Todo el mundo trata de
realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas
pequeñas. Frank Clark
Preparativos
No
se vosotros, pero yo llevo encerrado en casa toda la semana a la espera de que
llegue el domingo y el cielo aclare. Es
lo que tiene entrenar al aire libre y no haberme apuntado a spinning, que
cuando llueve…
Viéndome
el sábado por la tarde preparar la equipación para el día siguiente, mi mujer apenas
tuerce el gesto y tal vez piense que estoy trabajando pa na, pero ya me ha visto en otras parecidas y prefiere no
comentar.
La
lluvia golpea con fuerza en las ventanas y el viento amenaza con arrancar las
persianas… pero los pronósticos insisten
en que mañana no va a llover.
En marcha
El
viaje en coche hasta Moralzarzal ya casi lo realizo con el piloto automático, tres
visitas en dos semanas, pero es que me empeño en retomar la ruta que quedó a
medias la semana pasada.
Llego
pronto al encuentro, pero cada vez hay más compañeros que se me adelantan. Veo a tres de ellos montando las bicicletas
y a quien sin salir del coche está consultando las últimas previsiones de
lluvia porque, ahora mismo, está lloviendo.
Cinco
minutos y pasamos lista:
Andrés (con un catarrazo que se le adivina por la
voz), Ángel, Enrique, Eva, Fer, Luis Ángel, Patrick, Pawel, Rafa y Alfonso.
Justo
antes de emprender marcha la lluvia se retira y nos desafía. Pues allá vamos,
por el mismo inicio de la semana pasada, en busca de ese mirador en el que
tampoco hoy nos detendremos a hacer foto. Al
fondo, las montañas están cubiertas por nubes y no se distingue el paisaje.
Aprovechamos
a descender por la trialerilla descubierta recientemente, pero por la derecha
veo a Enrique adelantarnos con su descenso por la pista.
En
marcha por la cañada nos dejaremos atrás a Fer, que se ha detenido para ponerse
el disfraz de Piolín. Ya no se quitará el chubasquero en el resto de la ruta,
pero Ángel y Enrique jugarán al “birla birlongo, ahora me lo quito, ahora me lo
pongo” en varias ocasiones.
Entretenido
el senderillo single que nos acerca hasta Cerceda y pronto volveremos a cruce
con la Cañada para cruzar bajo la M-607 y comenzar ascenso. Igual que la semana pasada, el grupo se
estira en estos repechos largos.
Ya
al pie de las antenas nos reagrupamos mientras vamos cruzando la puerta que nos
da paso al senderillo divertido en el Chaparral de las Viñas. Es inevitable acordarnos en este punto de la
caída de Chupo y habrá quien aún intente averiguar qué la provocó buscando
ramas sueltas o agujeros ocultos por la zona.
Con
un descenso divertido por delante ya está listo Fer para lanzarse, pero aviso
de reagrupamiento junto a mirador de piedras para hacernos foto. Y la intención es usar también este punto
para lanzar una felicitación, pero hasta que no llego a casa no me doy cuenta
de que el viento ha gritado más que nosotros.
Tampoco
se ve demasiado desde este mirador, aunque se logra distinguir la localidad de
Manzanares El Real y su mermado embalse que se recupera a duras penas con las
aguas caídas en estos días.
De
peña a peña, a los que si distinguimos más abajo son unos cazadores a los que
nuestra presencia no ha debido agradar demasiado. Lo sentimos, pues sabemos que su licencia no
es para todo el año. Seguimos
descendiendo hasta el Área Recreativa junto al Río Samburiel. (Samburiel,
Rafa)
Cruzamos
con mucha precaución la M-608 e iniciamos por pista suave ascenso junto al
Arroyo del Campuzano, en el que sus aguas se dejan oír con fuerza como, más
adelante, las aguas del Arroyo del Herrero, por encima de tierra de El Boalo.
Nos
encontramos en tramo de trazado conocido para los que en alguna ocasión han
participado en la marcha Madrid-Segovia MTB. Enrique me recuerda que yo no me he
apuntado en ninguna de sus ediciones… y creo que ya se me ha pasado el arroz.
Siempre
en suave ascenso, pero afrontando de vez en cuando algún fuerte pero corto
repecho cuando hacemos por rodear la localidad de Mataelpino por el trazado del
GR-10.
Ahora
no es chirimiri, es lluvia que nos llega racheada por el viento y golpea en
nuestras caras haciendo daño. Ángel
y Enrique vuelven al juego del “birla birlongo…” como por arte de magia y Andrés se ajusta la capucha de su
chubasquero para intentar evitar que su catarro vaya a más.
Tomamos
el sendero divertido que discurre por encima de la carretera y que nos acerca a
la urbanización Vista Real pero, a pesar de divertirnos en este tramo, no
conseguiremos evitar tener que atravesar por mitad de los charcos y lagunas que
se han acumulado en la zona.
Clic,
clac, cataclac… sonido extraño en mi bicicleta cuando estamos a punto de coger
sendero junto al Arroyo Angostura de camino hacia el Embalse de Navacerrada. Sí, por donde ya tuvo avería Toño hace años.
El cambio se me ha quedado
totalmente bloqueado.
Acuden
las asistencias técnicas y… “da pedales, intenta subir marcha, intenta bajarla,
fuerza un poco la patilla, pasa por un charco a ver si se limpia…”, las
soluciones más peregrinas pero pasan largos minutos y aquello no va ni para
atrás ni para adelante. El
muelle no recupera, se ha roto o ha quedado bloqueado con la arena húmeda. Y para colmo, la lluvia aparece de nuevo.
No
nos queda mucho de ruta y apenas habrá ya repechos, pero alguno sugiere tomar el trazado de vuelta más corto
y varios secundan la moción. Así
que, de regreso a tomarnos con calma unas cervecitas.
Volvemos
por cañadas hacia el Convento de Calatravas y más allá hasta regresar. Los compañeros no aprietan la marcha porque
yo no consigo tracción y tengo que dar muchas pedaladas para avanzar, pero las
nubes se despejan y hasta sale el sol… ¡manda narices!
Algo
tiene esta ruta, un no sé qué que qué sé yo, que aun siendo sencilla sobre el
papel acaba teniendo incidencias que ya nos han obligado varias veces a
recortar. Tendrá
que ser así.
Cuando
ya hemos llegado a los coches, mientras cruzamos abrazos, comunico a todos que
para la semana próxima no habrá que pensar ruta, ya que estaremos repitiendo
ésta hasta completar… Esta
noche no he podido dormir, he sufrido pesadillas escuchando una y otra vez el
crujido de los cuellos de mis compañeros cuando se giraron al unísono hacia mí.
Vale,
parece que no están por la labor, no coincidimos. Pero sí estamos de acuerdo en dos cosas: En que
nuestra escapada de hoy ha merecido la pena y en desearos a tod@s con mucho
cariño.