jueves, 17 de abril de 2025

Revenga y los Senderos que Cuentan Historias

 

La montaña no solo es un desafío físico, sino un escenario de historias que se entrelazan con cada pedalada


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Semana Santa, un tiempo de reflexión, de descanso para muchos, de trabajo para algunos, y de ruta MTB para los que decidimos que ni el clima caprichoso ni la distancia desde Madrid serían excusa suficiente para quedarnos en casa. Sin confirmaciones previas, sin certezas, pero con el firme propósito de pedalear.

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El cielo ya brilla sobre Revenga mientras nos reunimos con decisión y entusiasmo: Andrés, Ángel, Asanta, Enrique, Paco, Pawel, Raúl y Alfonso, cada uno portando su propia historia y motivación para afrontar la jornada. Sin importar cuántos fuéramos, ya habíamos ganado algo: la satisfacción de estar allí, listos para la aventura.

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Después de un tiempo de ausencia, celebramos la reincorporación de Andrés, quien, con la fortaleza de un titán, afrontará la ruta con la misma determinación de siempre.

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No tenemos muy claro si debemos abrigarnos bien; es posible que la niebla se disipe con el paso de las horas, pero el chubasquero va en la mochila. El amanecer muestra un horizonte incierto, con las cimas envueltas en un velo gris que aún duda si retirarse, pero nosotros ya lo hemos decidido: hoy se pedalea.

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Con ánimo y el corazón abierto a la aventura, nos lanzamos a conquistar los senderos que, desde los primeros metros, se empinan como un desafío inevitable. Tras unos kilómetros, hacemos una breve parada dejando a nuestras espaldas el embalse de Puente Alta, que sorprende y agrada ver al máximo de su capacidad.

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¿Pawel? ¿Alguien ha visto a Pawel? En un abrir y cerrar de ojos ha salido disparado cuesta arriba como pájaro enjaulado puesto en libertad y Paco, con su pequeño truco bajo la manga, no dudará en convertirse en fiel escudero. No le van a faltar ocasiones de demostrar que está sobrado de fuerzas.

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El esfuerzo nos lleva hasta el Collado Cruz de la Gallega, donde la panorámica nos recompensa con un espectáculo fascinante: la niebla se aferra al paisaje, contrastando con la blancura de las cimas nevadas.

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Una foto junto a la “Puerta de Santillana”, fiel testigo silencioso de nuestras aventuras en la Sierra de Guadarrama y de la pasión que nos impulsa.

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En el veloz descenso a Valsaín y la Pradera de Navalhorno, pasamos junto al imponente Cerro de Matabueyes, cuya presencia, como guardián silencioso, invita a ser explorado en otra ocasión.

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No podemos evitar detenernos para reagrupar y hacernos unas fotos junto al Monumento a Los Carreteros, mientras las cercanas ruinas del Palacio de Valsaín nos susurran relatos de un pasado cargado de historia.

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Nos adentramos en zona de pinares, avanzando por el sendero de los Reales Sitios. Cada pedalada nos introduce en un paisaje que parece envolvernos en un abrazo natural.

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Continuamos por la carretera forestal de la Cueva del Monje a la Pradera de las Vaquerizas, donde el estruendo del arroyo de la Chorranca se escucha desbordante de energía. Un espectáculo natural que nos invita a detenernos para ser contemplado.

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El corazón de la ruta nos guía hacia la Cueva del Monje, donde el eco del pasado se entremezcla con la magia del bosque. A lo largo de los años, lo hemos visitado en innumerables ocasiones. 

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La historia del avaro hidalgo Segura, que engañó al mismísimo diablo ofreciendo su alma a cambio de poder y riquezas, se entremezcla con nuestras propias historias y la de los compañeros que han ido convirtiendo cada visita en única y memorable.

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La travesía continua entre fuentes que parecen dialogar con el viento: la Cruz de Abastas, el Zorrillo, Majarrompe y la Peseta, todas ellas recordándonos que el agua es el alma de esta tierra.

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Mientras enfrentamos repechos exigentes, los descensos nos ofrecen alegría y libertad, con el calor y el frescor alternándose juguetones con cada pedalada.

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Superamos el Puente de los Quebrados, que desafía el tiempo, mientras continuamos avanzando por el GR 10.4 El Camino Viejo del Paular, con implacable ascenso al Puerto de Cotos, nos llama desde el comienzo de su senda, pero preferimos no mirar demasiado, recordando la dureza que hemos enfrentado allí en otras ocasiones.

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En una pradera soleada recuperamos fuerzas con una barrita o gel, antes de recorrer un kilómetro por la Vereda de la Canaleja, ya conocida de rutas previas. Al llegar al Puente Arroyo del Cancho dejamos que este rincón nos ofrezca un momento de calma que relaja la adrenalina.

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Hoy exploramos la segunda parte de la Canaleja, hasta la fuente del Puente de la Cantina. Las recientes lluvias y nevadas han transformado el sendero con caprichosos charcos, barro, raíces, ramas y árboles caídos que desafían a quien se atreva a recorrerlo sin precaución. Sin embargo, durante el descenso, las exclamaciones de sorpresa y emoción de mis compañeros reflejan el asombro que nos envuelve en cada tramo.

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Con mucha precaución cruzamos la Carretera de Madrid y rápidamente enlazamos con la carretera forestal de La Fuente de la Reina. Al llegar al Puente del Telégrafo, donde confluyen el arroyo Minguete y el arroyo del Telégrafo, el lugar nos recuerda que en este punto comienza un nuevo desafío, que pondrá a prueba nuestras fuerzas.

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Nos enfrentamos a un ascenso de algo más de cuatro kilómetros, donde los fuertes desniveles nos desafían desde el primer instante. Cada pedalada es un esfuerzo continuo, como si la pendiente no estuviera dispuesta a conceder ni un segundo de tregua. Algunos compañeros han buscado aliados, mientras otros han optado por enfrentarlo en solitario. ¿Y Pawel? Su ausencia nos deja pensando si ya se estará refrescando en la fuente, acompañado por Paco.

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La Fuente de la Reina nos recibe con la serenidad de quien nos conoce bien: cansados, unos más que otros, pero satisfechos. Podría llamarnos a cada uno por nuestro nombre, pues hemos sido sus fieles visitantes durante años. Nos ofrece su agua y accede a ser fotografiada en nuestra compañía, antes de despedirnos con una melancólica tristeza.

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Con la acumulación de barro en la zona, no solo por las lluvias recientes, sino también por el arrastre de pinos cortados, decidimos abandonar la idea de alcanzar el Cerro de la Camorquilla y continuamos por el Cordel de SantillanaLas ruedas trazaron su historia en el sendero, dejando huellas sobre el barro y la nieve. Surfearon con destreza sobre las abundantes piedras, avanzando con firmeza con los frenos como meros espectadores de la audacia.


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El refugio y la fuente de los Pastores señalan el punto donde tomamos el desvío hacia el comedero de buitres. Al llegar, descubrimos la mesa preparada con los manjares dispuestos, aunque los comensales aún no han acudido a su cita, dejando el banquete en espera mientras las vistas espectaculares nos envuelven.


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El descenso discurre por un entorno magnífico, una maravilla que invita a ser explorada de nuevo. Al llegar al camino forestal del Río Peces, nuestra marcha se detiene. Recorremos un kilómetro que nos ayuda a relajarnos y asimilar todo lo vivido.

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Ya no hay pérdida. El camino retoma el primer tramo del día, ahora convertido en un descenso que recompensa cada esfuerzo. Las ruedas giran con soltura mientras la pendiente nos guía de regreso, dejando que disfrutemos de cada curva y de un paisaje que se despide con elegancia.

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Finalmente, al llegar de nuevo a Revenga, una sensación de plenitud nos envolvió. Más que una ruta, había sido una conexión profunda con la montaña y una celebración del espíritu de equipo. 

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Basta con observar las miradas de los compañeros para entender que, en cada sendero y en cada desafío, descubrimos un pedazo de nosotros mismos. 




4 comentarios:

  1. Gracias por las fotos y el relato, la ruta y el grupo insuperable, nos vemos pedaleando

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  2. Otro domingo de ruta con un trazado genial, divertido y muy bien escogido para la climatología actual. Me encantan eso contrastes de las verdes praderas con la nieve blanca del las montañas del fondo . Gracias a todos por esos domingos tan chulos .
    Un abrazo a todos y buena semana!!!

    Pawel

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  3. Lo que escribes es como abrir una ventana y mirar lo increíble que puede ser la vida, ya seas ciclista o no. Siempre transmites ánimo, ¡bravo! Lidia

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