domingo, 17 de marzo de 2024

Tampoco ha defraudado en esta ocasión, la Chorrera de San Mamés

 

Existen destinos en el mundo que, por su belleza e historia, invitan a ser explorados una y otra vez

Son esos lugares que, sin importar cuántas veces los visites, siempre te ofrecen una nueva perspectiva, una aventura fresca


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Y luego están las rutas, los caminos trazados por la naturaleza o la mano del hombre, que merecen ser recorridos en múltiples ocasiones. Especialmente cuando tienes el privilegio de ser el guía para aquellos que ven todo como un descubrimiento, para quienes cada metro avanzado a base de pedaladas es una experiencia completamente nueva.

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En esta ocasión, tres compañeros se enfrentan a la ruta por primera vez, mientras que otros cinco estamos dispuestos a disfrutarla nuevamente: Ángel, Asanta, Fer, Luis Ángel, Miguel Ángel, Nacho, Rafa y Alfonso. Dos, de puesta de largo, uno de pirata y el resto mostrando unas piernas que, quizás, agradecerían unos rayitos de sol que hoy apenas se dejarán ver.

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Ah, permitidme comentar de pasada. Hoy estreno nueva bici, aunque ni siquiera me había sentado en ella para probarla. Sin embargo, Fer ha ejercido una especie de “derecho de pernada”, o de pedalada, y en un abrir y cerrar de ojos, se ha dado una vuelta con my new bike, pero devolviéndomela ya salpicada de barro. ¡Qué barbaridad!

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Y al hablar de salpicaduras de barro, más de un compañero, leyendo estas líneas, ha debido soltar una risa tonta, quizás con un toque de nerviosismo e ironía. Ahora contaremos.

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Con el cielo ligeramente cubierto, con temperatura agradable y con muchas ganas de disfrutar, nos ponemos en marcha y entramos rápidamente en senderos donde la humedad de los campos es palpable. ¡Ay! Mi bici.


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Tras cinco kilómetros de rodar fácilmente llegamos al Puente de Matafrailes (me da miedo preguntar por el origen del nombre). Este puente, con su arco ojival, se alza sobre el arroyo de Canencia, muy cerca de su desembocadura en el río Lozoya.

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Como en el juego de la Oca, avanzamos de puente a puente hasta situarnos sobre el puente del Congosto. Ni los eruditos tienen claro si es de origen romano o ya medieval y, mientras lo deciden, nosotros nos detenemos en parada larga para llevarnos unas formidables fotos de recuerdo. (Difícil elegir entre las que se han obtenido)

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¡Qué suerte tenemos en Madrid con el agua! Le comento a Luis Ángel, mientras escuchamos el fuerte ruido de las aguas que fluyen alegres, embravecidas y sin control.

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Y más adelante, otra maravilla: El Embalse de la Pinilla, que podemos admirar en toda su plenitud desde el Mirador del Valle. Aunque nos queda mucha ruta, a ninguno parece importarnos ahora mismo.

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Abandonamos la “pista de paseo” alrededor del embalse, atravesamos un túnel bajo la M-604 y comenzamos a seguir el cauce del arroyo del Villar por un sendero forestal. Algunos recordábamos que este camino fue complicado la vez anterior, pero esta vez lo encontramos aún más desafiante.

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La dificultad radica en avanzar a pesar del barro que encontramos constantemente, especialmente resbaladizo cuando intentamos superar desniveles ya de por sí difíciles. Me enorgullece ver el esfuerzo de mis compañeros y escuchar risas en el bosque en lugar de los lamentos y quejas que se podrían esperar.

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No hay fotos en zonas embarradas porque no me detengo. Es mejor intentar mantener la inercia, ya que cuesta mucho volver arrancar.

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Hemos recorrido más de cuatro kilómetros por la ladera baja del Cerro de la Cruz, lo que está pasando factura a nuestras piernas. Sin embargo, nuestro ánimo sigue en alto mientras seguimos bromeando: ¿Estamos en zona de sotobosque? ¿Sí? ¿No? “Vegetación formada por matas y arbustos que crece bajo árboles jóvenes en un bosque”. La tontería dará para un buen rato.

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Finalmente, alcanzamos el Collado de los Espinosos y ahora nos espera un descenso fácil hacia Navarredonda, donde una fuente de agua fresca nos da la bienvenida.

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El entorno es realmente hermoso, rodando ahora por la Ruta del Robledal, que nos trae muchos recuerdos de las rutas por San Rafael y El Espinar. Superando después el puente de madera sobre el arroyo del Chorro.

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Los últimos kilómetros de fácil rodar se van a acabar. Nos encontramos en cruce de caminos, en el Mirador de San Mamés, con letreros informativos en los que el incívico de turno se ha empeñado en dejar su firma.

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Frente a nosotros se extiende una pista ancha perfectamente compactada, y al fondo, engañándonos sobre su tamaño, ya vemos la Chorrera de San Mamés. Nos lanzamos a por ella, superando dos kilómetros de duro ascenso. Como en el bosque, no miro atrás ni me detengo a hacer fotos… bastante con mantener el resuello.

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Alcanzamos el refugio, la Casa del Leñador, en la Puerta de los Carpetanos (una de las Puertas en la Sierra de Guadarrama)

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Durante el ascenso había comentado la posibilidad de marcar meta en el refugio y regresar… ya que conocíamos la fatiga de llegar al último mirador. Pero cuando me quiero dar cuenta, Ángel, Asanta y Fer han desaparecido. No querían perderse las vistas privilegiadas, así que al resto nos toca esperar su regreso.

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Una vez reunidos de nuevo en el cruce de caminos, los tres mosqueteros lucen satisfechos. Llevamos ya retraso, pero ¡Tranquilos! Que ya es todo bajada. Fer, eufórico y con la adrenalina fluyendo, se lanza por el camino de los Almajanes y la Cañada de la Cárcaba.

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Pero cuidado, porque incluso en la bajada hay trampas. Una zona de arena la superamos sin problemas, otra de piedras es esquivada, pero esa zona húmeda que parece un inocente charco sucio puede ser una auténtica trampa. Fer entra confiado y, afortunadamente, no sale de cabeza. Su rueda delantera se hunde en el barro cada vez más, como si no encontrara fondo y al intentar incorporarse le ocurre lo mismo con las piernas.

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¡Ayudadle, que lo perdemos! Está claro que no se ha hecho daño, las carcajadas son incontrolables, muy a pesar del protagonista. Fer ha quedado más rebozado que una croqueta. Gracias por el aviso, amigo. Si no es por ti caemos todos en el agujero.

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Más adelante, junto a puente madera sobre el arroyo de los Robles, nos detenemos para que Fer se sumerja casi al completo en un baño de agua helada. Yo aprovecho también para deshacerme del barro acumulado… Si lo llegamos a saber...

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Por delante, un largo recorrido por el Cordel de la Solana… pero allí parece que el sol no ha entrado, y sí toda el agua de la zona. Sin posibilidad de escapar por los muretes de piedra, tenemos que seguir adelante por la calleja, haciendo malabarismos para no resbalar o hundirte en el barro maloliente, pisoteado y aliñado al gusto por el ganado vacuno.

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Un respiro hasta llegar a Villavieja del Lozoya, en las cercanías del Embalse de Riosequillo (1958) y a Pinilla de Buitrago. Pero ¡quietos, parados! ¡hay avería! Asanta se ha quedado sin un pedal. No habrá forma de lograr que aquella rosca agarre por más que intentamos todos los trucos McGyver. Tendrá que seguir adelante haciendo equilibrios y tirando más de una pierna (qué agujetas va a tener).

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Y de nuevo más de lo mismo. Otra calleja que habrá que atravesar sí o sí. Esta con más agua que barro, pero ya todo nos da igual. La ermita de Santiago nos indica que ya estamos muy cerca y apuramos la marcha.

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Con las paradas para fotos, con el barro, con el agua, con los baños casi integrales y las averías (2) pues Rafa rompió la maneta del cambio y así se hizo más de media ruta a piñón fijo, en esta ruta, bonita y entretenida, nos hemos ido a más de seis horas y cuarto, pero tranquilos, en movimiento bastante menos.

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Dicen que, de media, nos quejamos, conscientes o no de ello, unas 15 o 20 veces al día. Pero hoy solamente se han quejado los frenos por el barro y el agua. Estupendo ambiente.

¡¡Enhorabuena a todos!!


8 comentarios:

  1. Soy Asanta. Preciosa narración. Un placer rodar con vosotros. Lo pasé genial.Al final hay que cambiar la biela. Mañana recojo la bici. Un abrazo

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    1. Me alegro de que lo hayas solucionado aunque te haya tocado el bolsillo. Te esperamos pronto ¡ y gracias por sacarnos con tu intuición de un par de embrollos

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  2. Enhorabuena Alfonso por la nueva bici, a disfrutarla. Esa ruta tiene su aquel, aunque sin tanto barro seguro que se disfruta un poquito más. Un abrazo.

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  3. Gran ruta, me lo pasé genial.
    Dicen que los barros rebozados por el cuerpo son curativos para el cuerpo, yo la verdad es que no he notado nada.

    Fer

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  4. Por cierto, no sabia que tu bici estaba sin estrenar, otra que me apunto.
    Enhorabuena Alfonso, gran maquina, disfrutala a fondo.

    Fer

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  5. Gran ruta exigente y gran bici nueva del Jefe ( a por mil rutas más) , me gusta mucho "embarrarme" con AyA ¡¡¡ ( no sé si a Fer tambien )

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  6. Otra rutaza, espléndida, con la naturaleza en "explosión,", desbordante de vegetación y en los arroyos y ríos el agua, que en sus cauces impresionaba a los visitantes.
    Llevamos, este "invierno", una serie de rutas en las que rodar se hace difícil, rodar?, más bien navegar; Creo que nuestra bicicletas de montana, ya son de agua, por las agallas y aletas que le están creciendo. Del barro, "curativo" mejor que lo cuente Fer.
    Estreno bici Alfonso, que la disfrutes y la disfrutemos a tu lado en rutas venideras.

    Buena crónica y buenas fotos.

    Echando de menos a los que faltaron

    Un abrazo

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  7. No, no, no es que este todavía atrapado en el barro, es que una semana de esquí me había hecho olvidar de hacer este comentario.
    Preciosa ruta de principio a fin con barro y agua sin cuartel durante toda la mañana. Y si no que se lo cuenten a Fer que lo sufrió desde los pies a la cabeza (literal).

    Nueva máquina espectacular de Alfonso. Gran noticia no solo para ti, que seguro que le sacarás un rendimiento altísimo, si no para nosotros también ya que nos asegura un montón de convocatorias y rutas futuras con el. Enhorabuena!!

    Nos vemos en la próxima. Abrazos.

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