Noche de Reyes, noche de ilusión

Creo que me he portado bien todo el año, bueno, a ratos.

Para estar seguro de que mis deseos serían cumplidos, no he querido perder la ocasión de acercarme a la Cabalgata de Reyes de San Rafael.

La temperatura, benévola para estas fechas, ha permitido que más familias de lo habitual hayan salido a la calle.

Las diferentes peñas nos han obsequiado a los asistentes con una sopa de ajo con mucha sustancia, sardinitas a la plancha, choricitos y panceta a la parrilla y roscones de Reyes con distintos rellenos, acompañados de un sabroso y calentito chocolate.

Mientras degustas las viandas, es momento para encontrarte y saludar a amigos y conocidos, en esta plaza de encuentro.

De reojo, miro de vez en cuando al altillo donde se encuentran los Reyes Magos, atendiendo los últimos deseos de multitud de críos, que esperan pacientemente e ilusionados en una larga fila. La emoción es compartida por los padres que, móvil en mano, se esfuerzan por sacar la mejor instantánea de sus hijos sobre las rodillas de Gaspar, Baltasar o acaso Melchor.

Llego a saludar a un pastorcillo ya crecidito y a dos centuriones romanos que han hecho amistad con un cartero de los reyes, pero yo quiero entregar mi carta a Melchor y no pararé hasta conseguirlo.

Sus majestades ya están pensando en la larga y dura noche que les espera, pero yo aprovecho la oportunidad que se me presenta, me alejo de mis compañeros, salto cuatro escalones de golpe y antes de que Melchor se de cuenta de ello, ya estoy sentado en sus rodillas.

Le he pedido a este simpático Rey Mago, que este nuevo año nos vaya mejor a todos. Él me lo ha prometido y yo... le he creído.