Todos los días, cuando
despiertas, tienes varias opciones: Puedes mirar tu alarma y posponerla. Puedes
mirar ese botón, presionarlo y volver a dormir. O puedes apagar la alarma y
levantarte a perseguir tus sueños
Hoy,
nos hemos levantado dispuestos a “perseguir nuestros sueños”: Andrés,
Ángel, Barri, Enrique, Fer, Luis Ángel, Rafa y Alfonso. Claro
que, tal vez sean fáciles de conseguir: Nos
basta con montar en bicicleta con los amigos y hoy, de manera especial, con ver
feliz a Ángel en el día de su cumpleaños.
Últimamente
es muy recurrente consultar la previsión del tiempo: Si
dice que no va a llover… salimos; y si dice que va a llover, nos hacemos los
despistados y… salimos. Un día nos va a coger una buena a
traición, por confiados.
Encontramos
en Villanueva del Pardillo una mañana muy fresca, con un sol que se esfuerza en vano por dar calor, apareciendo discreto entre las
nubes. Abrigados
lo necesario, no hay problema, aunque vemos a Barri con culote corto y sin
poder disimular “carne de gallina” en las piernas.
¡Venga,
que entramos en calor! Por la Vereda del Madroñal
iniciamos el primer ascenso de la mañana, al que le seguirán unos cuantos más, para
inmediatamente perder altura por el Barranco de las Dehesillas y
acercarnos al aeródromo de Villanueva del Pardillo.
Si el viento se pone en contra, pedalea con más fuerza
Baja,
sube… sube, baja. Va a ser la constante de la ruta
y con un viento racheado que se empeña en no abandonarnos y presentarse siempre
de cara ¡curioso!, endureciendo nuestra marcha toda la mañana.
Alcanzamos
el conocido como “Mirador de Madrid” y efectivamente así se nos presenta
con claridad a nuestra vista. Las fotos no harían justicia.
¡Tomad
nota!, que vamos a regresar horas más tarde a este mismo punto.
Por
el Cordel de la Espernada descendemos rápido, muy rápido, rodando sobre
pista muy peligrosa llena de surcos traicioneros que sorteamos con habilidad.
Abajo,
nos aguarda el río Aulencia y el paso obligado a pie, por puente
estrecho, que a más de uno pondrá a prueba su sentido del vértigo.
El
cordel se convierte en Vereda de la Espernada y nos acerca hasta cruce
con la M-600, donde intentaremos refugiarnos del viento, a espaldas de una
gasolinera, mientras tomamos unas barritas.
Avanzamos
junto al arroyo del Cardizal y nos preparamos para el tramo más duro de la
mañana: más de 100 metros con desniveles del 21 y 22%.
¡Tira tú, que a mi me da la risa!
Sigo la rueda de Enrique y subimos
esquivando obstáculos. No miro atrás ni me detengo para
hacer fotos. Se escuchan algunos resoplidos… después, el
silencio, no hay fuerzas para más.
El
10, el 13%. Hay que seguir subiendo y mejor no detener la
marcha, hasta el punto más alto de la ruta, en el Cerro de San Juan. Ha
sido duro, pero hay caras de satisfacción tras el esfuerzo extremo realizado.
Ya
sabéis lo que viene ahora: Bajar y bajar, por el camino
de la Mina del Capitán. Algo más de cuatro kilómetros
con bastante pendiente que tendremos que recorrer pegados a la derecha y con
mucha precaución: En sentido contrario,
discurre una prueba ciclista de numerosos participantes, y son muchos los que
apenas levantan la cabeza de su rueda delantera. ¡Cuidado!
De
nuevo junto al río Aulencia y cruzamos el puente. Bueno,
casi todos. Luis Ángel se queda mirando el cauce generoso.
Parece
que le llama, que le hipnotiza. Es
como si sintiera que le falta algo. Que
hoy no ha llovido, que no hemos tenido barro.
Silencio, cámara, ¡acción! Se rueda…
¡Clic!
Algún
engranaje ha ajustado en la cabeza de Luis Ángel. Ya ha sucedido en otras ocasiones, lo recordamos. Monta
en su bici, se deja aconsejar sobre el trazado, en apariencia menos profundo y
se lanza. ¡Lo logra! ¡Bravo! Ha
conseguido dos cosas: Vadear el río... y finalizar la
ruta fresquito.
Por
la Vereda del Madroñal y la Colada de Cabeza Aguda tenemos un ascenso
largo, con desniveles mantenidos entre el 10 y 13%. Cada cual,
a su ritmo, sin forzar. Bueno, sin forzar, sin forzar…
Recorremos
en sentido contrario aquella pista que estaba tan rota y que nos sitúa de nuevo
en el Mirador de Madrid.
Pa
arriba, pa abajo, pa arriba, pa abajo…
Ojo,
que nos desviamos por la Colada del Camino del Pardillo. Vamos
a afrontar otro reto más, esta vez por sendero, pero de duro desnivel. Hasta
del 17% en algún momento. Y, además, con pasos muy complicados,
entre arbustos, entre lanchas de piedra escalonadas, por callejas con más agua
que algún arroyo. Las piernas ya pesan.
Ya
hemos superado lo más difícil y ahora intentamos reagruparnos antes de
desviarnos por la Colada del Cerro del Burro. Pero, la zaga del grupo
está muy distanciada de los de cabeza. A pesar
de que Ángel tenía intención de invitarnos por su cumpleaños, él y Enrique
parten sin esperar, con la aprobación del resto. El
partido del Atlético es a las 4,15.
Los
demás, más tranquilos. Una foto junto a los restos
de la mina de cobre Antigua Pilar y de nuevo nos lanzamos rápido en
descenso. Pero ahora a por los últimos kilómetros de
nuestra ruta, poniendo a prueba los reflejos y los frenos.
Cuando la vida se pone
cuesta arriba, no te rindas, cambia de marcha. Sigue adelante hasta que estés
orgulloso de ti mismo
Cansados,
pero orgullosos y satisfechos, tras nueva ruta que no deja a ninguno
indiferente. Seguiremos volviendo por estos lares, seguro.
¡Felicidades Ángel! ¡Felicidades
a todos!