Realizar cualquier ruta MTB
con AlfonsoyAmigos requiere siempre de buena dosis de sacrificio, tenacidad,
esfuerzo… y ganas de pasarlo bien
No os
digo nada, si además tienes que emplear más de dos horas para llegar al punto
de encuentro y con claras posibilidades de no poderte tomar un cafetito
caliente antes de empezar.
Imagino
que habrá habido compañeros que se han pasado toda la semana consultando las
previsiones del tiempo y al final han preferido quedarse en casa, mientras que
otros… hemos cumplido con la rutina de cada fin de semana y nos hemos puesto en
marcha incluso cuando el sol aún dormía.
La
nómina de hoy: Andrés,
Ángel, Enrique, Fer, Juan, Luis Ángel, Patrick, Santi y Alfonso. No está nada mal.
Hay
quienes hemos desayunado en casa casi sin haber hecho la digestión de la cena y
otros, precavidos ellos, que se han detenido en gasolinera para tomar el
preciado cafetito, pero el resto se lamentará de encontrar todo cerrado en Cantalojas.
Ya junto
al aparcamiento del Camping Los Bonales,
también cerrado de momento, veremos desperezarse los primeros rayos de sol, tal
vez despertados con el bullicio de nuestros saludos y abrazos.
Estamos
seguros de que hoy no va a llover pero la mañana fresca, aunque menos que en
anterior ocasión, invita a abrigarse más de lo habitual; yo he optado por el
culotte largo.
Iniciamos
las primeras pedaladas hacia el Centro de Interpretación de la Naturaleza por
la senda del Robledal y en el parking ya vemos a quien ha madrugado más que
nosotros o quizá ha pasado allí la noche pues vemos coches caravana . No puede faltar foto de recuerdo (¿cuál no lo es?) junto al cartel
informativo de madera que nos anuncia la entrada al Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara.
Empezamos
a ganar altura y es fácil entrar en calor, a buen ritmo y sin parar nada más
que para hacer algunas fotos, dejando atrás el arroyo de los Prados y el de la
Tonda. Enrique
y Patrick han tomado la cabecera y se alejan del resto.
Algo
más de 10 kms recorridos y nos detenemos en el Collado del Puerto de los Infantes (1484 m) asomándonos a la
provincia de Segovia y a recorridos de rutas iniciadas años atrás desde la localidad
de El Muyo, con su inevitable duro
ascenso, la Cuesta de Revienta Burras
y la variante del largo y divertido descenso.
La parada
en este Collado me trae montones de recuerdos que se amontonan en mi memoria, de
aventuras y desventuras pasadas y las caras de muchos compañeros.
Ahora
el ritmo se aviva aún más disfrutando de descensos y superando engañosos tramos.
¿No vamos muy rápido? Tenemos recorrido largo por pista forestal ensanchada
recientemente, pero que ha dejado el firme irregular, con sucesión de toboganes
que no detienen nuestro buen ritmo. El
ánimo es bueno y ya hay quienes se fueron deteniendo para quitarse ropa de
abrigo.
Las
vistas del valle ya llaman la atención, con grandes rebaños de blancas ovejas
salpicando las laderas, pero sabemos que lo mejor está por llegar. El arroyo de los Chorros y el de Valdebecerril
quedan atrás y cuando bordeamos el cerro de Cabeza Gorda (1632 m) sabemos que
hay que detenerse y reagrupar antes de iniciar descenso hacia el Río Lillas.
Debo
decir, que a la entrada del Parque se nos informó amablemente sobre el mal
estado actual del sendero que ahora vamos a coger, pero lo cierto es que lo hemos
encontrado en mejores condiciones que en anteriores ocasiones, tanto, que todos
lo recorreremos sin necesidad de poner pie en tierra. Las vistas antes de empezar a descender son
impresionantes.
Tras
vadear sin problemas el Río Lillas,
aprovechamos para coger agua buena y fresca en la fuente, hacer foto de grupo
con atento empleado del parque y uno o dos compañeros no se resistirán a
comprar unos tarros de miel que tendrán que portar en la mochila el resto de
ruta. No
hay dolor.
Estamos
en la zona más baja del primero de los dos valles que hoy vamos a superar, con
sus altas y afiladas crestas rocosas que afortunadamente no tendremos que
alcanzar. El Río Lillas recorre uno de ellos y el Río Zarzas el otro. Ambos nacen en el glaciar de la buitrera y después
desembocarán en el Río Sorbes. ¡¡Vamos a
por el segundo!!
Ya en
ascenso tendremos que compartir un tramo largo de pista forestal con los numerosos
vehículos que descienden para acceder al aparcamiento que dejamos atrás. Se ve que no todo el mundo madruga. Una parada será obligada para arreglar un
pinchazo de Fer y de nuevo a pedalear.
Dura
subida entre pinos y robles que estira al grupo y que empareja a sus miembros
de manera natural para compartir el esfuerzo hasta alcanzar el Collado Hornillo (1626 m). Y ¿cómo no? La fotografía
testimonial ante el cartelón de madera del Parque
Natural del Hayedo, que acredita que
hemos alcanzado una vez más este punto.
Tenemos
ahora hermoso descenso, que ya en los primeros metros te hace girar la cabeza
de un lado a otro aún a riesgo de tener una caída, que te invita a detenerte
aquí y allá para hacer una y cien fotos. Todos
queremos plasmar lo que vemos.
Aún
será más bello en cuanto cojamos el desvío de algo más de cuatro kilómetros, a
sabiendas de que tendremos que regresar, pero es una maravilla dejarse envolver
por gran variedad de colores. Me
gustaría ser capaz de distinguir los robles, melojos, pinos silvestres, tejos,
acebos, abedules y variedades de hayas que nos rodean.
Nos
encontramos en medio del Hayedo de la
Tejera Negra, el hayedo más al sur de Europa, declarado Patrimonio de la Humanidad
por la Unesco en 2017 y con méritos más que suficientes. Lástima del verano tan duro y seco que hemos
tenido este año, que se refleja quizá en una caída de hoja prematura pero que
dará pie a que nos detengamos una vez más y este grupo de talluditos juguetee como
críos con las hojas.
De
regreso hasta cruce, descenso para vadear el arroyo del Hornillo, repechón de los buenos, con tramos del 19 y
20% de desnivel, pero no se pierde el ánimo. La
mañana avanza y sin embargo parece hacerse corta, tanto que se diría que no
queremos que acabe.
Nos
detendremos junto al río Sorbe, acaso
es aún el río Zarzas (los mapas no se ponen de acuerdo), que
zigzaguea por el valle formando pequeños meandros de tierra y verdes praderas. Apetecería sentarse en la hierba bajo el
solecito y hacer pedido a tele-tortilla.
Afrontamos
el último tramo de nuestra ruta, con algún repecho que ya empieza a sobrar y un
llaneo que se solventa a muy buen ritmo para llegar hasta los coches junto al
Camping.
¡Qué
rutaza! Es el
comentario de todos, que tras las felicitaciones y abrazos nos afanamos en
acudir prestos en busca de unas cervezas y unos bocadillos… y unas raciones y
ronda que correrán a cargo de Patrick por su reciente cumpleaños. Por muchos más, amigo.
Compartiendo
la comida, la bebida, los cafés y tartas, caras de satisfacción, muchas bromas,
risas, cientos de bellas imágenes revoloteando en la memoria.
Hay que regresar a casa y mañana será lunes, pero
los niños que llevamos dentro se esconderán agazapados en espera de que llegue
otra nueva ruta con AlfonsoyAmigos.
¡¡Buena
semana para tod@s!!