Se nos dice que hay
momentos en la vida en los que uno debe dar un paso al frente y tomar una
decisión que nadie tomará por él.
Por activa y por pasiva se nos ha venido avisando esta semana de
que el domingo se iban a abrir los cielos, para dejar caer poco menos que la
nevada del siglo.
Los hombres y mujeres “del tiempo” de las distintas cadenas televisivas coincidían en los mismos términos y repetían los avisos de alerta.
Programas de previsión
meteorológica, de acceso gratuito a través de nuestros móviles avisaban de
nieve abundante desde la madrugada.
Protección Civil
y, por cercanía, empleados de Iberpistas responsables del mantenimiento de la
AP6, con programas de previsión más avanzados que los nuestros (y de pago), también
se encontraban en alerta.
Sobre todo en el norte, decían, pero también en el centro del pais y en la misma capital se anunciaban nieves que aún
espero ver mientras escribo estas letras.
El ciudadano de a pie, haciendo acopio de gasoil para las calefacciones, llenando los depósitos de
gasolina de sus coches por si un aquel y mirando a través de la ventana en
espera de ver caer los primeros copos de la nieve anunciada. Y copos han caído,
pero casi se han podido contar.
Y entre medias de todo
ello, los amantes del deporte al aire libre inmersos en una encrucijada de
deseos y resquemores. Son ocasiones en las que duda cualquier hijo de vecino. Tiene
ganas de coger su bicicleta y lanzarse a los caminos, pero duda.
Nos sentimos como niños y puede que aún lo seamos, esperando que alguien decida por nosotros, nos coja de
la mano y diga: “Vamos, salta de la cama, vístete, coge la bicicleta y salgamos
a pedalear...”
A tiro pasado, cuando se
da la circunstancia de que esa nevada que anunciaban a partir de los 700 metros
de altura apenas ha teñido los campos de blanco, (al menos en la zona geográfica en la que nos encontramos), es
cuando lamentamos la falta de fiabilidad de las previsiones y el exceso de
prevención de un gobierno que ya no quiere que le cojan en renuncio como ocurriera años atrás.
Pero no pensamos en aquellas
ocasiones en las que se cumplieron las previsiones y en las que más de un imprudente, que
había sido avisado, acabó teniendo que ser rescatado en más de un lugar.
Lloros y lamentaciones al
darnos cuenta de que nos enfrentamos a otra dura semana por delante, sin
habernos podido liberar de tensiones acumuladas en la anterior.
Y me acuerdo de Scarlet O’Hara
en “Lo que el viento se llevó”, cuando me pongo en pie con solemnidad, miro al
cielo y con el puño amenazante suelto aquello de...
A DIOS PONGO POR
TESTIGO... que no me quedo otro domingo sin dar pedales.
Nota: Las fotografías corresponden a la Ruta de la Abuela del sábado 17 de Enero.
Bonitas fotos con el sol estupendo.
ResponderEliminarPor cierto, se ve bien la paloma con la cabeza según ves la foto mirando a la izquierda con su piquito y todo.
Un saludo. CHARO