La semana pasada, tras una
deserción en masa nunca antes contemplada en los anales (1) de la historia de AlfonsoyAmigos…
(1) Antes de proseguir y dar pie a bromas fáciles decir
que:
Se
entiende por anales aquella
publicación en la cual se plasman cada uno de los acontecimientos o hechos
históricos más relevantes del año mediante divulgación periódica en la que se
recopilan sucesos y crónicas.
Venía diciendo que “tras
una deserción en masa…” la credibilidad y la imagen de este Grupo quedó seriamente
dañada. El incidente fue ampliamente comentado en varios foros que “nos tenían
ganas”, precisamente en aquellos en los que sus participantes son más
habituales a regresar a la cama en cuanto caen unas gotas.
Las numerosas crónicas de
días de lluvia, de frío intenso, de lagos y árboles helados quedaron enturbiadas
y puestas en entredicho, apenas
enmascaradas gracias al atrevimiento de los compañeros: “Un polaco, un gabacho y un español” que llevaron a término la propuesta aún a riesgo de sus propias
vidas. Estaban ellos tres, pero nos representaban a todos.
Para dar testimonio de su
hazaña, podemos ver registro en formidable grabación de vídeo y además e importante, fueron dejando pegatinas con el logo de AlfonsoyAmigos en todo árbol, peñasco,
puente o ruinas que encontraron. Reconocieron más tarde haber pegado incluso alguna en la
espalda de ciclistas o andarines con los que se cruzaron en su camino, pero
nada dijeron de…
Deciros que esta semana
recibí una llamada extraña:
Se me presentaban del
Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA)
preguntando por AlfonsoyAmigos, y estaban indignados. Comunicaban que debíamos pasarnos cuanto antes a retirar los cientos de
pegatinas que habían encontrado pegadas por todo Hoyo de Manzanares.
Eso sí, solicitaban con
bastante exigencia que retirásemos primero las pegatinas aparecidas en los
lomos de ovejas y vacas, que la de la boina del paisano ya se la había quitado
él mismo. Prometí que lo haríamos.
Os contaba que, con esta
terrible mancha negra, con este borrón en nuestro historial hasta ahora impoluto,
teníamos que afrontar un nuevo desafío y amigos… no podíamos volver a fallar.
Para esta domingo anunciaban
nuevas bajadas severas de temperatura, lluvias persistentes y ¡quién sabe
cuántas perrerías más!... quizá hasta la caída de pedrisco, pero a través de
WhatsApp se lanzó la propuesta.
El lugar de encuentro en
La Berzosa y la hora eran los mismos de la convocatoria de la semana pasada,
pero los amigos que están dispuestos a acudir en esta ocasión lo hacen con unas
ganas acumuladas que necesitan saciar.
Alguna indecisión, no lo
vamos a negar. Hay quien reclama parte meteorológico de última hora antes de
poner el coche en marcha, pero las respuestas solo crean confusión. Ofrezco
invitar a desayunar a quien acuda y, cuando aún espero en solitario en La
Berzosa, dudo por unos minutos si será suficiente reclamo.
La duda se disipa en
cuanto llegan los primeros compañeros. No es por nada, pero allí estamos tres
del Atlético de Madrid. Los demás llegan en breve. Llueve mucho a ratos y a
ratos mucho más. Apetece poco salir del coche y se decide acudir juntos a redesayunar
y ver cómo progresa la mañana.
Cumplo con la invitación
propuesta y después de tomar un cafetito no se va nadie a casa. Se ve que
vinieron también a pedalear.
Volvemos a la marca de
inicio de ruta y allí ya está Chicho que será quien nos guíe por intrincados
senderos. Los 10 privilegiados de hoy listos sobre sus máquinas y la lluvia que
parece querer darnos un respiro.
Andrés, Ángel, Chicho,
Enrique, Eva, Ferluy, Juan, Santi, Toño y Alfonso.
Hoy no hay tirones,
marchamos agrupados, sufriendo en los ascensos y disfrutando de los descensos rápidos
y complicados en los que Ferluy se deja llevar con más alegría aún que el resto
de compañeros. No hay barro salvo en zonas muy concretas y se rueda bien.
Subimos, bajamos, volvemos
a subir. Soy incapaz de deciros dónde estamos, aunque apenas nos movemos de la zona, pero sería complicado
repetir el recorrido sin dudar. Guía Chicho y nos dejamos llevar liberando la
memoria y dejando que los GPS hagan su trabajo de registro.
La lluvia es
bastante intensa por momentos y es aconsejable ponerse el chubasquero si no lo
llevabas de salida. No hay lugar
donde refugiarse y lo menos aconsejable ahora es detenerse. Hoy no hay tiempo para tomar barritas
energéticas y hemos desayunado dos veces.
Por si fuera poco,
tendremos que vadear dos o tres arroyos con bastante caudal de agua. ¿O era el
mismo? Ya estoy bastante perdido con tanto zigzagueo.
Lejos de aparecer el
desánimo en el equipo, las risas fluyen generosas mientras uno tras otro nos
acabamos mojando los pies a pesar de los intentos por impedirlo. Las botas de
invierno apenas resguardan ante tal cantidad de agua. Saltamos entre piedras,
nos ayudamos unos a otros formando cadenas humanas y nada parece evitar que
todos acabemos mojados.
Disfrutamos a cada
pedalada, pero el agua se cuela por las rendijas y empapa la equipación, los
guantes ya no protegen y acaban absorbiendo agua. El frío se deja notar más aún
por el viento que se levanta a ráfagas.
Cuando pasamos cerca de
los coches la ruta no ha finalizado, todavía quedan ánimos para seguir en parte
del grupo, pero ya somos varios los que estamos destemplados. Enrique nos abandonó
quince minutos antes sin saber que pronto finalizaríamos.
No es tarde, la ruta no ha
sido larga, bastante corta de kilometraje por el contrario, pero ya hemos
matado el gusanillo y está pendiente invitación por mi cumpleaños. Recogemos,
nos cambiamos y vuelve a llover con más intensidad, pero ya estamos de camino
hacia Hoyo de Manzanares.
Un par de rondas,
aperitivos no demasiado generosos, un tímido amago de cantar el “cumpleaños
feliz”, muchas risas y los abrazos de despedida que cada día nos unen más.