domingo, 6 de junio de 2021

AlfonsoyAmigos en Las Hoces del Río Huécar en Cuenca

 

Todo lo que sucede una vez puede que nunca vuelva a suceder, pero todo lo que sucede dos veces… es muy probable que acabe sucediendo una tercera vez…, no sé, no sé

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Sabíamos que la ruta de hoy iba a requerir de un esfuerzo especial para nuestros cuerpos, un castigo añadido incluso antes de que se pudiera dar la primera pedalada.

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Para aquellos que os habéis quedado en casa por las razones que sean deciros que , que nos ha tocado madrugar y más aún para los que se han desplazado desde Segovia. Madrugón de los buenos para disfrutar de la ruta propuesta.

Los que hoy hemos logrado despegar los párpados y quitarnos las legañas a tiempo: Enrique, Jesús, Juan, Luis Ángel, Nacho, Nati, Pawel, Santi, Toño y Alfonso.

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Estamos en tierras de origen árabe, con recintos amurallados, con empinadas calles empedradas y restos de castillos medievales entre los ríos Júcar y el que será protagonista de nuestra ruta, el río Huécar.

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Contestando a Enrique: Minarete con reloj: Es la torre Mangana, en la plaza del mismo nombre en el centro histórico de la Ciudad, donde se encontraba el Alcázar en época árabe. Data del siglo XVI, aunque fue restaurada en 1968. Actualmente reloj municipal.

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Hemos aparcado sin problemas en el lugar previsto, en el mismo en que se ven algunos restos del “botellón” de la noche anterior. Parece que estamos todos, que podemos partir… ¿o no?

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Pues va a ser que no. Santi da aviso de que tiene un freno bloqueado. Frena, pero los pistones no recuperan y la rueda se queda retenida. No faltan voluntarios para ayudar a enmendar el entuerto, pero la solución no se logra por más que se intenta y Santi ya se ve esperándonos a que regresemos de la ruta.

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El tiempo va pasando y las bromas no faltan: “Tanto madrugar, tanto madrugar…”, “Si llegas a avisar me echo un sueñecito más…” pero allí está todo el Grupo sin querer dejar atrás a Santi que, valientemente y a pesar de que la ruta no va a ser fácil, se decide a partir con nosotros “Hasta donde pueda llegar” y ¿por qué no? más allá.


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Nuestra primera intención era realizar la ruta tal y como la hicimos en 2019, pero el pasado mes de mayo se produjo un derrumbe en el muro de contención de la subida a las Casas Colgadas. La misma zona donde en el siglo XIX acabó hundiéndose el, antiguo de piedra, puente de San Pablo, inaugurándose en abril de 1903 el actual de hierro que ya conocemos.

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Por seguridad y estudio de la zona, este puente, el que queríamos volver a traspasar, un auténtico mirador hacia las Casas Colgadas, ha quedado cerrado al tránsito temporalmente y nos obliga a variar nuestro recorrido, descender hacia la Catedral de Cuenca y buscar nuevo puente junto al Auditorio para cruzar el río Huécar y calentar por la Subida a San Pablo hacia el Parador Nacional de Cuenca.

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Dejamos el asfalto atrás y nos adentramos en senderos que se van complicando según avanzamos. Estamos junto al GR-66 que discurre por pista en paralelo, seguramente más segura para el rodar pero no tan divertida como la alternativa que hemos cogido y que, como ocurrirá con gran parte de ruta, se encuentra muy cubierta de vegetación no siempre amable, que nos irá dejando huella en brazos y piernas.

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Varias fuentes en este tramo, justo cuando llevamos las “camel” y las botijas llenas. Lástima que no ocurra lo mismo a nuestro regreso.

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Unos kilómetros por carretera hasta llegar a Molinos de Papel, un pequeño pueblo/caserío que conserva restos de molinos del siglo XVII para fabricar papel.

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Volvemos a tomar senderos en los que la vegetación se cierra más y más y se pierde de vista el río. Tanto Luis Ángel como yo llegamos a identificar el lugar donde tuvo caída entre zarzales en anterior ocasión.

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Nos acercamos a la localidad de Palomera, en busca del nacimiento del río Huécar en el paraje del Ojo. Hoy hace calor, pero no para llegar a darnos un baño en aguas que invitan a ello. Pero por allí encontramos a quienes aprovechan playa de arena fina junto a unas impresionantes pozas para ir cogiendo los primeros rayos de sol en el cuerpo. Alucinados quedarán al vernos pasar, pues tendremos que vadear el río justo junto a ellos.

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El paraje es una auténtica maravilla e invita a plantar mesa y sillas de campo e incluso abrir cesta de mimbre para almorzar algo apetitoso con tranquilidad. Nosotros ya se sabe, una barrita y ¡Eh!, espabilad, que hay que seguir adelante.

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El río no fluye con tanta agua como recordábamos de hace dos años, pero aún nos entretendremos por la zona unos minutos juntos a las pequeñas cascadas, tal vez demorando lo que está por llegar.

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Cogemos pista que va tomando desnivel poco a poco, larga, casi 5 kms e incluso pesada y mucho más cuando casi alcanzamos la cota más alta y antes de llegar a la zona de la Cruz de los Tirantes, porque encontramos barro, mucho barro arcilloso que se pega con cariño a las ruedas en fuerte abrazo que las impide rodar. Ignoro si es el mismo barro de hace dos años o si se ha renovado, pero igual de terrible.

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Un giro a la izquierda da pie a que tomemos un descanso y reagrupemos, antes de iniciar divertido descenso de 4 kms, por el cañón Vallejo de la Lobera, con curvas y peraltes disfrutones que nos van haciendo perder y perder altura. Lástima que esté tan sucio de ramas caídas y que también encontremos barro cariñoso y resbaladizo.

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Estaba claro que después tendríamos que volver a remontar, por el tramo más duro de la ruta hacia el punto de mayor desnivel. El calor se hace notar y más con la humedad del ambiente por las lluvias del día anterior.

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Llegamos al Mirador del Ceño (1322m) con vistas a la Dehesa de Cotillas y Tierra Muerta. El cansancio va haciendo mella y de agua vamos muy justos. El descanso se alarga, pero nos anima pensar que en poco volvemos a descender.

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Algo más en subida y con giro a la izquierda cogemos en bajada la Senda El Barranco de la Hoya Negra, por cuesta con mucho desnivel y de piedra suelta al principio y el resto indescriptible, pues te adentras en lo más parecido al cauce de un arroyo sin más agua que la retenida en algunos tramos y que hace pensar que en tiempos pasados por allí descendieron aguas bravas, quizá del Arroyo de la Rambla, pero no encuentro referencias. La tensión, la atención y la habilidad de todos se pondrán en modo “alerta”, para avanzar, disfrutar y evitar caídas. ¡¡PASOTE TOTAL!!... Y Santi aguantando sin freno trasero.

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Hay que parar, recuperar pulsaciones, dejar que la adrenalina se reabsorba, reagrupar y soltar casi a coro un ¡¡Uff!! muy fuerte repleto de satisfacción.

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Un tramo por pista y regresamos al paraje del nacimiento del río Huécar, pero seguimos adelante hasta coger desvío y coger senderillo que será casi hasta el final de ruta un senderillo, un mini-senderillo, un ¿dónde se ha ido el senderillo?

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Vamos de regreso, estamos ahora por encima de Palomeras y quedan unos 14 kms, pero cuesta que los metros vayan cayendo… el que sí caerá será Jesús, que nos pegará el susto, pues parece que quería llegar al fondo del barranco por la vía más rápida. Afortunadamente sin mayores consecuencias.

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Cansancio que se refleja en más de una cara, calor, escasez de agua y la que hay se reparte como entre buenos hermanos. Ochenta centímetros de sendero peligroso incluso para andarines, sin dar opción al descuido. Una piedra que sobresale, una rama fuera de lugar, unas zarzas que arañan como gatos, tuberías con agujeros, rocas que te hacen agachar la cabeza, alambreras donde engancharte y el estómago que ya empieza a rugir a unas horas que ya se nos han ido de madre.

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Poco después de superar el Hotel Cueva del Fraile, encontramos la fuente salvadora de agua muy fresca, que ya recordábamos y que nos da fuerzas para los seis kilómetros finales y la traca de escalera imposible con empuja-bike hasta el Mirador de la Hoz.

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Ahora sí hemos finalizado, aunque los compañeros van llegando como con cuenta gotas. Son ya las 4,30 horas (recordad que tuvimos mucho retraso en la salida) y aunque se propone foto de grupo, lo que todos estamos deseando es llegar a los coches y sacar los bocatas que tenemos preparados.

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¡Bravo por Santi! que no sabemos cómo ha conseguido llegar, averiado y con terreno tan complicado y ¡Bravo por todos! Rutón que merece que nos felicitemos.

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Aseados, con las bicis en los coches, a disfrutar de picnic a la sombra de los pinos y mirando a Cuenca.

Fuerte abrazo.

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8 comentarios:

  1. A pesar del trayecto tan largo del recorrido,ha merecido la pena el madrugón.
    Supongo que habreis disfrutado como en cada ruta.
    Un saludo. Charo.

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  2. Ruta dura y técnica. Y en este caso mucho mas dura por el calor y la escasez de agua. Íbamos bien pertrechados, en mi Camel llevaba casi 3 litros de agua, pero el desgaste y la necesidad de reponer líquidos supero las previsiones. Esa fuente final, fue milagrosa y recuperamos el tono físico y muscular para afrontar con solvencia el último tramo.

    Mas dura para Santi, que tuvo que pelearse con un freno rebelde por esas bajadas y tramos mas técnicos.

    Final de ruta de reflexión bocatera y en buena compañía. Que mas se puede pedir!!. Bueno si, un poco de aftersun.

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  3. Si te ponen mirando para Cuenca y encima te mandan después reflexionar, no se si me apuntaré a la próxima por estas tierras.

    No, fuera de bromas, todos sabéis el motivo de mi ausencia, no suelo fallar, pero tocaba unos días de descanso por otras tierras

    Ruton de los buenos,si seguisteis el mismo trazado de la otra vez, dura y divertida, lo peor, el exceso de calor y la falta de agua en el recorrido, pero bueno gajes de ruta.

    Seguro que disfrutaste y la adrenalina salto por los aires en la magnífica bajada que nos muestra Enrique.

    Bravo amig@s, el domingo no fallo.

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  4. Enhorabuena por la ruta que os habéis marcado. Valientes y grandes, sin frenos, sin agua... De verdad, felicidades.

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  5. Gracias por la crónica y las fotos. No hacen justicia sin embargo a la dureza de la ruta, lo técnica en muchos tramos e incluso lo peligroso en algunos de ellos. Hubo una única caída sin graves consecuencias, pero arañazos y cortes nos trajimos todos a casa.
    Tengo una sensación extraña y es que por una parte algunos hemos conocido un lugar fantástico pero por otra parte creo que si vuelvo pronto por Cuenca lo haré para hacer tan solo turismo.
    Un saludo para todos.

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  6. Me alegro de que hayáis pasado un buen día, disfrutando de la bici por tierras conquenses en buena compañía.
    Yo, leyendo la crónica y viendo las fotos, también tengo el "cansancio" de una ruta tan dura y, sé que las fotos no reflejan ni el 1% pero, me conformo, porque me hacen recordar la vez anterior en que estuvimos por el cañón del río Huècar

    Grande Santi!!!!!! Y mecánicos asociados!


    Un abrazo Sed felices.

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  7. Creo que soy el culpable de que hayamos vuelto a realizar esta ruta, eso fue porque en la otra ocasión en la que se hizo yo no pude asistir. Me hablaron tan bien de ella que mis amigos no dudaron en acompañarme y repetirla.
    Muchos, muchos, muchos senderos, algunos tan estrechos que cabía la rueda y teniamos que ir agachados. Trialeras disfrutonas y bajada endurera, pero sobre todo la compañía que es lo mejor de todas las rutas.
    De verdad que no os sabéis lo que os perdéis aquellos que ya no tenéis el espiritu aventurero de descubrir nuevas subidas, nuevas bajadas y nuevos paisajes.
    Deseando descubrir nuevos caminos y rutas con los amigos. Gracias por acompañarme a Cuenca.
    Un abrazo.

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  8. Encantados de volver con A&A,a disfrutar de una gran ruta y sobre todo de la buena compañía de todos y cada uno de ellos, buena ruta, buena gente, buen picnic ,que mas se puede pedir...... Pues si ………esa adrenalina k te sale en estas rutas aunque sea sin agua, calor y lo que se ponga por delante. Grande Santi por empezar la ruta y sobre todo por acabarla sin rechistar. Alfonso decia k le dolian las caderas………sera que estas vivo y las mueves como se merecen jjajajajja. K dolor mas rico y agradable despues de tan buena ruta. Buen video Enrique y buena bajada te marcaste.
    Besoabrazos X2 y siempre acordandonos de nuestro gran Andres que todavia me acuerdo como bajo esa trialera la otra vez (ñiunnnnnn) SÚPER ANDRÉS 💪💪💪💪💪

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