domingo, 2 de noviembre de 2025

La Revancha Silenciosa

 

Hay deudas que solo se saldan volviendo al lugar exacto donde se firmaron


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Esta vez, la mochila de la revancha no la cargaba yo, sino Ángel. Un veterano entre nosotros, cuya espina clavada en julio seguía ahí, invisible pero presente, como un rumor que todos conocíamos.

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No estuve aquel día, pero bastaba escuchar los relatos para imaginarlo: puertas cerradas al monte, temperaturas altas, alguna avería inoportuna y ese regusto amargo de las rutas que no salen como uno espera. Hoy, en cambio, la mañana se presentaba serena, casi cómplice, dispuesta a ofrecer una segunda oportunidad.

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Acompañándole, bajo el cielo cubierto de nubes de un recién estrenado noviembre, estábamos: Andrés, Enrique, Fer, Juan, Nacho, Pawel, Raúl, Santi y Alfonso.

La ruta tenía nombre propio, y todos lo sabíamos.

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Rara vez dejo el timón; en la ruta desde Zarzuela del Monte él era el capitán del navío. Su ansiedad por “hacerlo bien” nos inyectó a todos una energía diferente, de esas que se notan sin necesidad de decir nada.

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El arranque

Los primeros metros siempre son de tanteo. Las conversaciones se mezclan con el crujido de la grava bajo las ruedas y ese vaho que el frío casi arranca de la respiración.

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Ángel abre camino con un ritmo firme, contenido, como quien no quiere dejar nada al azar. Detrás, el grupo se estira, se encoge, se arropa, por las cuestas que nos conducen a Ituero y Lama.

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El corazón de la ruta

La pista fue ganando altura y el rumor de las conversaciones se hizo más corto. El aire, más limpio, traía olor a tierra húmeda y a leña lejana. En algún claro, el sol rompía entre los árboles y nos recordaba por qué merece la pena madrugar los domingos. El bosque aún guarda calma; entre los pinos todo parecía respirar más despacio.

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Avanzamos por el Camino de la Cotera y más tarde por el Camino de Bercial a Villacastín que nos condujo hasta la Abadía de Santa María Real de Párraces, un Señorío de Abadengo con orígenes en 1088, hoy propiedad particular.

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Hubo repechos que se subieron más con la cabeza que con las piernas, y descensos que nos devolvieron la risa.

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Ángel, con el trazado claro en su cabeza, apenas miraba el GPS; avisaba de cada desvío con la precisión de quien quiere que todo transcurra sin sorpresas. Todos sabíamos —aunque nadie lo dijera— que esa concentración suya era también parte de la revancha.

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Cuando alcanzamos el punto donde, meses antes, la ruta se torció, un breve mutismo nos reunió. Ángel se detuvo, alzó la vista y asintió. No hubo discursos ni gestos grandilocuentes, pero todos entendimos lo que significaba. A veces basta con volver al mismo lugar para que el paisaje te devuelva distinto.

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El breve desvío hacia las raíces

La bici, que nos había llevado a saldar una deuda pendiente, nos regaló un desvío inesperado y la parada espontánea en Cobos de Segovia a petición previa de Raúl.

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Allí nacieron sus padres, y en ese breve entrar y salir pudo saludar a algunos primos y amigos. Fue un momento sencillo, casi un suspiro en el total de la ruta, pero lleno de emoción. La bici te lleva, sin buscarlo, a la geografía de la memoria.

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Y sin dejar de pedalear tras la estela de la rueda de Ángel, pensé en el peso invisible de la responsabilidad. Cuentan que la ruta de julio fue un error de cálculo, sí, pero fue un error noble, necesario.

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Mientras el aire frío me daba en la cara, recordé que solo se equivoca aquel que se atreve a levantar la mano y señalar un camino. El que se queda quieto, nunca llega a fallar... ni a descubrir nuevos horizontes.

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Hoy, Ángel estaba saldando su deuda, no con el asfalto, sino con su propia valentía. Esta vez no había puertas que saltar: había sabido encontrar las vueltas al camino para evitar enfrentarse a ellas… y también a sí mismo.

AlfonsoyAmigosLargo recorrido por los lindes de la Urbanización Pinar de Párraces, con toboganes que se superan sin problemas y el premio de un largo y divertido descenso por estrechos senderos hasta el río Viñegra.

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En este punto se abrió la duda: rodeo o afrontar la pendiente más dura de la ruta. Juan, que hoy dejó descansar su e-bike, fue el primero en iniciar el ascenso sin dudarlo. 

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El regreso

La montaña nos devolvió la lección más importante: el mérito es del que se expone, del que se atreve. En ese coraje reside la auténtica belleza de la revancha, sobre todo cuando se pedalea junto a los amigos que entienden el peso y la nobleza de un error.

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Al llegar, la sonrisa de Ángel lo dijo todo. Los abrazos fueron la firma al pie de la revancha cumplida.

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Recogimos las bicicletas con celeridad. Unos para volver a casa cuanto antes y otros para reencontrarse en Casa Campana, donde las cervezas frías y las buenas raciones sellaron la jornada con el mejor sabor posible.

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Entre brindis y risas, la montaña quedó atrás, pero su eco —esa conversación silenciosa que empezó el jueves— seguía presente, recordándonos una vez más que lo importante no es llegar, sino seguir pedaleando juntos.

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5 comentarios:

  1. Muchas gracias Ángel por permitirme ser cómplice de esta revancha.
    Llegar a Cobos pedaleando sobre la bicicleta rodeado de amigos a sido pata mi uno de los momentos mas emocionantes sobre la bici, y un verdadero regalo de cumpleaños.
    Además, el día nos regalo una magnifica mañana para pedalear, y una ruta muy bien llevada, y sin ningún incidente.
    Y como remate ese “chorizo y salchichón de Cobos” que saben a gloria…
    Gracias a todos por una maravillosa mañana.
    Un fuerte abrazo.
    Raúl

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  2. Para mí la ruta anterior no supuso ningún error, todos los que nos dedicamos ociosamente a este oficio vamos preparados para que en cualquier ruta surjan contingencias de cualquier tipo. Ademas aquella ruta probó nuestra agilidad satisfactoriamente, nunca pensé que pudiera saltar esas vallas, teniendo en cuenta que ya hemos cumplido una edad. Angel, para mí la ruta ha sido un lujo. Más de 40 km con la muscular y con muy buenas sensaciones. Gracias a ti y a las fotos y crónica de Alfonso, que aún cuando no siempre lo expresamos, siempre lo agradecemos y admiramos. Ah! y el lomo impresionante. Tengo que volver a por más y a por el chorizo y el salchichón. O la repetimos, o me cojo la moto. Lo dicho gracias.

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  3. Gracias Angel por el paseo que nos regalaste. Tuvimos también la sorpresa de la visita al pueblo de Raúl y la visita a su familia en Cobos.
    Y como no la visita a casa Campana, donde finalizar una ruta es el colofón perfecto.

    Santi

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  4. Se me hizo raro no salir el domingo. Tenia "ansia" de crónica.

    Gonzalo

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  5. Gracias Angel, como buen conocedor de la zona realmente lo bordaste.
    Gran mañana la que pasamos.
    Buen detalle con Raúl pasar por Cobos.
    De remate un Campanazo, con sus excelentes aperitivos.
    Deseando repetir.

    Alfonso, sin conocer la zona, muy buena crónica.

    Fer

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