jueves, 12 de junio de 2025

Hoy la Montaña

 

Hoy, la montaña no me habló como lo hacía antes. No con palabras, claro, sino con el crujido del suelo bajo las ruedas, con el aire que se enredaba en las ramas y bajaba por la pendiente como un susurro


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Mientras ascendía, sentí que me preguntaba: "¿Recuerdas la primera vez que subiste por aquí?"


Y sí, lo recordaba. Eran otros tiempos. Pedaleaba con la furia propia de la juventud, con prisa, como si la cima fuera un trofeo y no un destino. Apenas miraba a los lados, apenas sentía el peso del aire o el murmullo de los árboles. La montaña era solo un obstáculo más.

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El tiempo ha pasado y todo es distinto. La inclinación sigue intacta, el aire conserva su fragancia, pero yo… yo he cambiado. Cada pedalada es otra cosa. No es lucha, es conversación. No es conquista, es reconocimiento.

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Antes ignoraba lo que ahora escucho en un diálogo permanente con el terreno. Reconozco el silencio entre los árboles, la forma en que la luz juega entre las hojas.

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La montaña parece susurrar: "Antes, apenas te fijabas en mí. Hoy me escuchas."


Me detengo un instante. Respiro. La montaña no ha cambiado, pero yo sí. Algo en mi forma de mirar, de pedalear, de sentir. Ya no cuento los metros hasta la cima; cuento los momentos, las pausas, los latidos compartidos con el camino.


Quizá nunca fue la montaña la que hablaba. Quizá siempre fui yo, aprendiendo a entenderla, aprendiendo a entenderme.

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Seguí pedaleando, acariciado por el viento. Y supe con certeza que la montaña no solo se sube. La montaña se vive. 



Domingo, 15 de Junio de 2025

Este domingo, algunos compañeros cambiarán nuestra ruta por emocionantes y exigentes desafíos en prueba ciclista de montaña o preparándose para la que está por llegar de carretera.

Les deseamos mucha suerte ante los retos que pondrán a prueba su fuerza, resistencia y tesón. Pero que lo tengan claro: el espíritu y el ánimo de AlfonsoyAmigos pedalearán con ellos.

Por nuestra parte, proponemos una ruta clásica: desde Cercedilla hasta el Puerto de La Fuenfría, en una versión ajustada. Como hicimos hace unas fechas con Juan como protagonista, buscamos regresar a buena hora sin renunciar a la esencia de la aventura.

Hora de encuentro: 8,45

Cambiamos el punto de cita y partida: Aparcamiento público subterráneo en la Avenida Sierra de Guadarrama 10 de Cercedilla



Hay otro parking de superficie un poco más adelante.

Una vez pertrechados, nos reuniremos en la terraza peatonal de superficie.

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domingo, 8 de junio de 2025

Miraflores, Morcuera y Canencia: esfuerzo, paisajes y aventura

 

Miraflores de la Sierra. La antigua estación de tren, testigo de incontables historias, nos recibe con su silencio impasible, aguardando el inicio de una nueva aventura


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Bajo su mirada pétrea, siete ciclistas nos reunimos, no como simples aventureros, sino como gladiadores modernos ante el coliseo de la montaña.

¡Ave César! Los que van a pedalear te saludan: Ángel, Gonzalo, Javier, Juan, Miguel Ángel, Patrick y Alfonso. La lista de ausencias es larga, pero el espíritu de AlfonsoyAmigos sigue en pie, firme como el terreno que hoy desafiaremos.

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Ángel y yo llegamos con el tiempo justo. Abrazos apresurados, alguna reprimenda en tono jocoso de quienes llegaron con más margen y unas ansias por rodar que ya se sienten en el ambiente. La montaña espera, y estamos listos para afrontarla.

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Hace dos años partimos desde este mismo punto en la célebre 'Ruta rara, rara, muy rara', marcada por retrasos, desvíos y risas que aún resuenan en el aire. De aquel día, solamente repetimos Ángel y yo. Aunque el recorrido nos sea familiar, cada pista y sendero vuelven a ser una página en blanco, lista para que escribamos nuestra próxima historia. Esta vez, con nuevos compañeros.

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El arranque exige un pequeño esfuerzo: un kilómetro en ascenso que nos despide de la estación y deja atrás el primer susurro del día. Luego, nos deslizamos por las calles de Miraflores, que empieza a tomar vida. El río Guadalix nos guía hacia el Camino de San Blas y pasamos cerca de la antigua Fuente del Cura (1888), aunque sin detenernos en su historia.

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A nuestra derecha, la imponente Fuente de la Villa (1970) nos observa, con su fama de devolver el ánimo a los jóvenes inapetentes. Es el momento perfecto para la primera foto de grupo, un instante de aparente tranquilidad... justo antes de que Miguel Ángel descubra que ha perdido un tornillo de una cala. Por suerte, en la bolsa de Mary Poppins aparecerá el repuesto necesario.

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El bosque nos acoge con su frescura y la sombra de sus majestuosos robles. Pronto alcanzamos el Mirador de San Blas, un balcón privilegiado sobre el Embalse de Santillana, Soto del Real y La Pedriza. ¿Un respiro antes de continuar? No, los que van en cabeza ya han seguido adelante.

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Nos adentramos en el Monte Perímetro Aguirre, un paraíso de robles y pinos.  El trazado gana desnivel y el grupo se dispersa. Cada cual busca su mejor ritmo, sabiendo que el ascenso es largo. Me quedo más atrás con Patrick, con quien tendré tiempo de hablar de lo humano y de lo divino.

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La ruta nos conduce hasta la Fuente de la Parada del Rey, un enclave cargado de historia. Según la leyenda, en el siglo XVII, Felipe IV e Isabel de Borbón, viajaban hacia el Monasterio de El Paular cuando la reina, cautivada por la belleza del entorno, decidió detenerse aquí. Tan impresionada quedó que, al saber que la zona se llamaba “Porquerizas”, propuso renombrarla como “Miraflores”, dando origen al nombre actual de la localidad."

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Nuestros compañeros tampoco han hecho parada. Han dejado atrás la historia y la generosa agua de la fuente. Nosotros, un breve respiro y seguimos también adelante, guiados por los arroyos de la Vejiga y la Media Luna, que nos conducen hacia el Río Miraflores.

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Pronto alcanzamos la Carretera de Rascafría, donde logramos reagruparnos por breves instantes. Desde aquí comienza el ascenso al Puerto de la Morcuera (1776 m). Nos esperan dos kilómetros de esfuerzo sostenido hasta la cumbre, con una pendiente media del 6.8% y rampas exigentes al final. Un reto que exige concentración y piernas.

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Al llegar a la cima, el esfuerzo se disuelve en la satisfacción de la conquista y en las espectaculares vistas panorámicas. No estamos solos; grupos de ciclistas de carretera y montaña celebran el mismo logro.

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La temperatura baja, el aire se vuelve más fresco, y nos preparamos para un vertiginoso descenso por una carretera cerrada al tráfico. (¿?) Antes de lanzarnos, inmortalizamos el momento con unas fotos. La pegatina en el cartel… mejor lo dejamos, ya es ilegible...

Me entretengo en limpiarla para una nueva foto y para que, al menos, se sepa dónde estoy.

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En la bajada apenas saludamos de pasada a la Fuente del Cossío, que queda a nuestra izquierda, testigo silencioso de nuestro fugaz paso. Nos desviamos hacia el arroyo de las Hoyuelas y seguimos hacia el Collado del Hontanar (1730 m). La temperatura es agradable, incluso fresca y el entorno una auténtica maravilla.

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Mientras avanzamos con soltura, propongo salirnos del track marcado y tomar el camino a la derecha hacia el Collado Toril. Ya lo conocemos de otras duras rutas, pero hoy merece la pena visitarlo, con su llamativo tentadero en mitad del Prado Toril.

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Una vez tomado el desvío, comprobamos que Javier y Juan se nos han escapado. El aviso no llegó a tiempo y el teléfono no tiene cobertura. Volveremos a reunirnos en la Fuente del Hornillo.


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Rápido descenso hasta el Puerto de Canencia (1504 m) dominado por pinos silvestres. Lugares en los que tuvo su actividad el famoso bandolero “Tuerto Pirón


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Desde allí, comienzan los kilómetros más exigentes de la ruta, con el largo descenso repleto de dificultades hacia el Collado Ventoso. Otra cala suelta, esta vez de Juan, nos detiene la marcha por unos minutos.


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Después, el grupo reducido sigue avanzando, sorprendiendo a propios y ajenos, mientras las bicicletas devoran los abundantes obstáculos del camino. Nos detenemos para reagrupar y para que las manos, los brazos y, quizá, todo el cuerpo, disfruten de un merecido descanso.


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El camino de Rascafría a Bustarviejo nos permite avanzar hasta conectar con la Cañada Real Segoviana, que se nos muestra más indulgente. Descendemos a gran velocidad, disfrutando, pero atentos a las numerosas torrenteras que cruzan la pista de tierra.

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De nuevo, sendero single, esta vez revirado y cerrado por la vegetación. Nos llevaremos algún arañazo de recuerdo antes de alcanzar las antiguas vías del ferrocarril Madrid-Burgos.

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Apenas un kilómetro junto al balastro de las vías y, casi sin darnos cuenta, estamos de nuevo en la Estación de Miraflores. Gonzalo, con cierta incredulidad, pregunta ¿pero ya hemos llegado?

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Más de 40 kilómetros de una ruta que ha tenido de todo: exigencia, aventura y el plus que siempre añadimos nosotros. Completamos la jornada en cuatro horas y media, paradas incluidas. ¡Bravo, bravo y bravo!

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Un día para recordar, una ruta que exigió todo de nosotros y nos devolvió aún más. Hasta la próxima aventura.


jueves, 5 de junio de 2025

La vida pasa, la vivas o no

 

Dicen que la vida es como un río. Siempre fluyendo, sin detenerse por nadie, le da igual si decides navegarlo o quedarte mirando desde la orilla


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A veces te dejas llevar por la corriente, sin pensar demasiado, solo flotando. Y otras veces agarras los remos con fuerza, intentando marcar tu rumbo. Pero, pase lo que pase, el río sigue adelante.

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Con el tiempo he entendido que no siempre puedes vivir cada momento como quisieras. Hay ocasiones y sucesos que pueden robarnos parte de esos sueños. Pero también es en esos momentos cuando descubres la fuerza del amor, la amistad y las conexiones que construyes. Esos recuerdos son los que llenan de sentido cada tramo que recorres, incluso cuando el río parece ir más rápido de lo que quisieras.

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Momentos que dan sentido

Mi vida ha sido una mezcla de todo. Ha habido muchos días luminosos, llenos de risas y pedaladas con amigos, y otros más oscuros, en los que apenas podía seguir el ritmo. Pero ahora, mirando atrás, veo que cada experiencia, incluso las más duras, han formado parte de mi propio equilibrio. La vida no solo pasa, también te invita a vivirla, a saborearla, a disfrutar esos instantes que hacen que todo tenga sentido.

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Lo importante no es detener el paso del tiempo, porque eso no está en nuestras manos. Lo esencial está en cómo decidimos vivir mientras fluye. Cada elección, cada momento vivido con intención, es lo que da sentido al camino.

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Al final, cada remolino, cada rápido y cada tramo tranquilo forman parte del mismo viaje. Y quién sabe, quizá el próximo giro del río nos traiga un paisaje inesperado, una compañía nueva o simplemente la satisfacción de seguir navegando.

No se trata solo de recorrer el río, sino de encontrar significado en cada tramo, de dejar huellas que perduren y de construir un viaje que, al mirar atrás, sintamos realmente nuestro. 

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Domingo, 8 de Junio de 2025


El tiempo avanza sin detenerse, y nosotros seguimos su ritmo sobre nuestras bicicletas. Con cada pedalada exploramos nuevos caminos, reencontramos viejas sendas y sumamos experiencias que enriquecen nuestro viaje. Un nuevo tramo, nuevas sensaciones, pero la misma esencia: pedalear, compartir y disfrutar.

Nos vemos el domingo para escribir juntos otra página de esta travesía.

En anterior ocasión

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Hora de encuentro: 8,45 

Lugar de salida: Antigua Estación de Tren – Miraflores de la Sierra


domingo, 1 de junio de 2025

La Aventura no termina, solo cambia el ritmo

 

El amanecer desvela un horizonte vibrante, cargado de expectativas y de un calor húmedo que promete acompañarnos toda la jornada


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No es solo un día de ruta, es un día para celebrar. Cada pedalada es una despedida de lo cotidiano y una bienvenida a lo desconocido.

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En el encuentro, en Navalafuente, las caras de siempre y las de quienes hoy no han querido faltar: Andrés, Ángel, Enrique, Ernesto, Eva, Fer, Jesús, Juan, Patrick, Rafa, Santi y Alfonso. Más tarde se nos unirá Nacho.

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Sin apenas sombras sobre los senderos cuando iniciamos la marcha. El cielo cubierto, brumoso. Se percibe en el aire esa mezcla de emoción y camaradería, el murmullo de conversaciones entrecortadas por el ritmo de las ruedas sobre la tierra.

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La montaña nos observa y nosotros nos entregamos a ella, sin prisas ni relojes que marquen la cadencia. El calor nos recuerda que debemos dosificar el esfuerzo, pero también que hay momentos para dejarse llevar por la compañía y el paisaje. 

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Hoy, además del disfrute del recorrido, hay un motivo mayor para el encuentro. Un compañero cierra una etapa laboral para abrir otra llena de posibilidades, y nosotros estamos aquí para acompañarlo y festejar con él que el camino no termina, solo se transforma.

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La jubilación nos ha dado una nueva libertad: explorar sin horarios, dejar que la curiosidad nos guíe por senderos inéditos, pedalear entre semana cuando la montaña aún conserva su silencio intacto.

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Durante años, las Rutas de la Abuela nos ofrecieron un ritmo más pausado los sábados, y en verano, las Rutas Nocturnas nos desafiaron con la magia de la montaña bajo la luna. Parecen sonar solo a historias pasadas.

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Ahora llega una nueva etapa, la oportunidad de seguir explorando con la curiosidad e ilusión de siempre, sin horarios. De sumar kilómetros confiando en que, con el tiempo, más compañeros se nos unan en este nuevo desafío… y que el cuerpo me aguante para ser partícipe de ello.

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Me alegra ver que los compañeros se sorprenden por el paisaje, a pesar de que los últimos calores van agostando los campos. La humedad, resultado de alguna tormenta reciente, no ayuda cuando el esfuerzo se va haciendo más intenso.

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Enrique aprieta la marcha, no lo puede remediar, es su inercia y más de cara a las pruebas que se le vienen encima. Y Ángel, que hoy parece encontrarse incluso más fuerte que de costumbre, le sigue el ritmo.

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Son los tramos más duros del recorrido. Repechos que obligan a apurar los piñones disponibles y zanjas profundas erosionadas en el camino, cicatrices de lluvias torrenciales pasadas, que no te libran de tener que hacer equilibrios aquí o allá.

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Cada uno de los presentes intenta encontrar la marcha adecuada. "Los que van delante ya pararán"

Tras los primeros kilómetros, no es un humano, es una máquina la que parece revelarse, ha decidido rezongar. Tal vez por no haber recibido buen trato, acaso porque los años pasan para hombres y máquinas, o porque todos necesitamos algún momento de rebeldía.

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"Me han olvidado… ¡Así no se trata a una compañera de batallas!", parece lamentarse la bici

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La rueda trasera de la bicicleta de Santi se resiste a rodar con fluidez y mayor será su queja a medida que avanzan los kilómetros. En zona de toboganes, su talante se vuelve hasta amable al dejarse caer en los descensos, pero en los ascensos, ¡ay amigo! Ese será otro cantar.

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El último esfuerzo y estamos en Bustarviejo, localidad que todos recordamos, aunque no de igual forma, como punto de inicio del ascenso al Cerro de El Pendón en rutas pasadas.

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"Hace falta una llave fija o llave inglesa", demanda algún compañero y, a modo de broma, nos palpamos por el cuerpo, pero nadie tiene esa llave. La fortuna nos hace descubrir un taller mecánico abierto. Ángel corre a pedir ayuda.

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Llave en las manos de quienes intentan el arreglo por todos los medios y el resto en espera, sin acabar de decidir si buscar una sombra o darse bronceador.

Pasa el tiempo y la bicicleta erre que erre, la puñetera cabezona


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Juan, sí, Juan, el hoy homenajeado, decide regresar a Navalafuente en busca de coche y volver para recoger a Santi y su máquina. Jesús partirá con él… por no dejarle solo.

La ruta original ya fue recortada para este día especial y sería una lástima meter de nuevo la cizalla, así que, con el ánimo de los presentes, seguimos adelante. La intención es llegar hasta el Puerto del Medio Celemín (1312 m).

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El ascenso avanza sin tregua. No hay sombras que alivien el calor, solo el aire que generamos al pedalear, insuficiente en las cuestas más duras. La montaña nos exige paciencia y determinación.

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Algunas lagartijas despistadas cruzan el camino, se detienen un instante, nos observan y huyen del sol. Nosotros seguimos adelante, cada uno buscando su propio ritmo hasta alcanzar el Collado. Un primer grupo corona y, cuando el resto está a punto de hacerlo, los primeros ya emprenden el descenso. “Cuando tú vas, yo vengo”, como en aquella canción.

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La bajada a Bustarviejo es rápida. Reagrupados, tomamos el Camino de las Viñas hacia la zona de Los Barracones, confiando en que el resto de la ruta fluya sin contratiempos.

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Cuando el ritmo de la marcha parecía estable y la ruta fluía sin contratiempos, un nuevo imprevisto nos detiene. La bicicleta de Andrés decide lo contrario: el núcleo ha cedido, dejándola inmóvil, como si se negara a seguir avanzando

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Las miradas se cruzan, la experiencia nos dice que no es un fallo menor. Probamos, verificamos, pero el diagnóstico es claro: sin núcleo, no hay impulso. La bici ha pasado de compañera fiel a espectadora inmóvil de la ruta.

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Solo queda aceptar que hoy, las máquinas han decidido reclamar su propio espacio en la crónica de la ruta


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Andrés, no duda, está dispuesto a regresar corriendo junto a su compañera lastimada, pero hay otra solución. Rafa y yo, con nuestras e-bikes, le empujaremos en los tramos en ascenso. En las bajadas, la gravedad hará el resto.

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El regreso a Navalafuente marca el final de una jornada intensa. La ruta nos exigió esfuerzo, paciencia y camaradería, pero aquí estamos, juntos, recuperando energías. La ropa seca, las sonrisas compartidas y los abrazos sinceros sellan el día.

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Hoy celebramos la ruta y el nuevo comienzo de Juan. Nos reunimos en torno a la mesa, entre risas, anécdotas y el eco de una jornada intensa. Por el bullicio, pareciera que volvemos a la niñez, disfrutando sin reservas ni prisas, solo viviendo el momento.

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Brindamos por Juan, por todo lo que ha recorrido y por lo que aún le queda por explorar. Porque la aventura no termina, solo cambia de ritmo.