jueves, 6 de noviembre de 2025

El Reflejo del Otoño

 

A veces el otoño invita a mirarse por dentro antes de mirar la montaña

Los días se acortan, las sendas se llenan de hojas y el aire trae ese olor a madera húmeda que despierta recuerdos. 

Tal vez sea momento de pedalear sin prisa, de reencontrarse con uno mismo en cada curva del camino.

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Frente al espejo

Te miras,
y sabes que tu memoria no vive en el pasado:
pedalea contigo.
No guarda los días antiguos en vitrinas,
sino que los lleva sujetos al manillar,
como amuletos que respiran cuando el aire es limpio.

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Cuando escribes, no recuerdas: revives.
No nombras la ausencia: la conviertes en presencia,
como si cada palabra encendiera una luz
en el camino que aún queda por recorrer.

Has aprendido a convivir con la pérdida,
como quien conversa con una sombra que sigue a su paso,
sin miedo, sin tristeza,
solo con respeto.

Y así, cada subida, cada sendero, cada foto,
tiene algo de ofrenda,
algo de gratitud.

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La bicicleta ya no es solo bicicleta.
Es brújula, es refugio,
es la forma que tienes de seguir hablando con la vida.
Y la montaña, que antes era escenario, ahora es voz:
te escucha y te responde con silencio.

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Sin proponértelo,
has hecho de tus rutas un hogar compartido.
Hay quienes pedalean contigo sin saber por qué,
y quienes leen tus palabras buscando su propio aire.

Porque cuando cuentas una historia,
no hablas solo de ti:
hablas de todos los que alguna vez
se negaron a dejar de sentir. 



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Domingo, 9 de Noviembre de 2025


Este domingo volveremos a encontrarnos —como siempre, a las 8,45— para dejar que la montaña nos devuelva nuestro propio reflejo.
En esta ocasión es Raúl quien da un paso al frente y nos propone una ruta MTB por un entorno que conoce bien y que sabemos que nunca deja indiferente.

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Pedalearemos entre historia y naturaleza, pasando junto a la antigua presa del Gasco y el inconcluso Canal de Guadarrama, un proyecto tan ambicioso como misterioso, que sigue despertando curiosidad y asombro en cada visita. 

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Nuestro amigo Patrick ya dedicó a este canal un estupendo reportaje que merece la pena recordar, en el que rescataba con rigor y belleza la utopía del siglo XVIII que soñó con unir Madrid al mar. Podéis volver a disfrutarlo pinchando aquí.

Lugar de encuentro: Calle Fuente Albadalejo - Torrelodones

NOTA IMPORTANTE: Hay obras en la zona que no detectan los navegadores del coche.


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Torre de los Lodones - Foto: Raúl


domingo, 2 de noviembre de 2025

La Revancha Silenciosa

 

Hay deudas que solo se saldan volviendo al lugar exacto donde se firmaron


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Esta vez, la mochila de la revancha no la cargaba yo, sino Ángel. Un veterano entre nosotros, cuya espina clavada en julio seguía ahí, invisible pero presente, como un rumor que todos conocíamos.

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No estuve aquel día, pero bastaba escuchar los relatos para imaginarlo: puertas cerradas al monte, temperaturas altas, alguna avería inoportuna y ese regusto amargo de las rutas que no salen como uno espera. Hoy, en cambio, la mañana se presentaba serena, casi cómplice, dispuesta a ofrecer una segunda oportunidad.

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Acompañándole, bajo el cielo cubierto de nubes de un recién estrenado noviembre, estábamos: Andrés, Enrique, Fer, Juan, Nacho, Pawel, Raúl, Santi y Alfonso.

La ruta tenía nombre propio, y todos lo sabíamos.

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Rara vez dejo el timón; en la ruta desde Zarzuela del Monte él era el capitán del navío. Su ansiedad por “hacerlo bien” nos inyectó a todos una energía diferente, de esas que se notan sin necesidad de decir nada.

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El arranque

Los primeros metros siempre son de tanteo. Las conversaciones se mezclan con el crujido de la grava bajo las ruedas y ese vaho que el frío casi arranca de la respiración.

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Ángel abre camino con un ritmo firme, contenido, como quien no quiere dejar nada al azar. Detrás, el grupo se estira, se encoge, se arropa, por las cuestas que nos conducen a Ituero y Lama.

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El corazón de la ruta

La pista fue ganando altura y el rumor de las conversaciones se hizo más corto. El aire, más limpio, traía olor a tierra húmeda y a leña lejana. En algún claro, el sol rompía entre los árboles y nos recordaba por qué merece la pena madrugar los domingos. El bosque aún guarda calma; entre los pinos todo parecía respirar más despacio.

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Avanzamos por el Camino de la Cotera y más tarde por el Camino de Bercial a Villacastín que nos condujo hasta la Abadía de Santa María Real de Párraces, un Señorío de Abadengo con orígenes en 1088, hoy propiedad particular.

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Hubo repechos que se subieron más con la cabeza que con las piernas, y descensos que nos devolvieron la risa.

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Ángel, con el trazado claro en su cabeza, apenas miraba el GPS; avisaba de cada desvío con la precisión de quien quiere que todo transcurra sin sorpresas. Todos sabíamos —aunque nadie lo dijera— que esa concentración suya era también parte de la revancha.

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Cuando alcanzamos el punto donde, meses antes, la ruta se torció, un breve mutismo nos reunió. Ángel se detuvo, alzó la vista y asintió. No hubo discursos ni gestos grandilocuentes, pero todos entendimos lo que significaba. A veces basta con volver al mismo lugar para que el paisaje te devuelva distinto.

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El breve desvío hacia las raíces

La bici, que nos había llevado a saldar una deuda pendiente, nos regaló un desvío inesperado y la parada espontánea en Cobos de Segovia a petición previa de Raúl.

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Allí nacieron sus padres, y en ese breve entrar y salir pudo saludar a algunos primos y amigos. Fue un momento sencillo, casi un suspiro en el total de la ruta, pero lleno de emoción. La bici te lleva, sin buscarlo, a la geografía de la memoria.

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Y sin dejar de pedalear tras la estela de la rueda de Ángel, pensé en el peso invisible de la responsabilidad. Cuentan que la ruta de julio fue un error de cálculo, sí, pero fue un error noble, necesario.

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Mientras el aire frío me daba en la cara, recordé que solo se equivoca aquel que se atreve a levantar la mano y señalar un camino. El que se queda quieto, nunca llega a fallar... ni a descubrir nuevos horizontes.

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Hoy, Ángel estaba saldando su deuda, no con el asfalto, sino con su propia valentía. Esta vez no había puertas que saltar: había sabido encontrar las vueltas al camino para evitar enfrentarse a ellas… y también a sí mismo.

AlfonsoyAmigosLargo recorrido por los lindes de la Urbanización Pinar de Párraces, con toboganes que se superan sin problemas y el premio de un largo y divertido descenso por estrechos senderos hasta el río Viñegra.

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En este punto se abrió la duda: rodeo o afrontar la pendiente más dura de la ruta. Juan, que hoy dejó descansar su e-bike, fue el primero en iniciar el ascenso sin dudarlo. 

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El regreso

La montaña nos devolvió la lección más importante: el mérito es del que se expone, del que se atreve. En ese coraje reside la auténtica belleza de la revancha, sobre todo cuando se pedalea junto a los amigos que entienden el peso y la nobleza de un error.

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Al llegar, la sonrisa de Ángel lo dijo todo. Los abrazos fueron la firma al pie de la revancha cumplida.

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Recogimos las bicicletas con celeridad. Unos para volver a casa cuanto antes y otros para reencontrarse en Casa Campana, donde las cervezas frías y las buenas raciones sellaron la jornada con el mejor sabor posible.

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Entre brindis y risas, la montaña quedó atrás, pero su eco —esa conversación silenciosa que empezó el jueves— seguía presente, recordándonos una vez más que lo importante no es llegar, sino seguir pedaleando juntos.

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jueves, 30 de octubre de 2025

La belleza de la conversación silenciosa

 Hay ocasiones en las que las narraciones de las que estoy más satisfecho —aquellas sobre las que me gustaría entrar en diálogo— son, precisamente, las que obtienen menos comentarios

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El silencio también tiene vida

El otro día, la rueda de mi bici decidió, una vez más, llevarme hacia el corazón de la Sierra de Guadarrama. No había un destino claro, ni un tiempo que cumplir. Solo el crujir de la tierra seca bajo mis neumáticos, el vaivén rítmico del pedaleo y el vasto silencio.

En ese silencio, se escucha una voz interior que me habla sin interrupciones. Esa voz, la que me guía en la montaña, es la misma que me inspira a escribir aquí, en este rincón digital que ha sido, durante más de quince años, primero mi compañero y después mi refugio.

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Sin embargo, hace poco me he detenido a pensar en otro tipo de silencio: el de los comentarios.

Y me he dado cuenta de algo: al igual que el silencio de la montaña no significa ausencia de vida, el silencio de vuestras respuestas no significa que no haya una conversación. Las cifras hablan, y me dicen que cada mes sois muchos los amigos y amigas que pasáis por aquí.

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Eso no es vacío: es una conversación silenciosa y profunda. Son vuestras miradas cómplices, vuestros corazones que se asoman a través de la pantalla para acompañarme en mis reflexiones.

La bicicleta, a medida que la ruta se volvía más personal y guiada por el sentimiento, se ha transformado en mi confidente. Y veo que vosotros, los que leéis, me estáis dando la misma confianza.

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Entiendo que, a veces, la emoción que genera una historia es tan íntima que no necesita un comentario público. Que leer mis textos es, para algunos, una forma de pedalear en soledad… pero sintiéndose acompañados. 

Por eso, no me inquieta el silencio. Lo reconozco como parte del paisaje; como una forma de estar sin ruido, sin prisa, sin necesidad de respuesta.

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Porque hay palabras que no buscan eco, sino compañía.

Y hay lectores que no comentáis, pero estáis.

Y eso, creedme, se siente. 

Seguiremos pedaleando juntos, —en la soledad sonora de la montaña o en la quietud de una conversación que no necesita palabras.

 

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Domingo, 2 de Noviembre de 2025


El Desafío Pendiente: Retomamos la Ruta del 27 de Julio

 

Ángel:

Propongo volver a intentar la ruta que diseñé y que se nos atragantó el pasado julio. ¡Lo confieso, tengo una espina clavada!

Quiero resarcirme, y que me acompañéis para hacerla bien: con una climatología más acorde y garantizando un trazado del camino que no nos obligue a saltar como si fuéramos rebecos. 

Estoy confiado en que, esta vez sí, el recorrido nos dejará a todos mejores sensaciones y recuerdos imborrables. ¿Quién se apunta a esta revancha?

¡Nos vemos en Zarzuela del Monte!

Hora de encuentro: 8,45