Hoy hemos visitado el Monumento a la Mariposa de Peguerinos, nuestro principal objetivo. Sin embargo, algo extraño ha sucedido a lo largo de la ruta: Nuestro amigo Fer se ha transformado en La Araña
La
mañana se presentaba más fresca de lo habitual y muy tranquila, aunque puede
que los vecinos cercanos pensaran lo contrario al escucharnos celebrar el
encuentro.
Sin
tener indicios de lo que más tarde sucedería, en el Paseo Rivera de San Rafael,
flanqueados por longevos cedros y con el monumento a Rafael Alberti como
testigo, nos hemos encontrado:
Andrés, Ángel, Asanta, Enrique, Fer, Jesús, Luis Ángel, Miguel Ángel, Nacho, Paco, Patrick, Pedro y Alfonso. (Nunca ha habido supersticiosos en el Grupo)
Para
las intenciones de hoy, era inevitable recorrer de nuevo la Cañada Real Leonesa
y alcanzar el Collado Hornillo (1637 m), donde, tras agruparnos, un
viento suave parecía susurrarnos un “tuporaqui” irónico.
Muchos
de los senderos recorridos hoy ya eran conocidos por la mayoría, pero “cada
maestrillo tiene su librillo” y cada chef sus condimentos preferidos, aquellos
que dan un toque especial a sus guisos. Hoy era
Fer el que cocinaba y no ha dudado en añadir salsa picante en algunos tramos.
¡Atentos!
porque la inercia de otras rutas nos puede llevar a cruzar el arroyo de Collado
Hornillo, pero hoy vamos a seguir adelante, adentrándonos en un bosque de pinos,
pero atravesando algunas zonas que parecen devastadas por desastres naturales.
La transformación ha sido inmediata, apenas perceptible. La Araña ha entrado en acción, tejiendo a nuestro alrededor una auténtica red de senderos de la que, en algún momento, hemos llegado a pensar que no podríamos escapar.
Tendremos
un respiro al acercarnos a zona conocida como Pinar Llano en Peguerinos y
reagruparnos junto al Monumento a la Mariposa. Momentos
de relajo y de risas.
El siguiente destino: La Casa de la Cueva. Un albergue de montaña que ya hemos visitado en otras ocasiones y que te invita a seguir ruta, en ascenso hacia el puerto de Malagón o en descenso hacia el embalse de la Aceña, pero seguimos atrapados por La Araña. Una alegría encontrarte, José María.
Seguir
un sendero marcado parece fácil, pero cuando te confías, el guía atraviesa sin
más una pradera o nos lleva a una zona de antiguos campamentos juveniles. Allí,
encontramos el edificio que en su día acogía la cocina, restos de instalaciones
deportivas e incluso porterías de futbol, frente a las que han crecido retoños
de pinos que actúan como rudos defensas.
Poco más
adelante, la Araña nos engatusa y atrapa con un nuevo tejido enmarañado.
Rodar
sin perderse se vuelve complicado. Te
esfuerzas por seguir al compañero que va delante, confiando en que no se
equivoque, mientras giras ligeramente la cabeza para comprobar si te siguen. Lanzas
miradas rápidas, casi furtivas, al GPS, y no es raro que te indique que te has
desviado. Y puede que tengas suerte si te libras de
tener que contestar al walkie. Alarde de equilibrios.
¿Te detienes?
No,
porque estás disfrutando de verdad recorriendo los senderos técnicos y
revirados y solo quieres seguir pedaleando, aunque no sepas con certeza a donde
te diriges. La adrenalina y la tensión se entrelazan.
Sientes
alivio cuando finalmente ves la salida y tus pulsaciones bajan, pero casi
lamentas que aquello haya terminado.
Apenas
fotos en movimiento, pues el recorrido no invita a soltarse de manos y menos
cuando rodamos por el senderillo trialero junto al arroyo Chubieco hacia
el Collado de Gargantilla (1647 m). Algún
día te daremos gusto, Andrés y te acompañaremos en el esfuerzo hasta el refugio
de Cueva Valiente (1903 m).
Mejor
no amontonarnos en un descenso que sabemos complicado, pero que cada vez
afrontamos con más destreza. La fuente de Juan Bellver
queda a nuestra izquierda, pero ya no queremos agua… preferimos las cervezas
que nos aguardan.
Y las
bicicletas parecen descender solas, como si se conocieran el camino de regreso
mejor que nosotros.
No cabe
otra que felicitar al chef por el guiso que nos ha cocinado. Yo lo
he disfrutado. ¿Y tú?
Yo también lo he disfrutado y mucho, sabiendo que la ruta gustaba en su mayoría metro a metro, más me gustaba y más intentaba darle intensidad, Asanta que fue a rueda casi toda la ruta me lo recordaba en casa sendero y trialera, buena, muy buena me decía y más me animaba a darlo todo para el disfrute de la gran mayoría.
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de que la tela de araña gustara.
Nos vemos en dos semanas.
Fer.
Yo también lo he disfrutado y mucho.
ResponderEliminarAl principio me fui a dónde empezaba el track y menos mal que antes de bajar la bici del coche volví a mirar en la web de Alfonso y Amigos que se indicaba como punto de encuentro ( y me dí cuenta que estaba en un sitio equivocado).
Aunque he realizado varias rutas por esa zona oíros hablar a Alfonso y otros de vosotros sobre diferentes alternativas al track original me demuestra el enorme conocimiento que tenéis de la zona.
Fue por eso que empecé a ir detrás de Fer ( genial "chef" de ruta) y comprobar su pericia y fuerza tanto cuando subía como cuando bajaba ( como no animarle, era lo mínimo que podía hacer para "agradecerle" lo bien que lo estaba pasando).
Al final un muy buen "sabor de boca" por la ruta realizada. Y nada mejor para acabar que compartir unas cervezas y unas risas con la mayoría del grupo.
Esperando poder volver a rodar con vosotros.
Salud y pedales.
Un abrazo
Santa ( Asanta)
No por clásica deja de ser un rutón¡¡ .. Gracias Fer, esas veredas nunca defraudan. Gran ruta , y eso que estuve a punto de liarla cuando caí encima de tu bici jaja. Gracias Alfonso por toda la cobertura mediática ¡ seguimos ¡¡
ResponderEliminarMas rutas como esta!! Bueno, como esta y como todas. Perfecta ruta para hacer trabajar a la bici de principio a fin.
ResponderEliminarMe gusto muchisimo la ruta y aunque parecia que todo lo conociamos mucho era desconocido.
Gracias Fernando por la propuesta y por habernos guiado por toda esa maraña de senderos.