Estamos ya de regreso, junto
a los coches, antes de las 13,15 y tras 43 kms recorridos
Se nos nota a todos muy
contentos, eufóricos diría yo, pues se refleja sin disimulo en nuestras caras y
en el cruce de felicitaciones
Ya en
el coche, de regreso a casa, sintonizo “Los40 Dance Club”, y con el remanente
de adrenalina generado tengo necesidad de subir el volumen y dejar que los
altavoces demuestren todo su potencial. Se
puede escuchar letra de canción: “Estamos
locos de la mente”… y que lo digas, pienso yo.
Esta
mañana, con una puntualidad no siempre cumplida, aparecemos junto al Puente del Batán: Fer, José María, Juan, Luis Ángel y Alfonso.
El
día claro, muy claro, sin una nube en un cielo que sólo aparece pintado con las
estelas de los aviones. La
temperatura todavía es baja y se agradecerá que así sea cuando empecemos a
realizar los esfuerzos más duros.
Al
sur, rutas hacia el Puente de la Marmota tantas veces recorridas, pero hoy
enfilamos hacia el norte, hacia las proximidades de la Presa de Santillana y aunque no llegaremos a tener el embalse a la
vista, si recorreremos un precioso tramo junto al río Manzanares.
Tras
cruce con el Cordel del Sacedón nos izamos junto a las abandonadas vías del
tren para recorrer 6 kms a muy buen ritmo, tanto, que nos pasaremos de largo un
tramo antes de desviarnos.
Va a
ser continuo el recorrer dehesas de fácil transitar que otras veces hemos
conocido totalmente encharcadas, donde la apertura y cierre de puertas
metálicas o de alambre será de obligado cumplimiento y casi hacemos por turnos.
El
sonido de los tiros de escopeta nos va a acompañar a lo largo de las primeras
horas de la mañana, pero siempre hemos obtenido respuesta amable a nuestros saludos por
parte de los cazadores que nos hemos cruzado. Precaución,
respeto y cada cual a su deporte preferido.
Hacia
Guadalix de la Sierra, pero tampoco
veremos las aguas del embalse de
Pedrezuela o del Vellón, aun estando cerca. Nuevas
dehesas y recorridos entretenidos por servidumbres de paso entre fincas, unos divertidos
en descenso y otros, los más duros, habilidosos y exigentes, en ascenso. Como los casi cuatro kilómetros que ahora nos
toca afrontar.
Desnivel
desde el primer metro, pero los cinco permanecemos muy agrupados por un buen
trecho. El esfuerzo
va in crescendo y José María y Juan prefieren aflojar un poco la marcha. Fer toma la cabecera y tras él vamos superando
tramos complicados.
Nuevo
relevo y es Luis Ángel el que toma la cabecera y hace esfuerzo por imprimir más
ritmo, tal vez percatado de que con mayor inercia se superan mejor los
complicados obstáculos… Yo le
sigo y no soy capaz de mirar hacia atrás en marcha para saber del resto, pues
bastante tenemos con intentar no perder el equilibro en zona de abundante
piedra suelta, escalones, zarzas laterales…
Duro,
muy duro y es poco recomendable detenerse para hacer alguna foto. El día sigue fresco pero la sudada ha sido tan
inevitable como la tremenda alegría al reagruparnos en el punto más alto de la
ruta (1098 m), en la ladera del Cerro de
San Pedro.
Más
relajados, en descenso, por el Cordel
del Hoyo de Manzanares hasta que tomamos desvío y un ganadero a caballo
pide que nos detengamos pues están intentando reagrupar a rebaño de vacas… Dos o tres de ellas se han escapado ladera
abajo y Fer nos sorprende al ofrecerse a ir en su busca, recortarlas el camino
y hacerlas regresar.
Las
vacas no reconocen las buenas intenciones de Fer y acaban saltando alambrera,
lo que nos permitirá continuar nuestra marcha por tramos que superamos con
soltura a pesar de ser trialeras muy escalonadas.
Relajados
por el Cordel de Cantalojas, en Colmenar
Viejo, donde se está realizando importante urbanización de viviendas circundada
por proyecto de parque que ya cuenta con algunos paseos y numerosos tutores de
árboles recién plantados… pero vamos a lo que vamos.
Y nos
vamos directamente a coger la Colada de
los Gallegos. Sí, trialera
ya conocida de la que hace algún tiempo nos tocaba recorrer buenos trechos a
peana pero que hoy se nos antojan más que superables.
A Fer
lo perdemos rápidamente de vista, está disfrutando a lo grande y no nos vale de
referencia, pero el resto avanzamos eufóricos y atrevidos, poniendo pie en
tierra en los dos únicos puntos en los que en ascenso es imposible avanzar.
Algo
más de cuatro kilómetros en los que exprimimos nuestra experiencia y saber
hacer y no falta el grito de ánimo del compañero en los puntos más complicados.
Estamos eufóricos.
¡Buff! Hoy hemos recorrido muchos senderos, pero no lo dudéis,
también hemos superado con éxito duras TRIALERAS.