El hombre propone y la lluvia dispone - AlfonsoyAmigos en El Espinar

 

Tal vez porque las fiestas de El Espinar van llegando este año a su fin, las nubes, la lluvia y las tormentas están más enojadas que nunca

Los ciclistas hemos quedado a la misma hora de siempre, pero poco antes, en el Portalón, en El Espinar, ya se han concentrado romeros y carrozas para acompañar la imagen del Santísimo Cristo del Caloco de regreso a su ermita.

La mañana está algo fresca y las nubes no auguran nada bueno, pero a la hora del encuentro hay una calma chicha que anima a arrancar e intentarlo a Andrés, Ángel, Enrique, Fer, Jesús, Luis Angel, Rafa, Santi y Alfonso. 

Nuestras primeras pedaladas nos conducen por un tramo de la Vereda de la Talanquera y en pocos minutos pasamos junto a la Ermita de San Isidro, de 1985, en los llanos de San Pedro.

Cruzamos la SG-500 e iniciamos ascenso por la Mata de Santo Domingo, para rodar por encima del Arco de Santo Domingo, al que hoy no nos acercamos.

Camino conocido, por debajo de la cerca de la Cantera de Navalvillar, con tramo empedrado que siempre dudo si se tratará de antigua calzada romana.

En nuestro avance por la ladera norte del cerro de El Potril (1430 m), asustaremos y haremos tomar el vuelo al menos a una veintena de buitres, creando un sorprendente espectáculo nada habitual.

Subimos y bajamos, con algún repecho duro pero corto y disfrutando de fácil rodar por camino que nos conduce a murete de piedra que saltamos cuidando de no deteriorarlo, para cruzarnos con la Cañada Real Soriana Occidental, que discurre a lo largo de la provincia de Segovia y que hoy vamos a seguir por un breve tramo.

A nuestra izquierda podemos ver el mojón de piedra conmemorativo de la Carta Puebla de 1297, pero seguimos adelante cogiendo pequeño sendero, no bien marcado, que nos hace avanzar por la ladera sur de Peña Cuervo (1421 m).

Nos han caído por el camino algunas gotas de lluvia, pero al frente, justo hacia donde es nuestro propósito continuar, se han formado rápidamente grandes y oscuras nubes que amenazan con descargar sobre nosotros su húmeda carga. Dudamos si seguir adelante. El objetivo de la cámara se salpica de gotas.

La intención de llegar al Alto de las Atalayas (1506 m) y al Puerto de la Cruz de Hierro (1467 m) se quiebra, pues la boca grande y oscura de lobo parece esperarnos con ansiedad. Hay que pensar en alternativa y no parece la mejor regresar a El Espinar, cuyos cielos vemos tan negros como al frente.

La visita a la Ermita de Nuestra Señora del Cubillo queda también aplazada para “tiempos mejores”. De momento, parece que vamos a improvisar… Ángel toma la iniciativa y nos conduce por la colada de Cantos de San Juan, siguiendo el cauce del arroyo del Navazo.

Ahora chispea, ahora llueve, ahora sale el sol, vuelve a llover, se levantan ráfagas de viento… como si Zeus y Eolo se divirtieran jugando con nosotros mientras nos acercamos a las Navas de San Antonio.

Se intensifica la lluvia y Santi propone detenernos en el Bar-Restaurante Ruma donde, nada más entrar, se nota calorcito que se agradece y la vista se nos va detrás de sus vitrinas de quesos, embutidos, miel, mantecados y bollería de todo tipo.

Ninguno hacemos remilgos a unos cafetitos o unos refrescos, con un plato de lacón, chorizo de la olla, oreja… Fuera parece diluviar, así que no hay prisa. Tiempo da a hacer planes para próximas escapadas.

Ahora cuesta arrancar, es verdad, pero la furgoneta que nos iba a recoger se ha averiado 😄; no hay más remedio que recorrer pedaleando los 12 kilómetros que nos restan.

Como si fuéramos a subir hasta la Torre del Telégrafo Óptico (1330 m), pero hacemos un quiebro por la Vereda de la Casilla del Doro y la ladera del Cerro del Caloco, con descenso muy, pero que muy roto y zanjado hacia el arroyo de La Tejera. Cruzamos la N-VI y ascendemos a El Espinar junto al Pinarillo.

Andrés y Jesús nos han abandonado para regresar a San Rafael pedaleando y a Santi le dejamos a las puertas de su casa. El resto, apretamos la marcha porque llegando a la plaza de toros empieza a llover y apenas nos dará tiempo de cambiarnos, guardar las bicis y meternos en los coches antes de que empiece a caer la mundial.

Ruta hecha, ruta contada.