigos alcanza la Cruz de Pedro Álamo

Ya lo sabía, ya lo sabía… decía la letra de la canción “El Telegrama” que cantaba hace ya unos cuantos años Monna Bell

Pues eso, “ya lo sabía” que en pleno mes estival tendríamos la ausencia de amigos a los que todos hemos echado de menos. Un abrazo para todos ellos.

Qué suerte para los que parten de vacaciones, pero nos reencontramos con los que regresan muy a su pesar. O puede que en el fondo se alegren de estar de nuevo con AlfonsoyAmigos.

Será habitual en estas fechas el ir y venir de caras amigas.

Mantenemos la hora de encuentro a las 8,30 y después de dos semanas con el nuevo horario, no tengo muy claro si la decisión ha sido la más adecuada. Después os contaré.

Como en otras muchas ocasiones, decidimos quedar en el Paseo Rivera de San Rafael, que a estas alturas y después de más de cien encuentros, debe ser más conocido para algunos que el Paseo de la Castellana de Madrid.

Dando lugar a apenas un breve retraso de diez minutos, el grupo que se pone en marcha está formado por: Andrés, Ángel, Carlos, Chupo, Daniel, Daniel JR., Enrique, Ferluy, Fernando, Germán, Jesús, Juan, Nacho, Pawel, Samuel, Toño y Alfonso.

Antes de alcanzar Peña El Águila ya hemos tenido alguna incidencia mecánica que demora al grupo. El mirador es buen lugar para esperar unos minutos y recuperar el aliento tras un breve esfuerzo.

Cuando llegamos al Collado Hornillo se nos plantean multitud de variantes de recorridos, pero hoy tengo claro al 90% el trazado que vamos a realizar.

Lástima que la Fuente de Collado Hornillo, de presencia tan señorial, siga sin dar agua. Seguramente porque su conducción esté bloqueada y nadie asuma la labor de solucionarlo. El pequeño arroyo que la alimenta sigue circulando con un agua que se desaprovecha.

No abandonamos el trazado del Arroyo de Collado Hornillo hasta alcanzar de nuevo la pista forestal junto al Camping Valle Enmedio.

El trazado es siempre disfrutado por todos y conocido por la mayoría, pero aún sorprendemos a compañeros que lo recorren por primera vez y quedan entusiasmados.

Si antes descendíamos por los márgenes de un arroyo, ahora ascendemos por zonas muy divertidas por los márgenes del Arroyo del Prado del Toril que, en estas fechas, está muy seco y muestra de ello es el bajo nivel del coqueto embalse del Toril que, a pesar de todo, invita a darse un chapuzón que reprimimos de darnos.

El Prado del Toril reúne al grupo y da pie para tomar un pequeño descanso. En ocasiones que ya parecen muy lejanas, hubiéramos pensando en este punto dirigirnos hacia el Collado de Gargantilla, ascendiendo por el Arroyo Chuvieco, pero hoy el trazado se antoja diferente.

Abandonamos la trialera que se nos presenta de frente y bajamos por pista rota que tomamos a la izquierda, donde habrá que tener cuidado para no caer.

Al llegar a la pista forestal y comprobar que estamos todos, giro a la derecha y campo a través por la izquierda hasta la Fuente de los Pastores, otra formidable fuente que en estas fechas está seca, pero bueno es conocer que allí se encuentra para otras ocasiones.

Un poco más de campo a través y el cauce del Arroyo Chuvieco, hoy en descenso, nos marca el trazado de nuestro recorrido.

Hasta ahora a cubierto del sol, por recorridos divertidos no exentos de dificultad. Fernando, con máquina eléctrica, parece disfrutar de sensaciones nuevas marchando en cabeza en muchos tramos.

Estamos casi a la cabecera del Embalse de Cañada Mojada al que hoy no nos acercamos.

Cerca de la Fuente de la Reina, (no confundir con la próxima al Puerto de la Fuenfría), que localizamos en mitad de un prado a la izquierda, vemos detenido a Fernando y con la bicicleta patas arriba. Ha pinchado.

Mi opinión es que las e-bikes deberían ir todas tubelizadas. Su manejo en situaciones de pinchazo es siempre más complicada que para el resto de bicicletas.

Junto a Fernando estamos varios compañeros pero, como ocurre en la mayoría de estas situaciones, la ayuda de Juan es impagable y más cuando se descubre que Fernando lleva las dos ruedas pinchadas. ¿Pero qué has hechoooo Fernando?

¡Más vale que las manos de Juan no te cojan por el cuello!

Los compañeros esperan un buen rato en el siguiente cruce, pero es lo que hay. Cuando conseguimos reunirnos con ellos, es Toño el que está dando soporte “pofesional” a Ferluy, que también ha sido víctima de algún llantazo.

La mochila de Toño es más completa que la maleta de Mary Poppins y tras un despliegue increíble de medios y el manejo de unas manos habilidosas el problema queda resuelto.

Nota: No se lo digáis a nadie, pero estoy pensando en aligerar bastante mi mochila y no despegarme de Toño para próxima ocasión. Creo que incluso hay camelbak con 2 tubos de salida… A él no le importa, va sobrado.

Nos dirigimos hacia Las Lagunillas, que en estas fechas están más secas que la mojama, pero hay que reconocer que también las hemos visto en todo su esplendor en épocas de lluvia o nieve.

Junto al nacimiento del Arroyo de la Solanilla, en medio de la Cañada Traviesa, giramos a la izquierda al encuentro de nueva pista forestal. Suave ascenso, que ya parece causar mella en algunos compañeros, pero lo mejor está por llegar.

Habrá quien intente llegar sin apearse de la bicicleta, labor harto difícil y otros haremos un poco-bastante de empujabike para situarnos en la peña donde encontramos la Cruz de Pedro Álamo, muy cerca del Peñón de la Solana.

Para los nuevos y para los que desconozcáis la leyenda:

Nos cuenta la historia que en el Siglo XVII, corriendo el año 1617, vino a producirse el “Milagro de Peguerinos”.

La Leyenda de la Cruz de Pedro Álamo

Esta leyenda, que fue recuperada por Félix Segovia Rincón, narra la historia del espinariego Pedro Álamo que, viéndose sorprendido por una fuerte tormenta de nieve, logró escapar de la muerte segura al invocar con devoción al Cristo del Caloco.

El tal Pedro, en agradecimiento, instaló una cruz de granito en el lugar en que ocurrieron los hechos y esculpió en la misma: “Esta + puso Pedro el Álamo – Año de 1617”

Tal vez porque no aguantó las inclemencias del tiempo, la cruz original fue sustituida por una de hierro forjado que es la que contemplamos en nuestros días.

Llegar y subir la peña en la que se encuentra la cruz es una labor dura, pero merece la pena para contemplar las hermosas vistas de El Espinar y el Cerro del Caloco al fondo.

Regresamos a la pista forestal, no sin llevarnos buen recuerdo de los piornos y zarzales en nuestras piernas y brazos. Y rodamos hacia la cotera del Collado de las Lagunas.

El Camino de las Municiones parece querer esconderse, pero ya somos antiguos conocidos y lo encontramos con facilidad. Comenzamos su complicado recorrido.

Algunos con mucha habilidad y otros con no tanta o conociendo por primera vez. Por mi parte, la caída que tuve el viernes (de la que ya daré cuenta) me tiene el cuerpo muy dolorido y falto de reflejos.

Fuente de los Arteseros

Nos reunimos junto al refugio y la Fuente de los Arteseros y aunque hay propuestas para continuar por recorrido divertido (pero que alargaría la ruta)  optamos por descender por el Arroyo de la Gargantilla, que está por estas fechas bastante seco y peligroso. Tanto es así, que habrá varias caídas y revolcones, siendo yo mismo uno de los damnificados.

Al cruce con el Camino del Ingeniero el grupo se separa, la hora se nos ha echado encima. Ya comenté al principio que se empezó antes la ruta, pero después cuesta regresar. La mayor parte de los espinariegos parten de regreso a casa y el resto continuaremos al encuentro de la terraza de Las Farolas.

Se nos había escapado el cumpleaños de Pawel, pero él no duda en recordarlo e invitar a los presentes a una buena jarra de cerveza fría, eso sí, sin alcohol. ¡¡Felicidades Pawel!

Risas, anécdotas y se comparte la opinión de que hemos hecho un rutón, duro pero divertido y complace saber que Ferluy dice haberla disfrutado. Buena señal, Je je.