¡¡Feliz Año Nuevo!!
Si, ya lo se, es el Año
Nuevo... Chino, el de la Cabra, pero Alfonsoyamigos quiere desearos felicidad a todos y cualquier
ocasión es buena ¿verdad?
El domingo pasado y porque
la lluvia quiso ser protagonista en El Espinar, hubo que sustituir la ruta
propuesta por nuestro amigo Galo por otra improvisada cerca de Galapagar.
Telégrafo Óptico en El Espinar |
Este domingo lo intentamos
de nuevo y las previsiones meteorológicas resultan bastante confusas, pues se
contradicen cada vez que realizas la consulta.
No sabemos si se trata del
fenómeno de la “Inversión Térmica” o de otra que habría que renombrar como
“Diversión Térmica”. Luego contamos.
Cuando acudo al punto de
encuentro ya esperan varios compañeros totalmente listos para la marcha, pero
los Luis Ángel (padre e hijo) apuran los últimos minutos a cobijo de la
calefacción del coche.
De momento iniciaremos la
marcha Ángel, Chicho, Galo, Juan, Luis Ángel, Luis Ángel Jr., Paco, Toño y
Alfonso.
La temperatura es fresca,
bueno fría y decido ponerme chubasquero a modo de cortavientos. Antes de la
media hora de marcha ya habré tenido que parar para quitármelo.
El recorrido elegido por
Galo nos ayudará a tomar temperatura.
Luis Ángel Jr, a la derecha probando el hielo |
El primer objetivo es alcanzar la torre desvencijada y en ruinas del Telégrafo Óptico de El Espinar y lo haremos por el camino más corto, que implica que sea a la vez el más duro. Llego a conocer un repecho duro no recorrido con anterioridad.
En los primeros esfuerzos se
pone el alma, aún estamos con las pilas cargadas, pero ya veremos si duran y
duran.
Los senderos se resienten de
la lluvia y de la nieve caídas en las últimas fechas. A estas horas encontramos
el terreno duro, helado.
Desde el Telégrafo nos
dirigimos en bajada por pista pedregosa hacia las Navas de San Antonio. El
viento arriba es más frío y ha provocado placas de hielo con las que hay que
tener muchas precauciones.
Montados o a pie superamos
los peores tramos y podré recoger en una foto el resbalón sin consecuencias de
Luis Ángel Jr., pero ya se sabe que con 17 añitos, recién cumplidos, son de
goma.
El más joven y el menos joven - No digo quien es quien |
El camino hacia la Ermita
del Cubillo es conocido por casi todos, no hay pérdida, pero rodamos bastante
agrupados.
Algunos tramos se complican
porque el terreno está muy mordido por el agua y se resbala con facilidad.
El sol ha aparecido desde
que pasamos junto al Polígono de El Espinar y ya no nos abandonará. Calienta y se autorregula con el aire fresco que no para de soplar y que llevamos
siempre en contra.
Junto a una encina
realizamos la parada más prolongada y realmente se está de lujo. Parece increíble, pero Toño me enseña su termómetro y ahí están: 13º. La sensación térmica es inferior.
Proseguimos marcha y alcanzamos a ver ciclista que se nos acabará cruzando. Será el único que veamos en toda la mañana.
Ermita del Cubillo |
Se trata de Salvador, de
Villacastín, que rápidamente contará que sigue con entusiasmo nuestras
escapadas a través del Blog. Solicita acompañarnos. Por supuesto, le decimos,
encantados.
Y parece que le ha gustado
la compañía, pues acabará animándose a completar ruta con nosotros hasta El
Espinar y avisar a su mujer para que le vaya a buscar.
En la Ermita del Cubillo
parecemos grupo de jubilados, con animada charla, sentados en el poyete con la
espalda apoyada en la pared calentada por el sol.
Y nos queda el regreso, con
un tramo común a la llegada a la Ermita, pero que cogerá variante para rodar
junto al cauce del Arroyo de la Tejera.
El espectáculo es del agrado
de todos, pues el arroyo carga abundante caudal y crea cascadas y deltas
impresionantes.
Ascendemos por caminos
habilidosos que apenas son senderos del ganado. El sol ha derretido el barro
helado y ahora es un chocolate pringoso que nos hará patinar en muchas
ocasiones.
Si queremos seguir
ascendiendo habrá que vadear el arroyo varias veces, ahora a izquierdas, ahora
a derechas y será difícil que no acabes con los pies mojados. Menos mal que la
temperatura resulta muy agradable, muy lejana de los fríos de primera hora.
Abandonamos el arroyo por la
izquierda, haciendo apuestas sobre quien logrará mojarse más o menos. Chicho
encantado con sus ruedas de 26”, que le permiten refrescarse los pies en todas
las ocasiones con el mínimo esfuerzo.
Estamos afrontando la cuesta
en la que ya hace tiempo cayó Santi Fernández, aunque en aquella ocasión fue
bajando.
Dura pendiente que no
hubiera tenido complicaciones de no ser porque el barro blandito y pegajoso
acampaba a sus anchas. Raro será escapar sin un resbalón, pero con habilidad y
“narices” llegamos todos al alto.
Algo de llaneo, escaso,
antes de afrontar la que podría ser la “guinda de la ruta”. Cogemos el Camino
de Vallestuertos (vaya nombrecito) y
toca pedalear, sin barro, por pista con grava prensada pero con fuerte desnivel
en varios tramos, aunque tenemos la suerte de contar con que el aire ahora sopla
de cola.
Alcanzamos el Collado (cuyo nombre desconozco) y a pesar de que
la hora se nos ha echado encima, nos tomaremos un descanso relajado en el que
aún quedan fuerzas para las bromas. Ahora damos la espalda a muro de piedra y reímos
viendo a Galo hacer el ganso, disfrutando con la nieve que hemos encontrado en
este punto.
Descenso a media ladera por
La Solana, buscando senderos hacia la Cañada Real Soriana.
Regreso rápido, muy rápido
hacia El Espinar, los últimos kilómetros por carretera, demostrando que aún les
quedaba fuerzas a más de uno.
Nuestro jefe de ruta sugiere
que acabemos en el lavado automático del polígono y la moción es aceptada con
agrado.
Allí encontraremos a Susana,
la mujer de Paco (héroe del día), que
nos proveerá de las monedas que necesitamos y se unirá a nosotros en la
celebración de hoy.
Cruce de abrazos entusiasta
por el rutón que hemos completado. Nos han salido 48 duros, durísimos kms que, como apunta Luis Ángel, han parecido 100 en las piernas, pero
todos volvemos satisfechos a casa... y con las bicicletas limpias.
Gracias Galo, ha estado
genial.