Se ha cerrado el ciclo
Faltan dos horas para las
21,00 y se escuchan truenos.
Se aproxima la hora de
compartir otra Ruta Nocturna de Alfonsoyamigos. La
Décima, que solo con pronunciarla traerá gratos recuerdos a los
madridistas.
Te aseguras de que la
bicicleta está a punto. Compruebas que no tienes ninguna rueda pinchada. Confirmas que la batería del foco está cargada y que tienes la equipación
necesaria lista...
O puede que seas de los que apuran al máximo.
Falta menos de una hora y
una tormenta de verano descarga un buen chaparrón.
Tal vez ni has comprobado si
el foco está cargado, temes encontrar una rueda pinchada a última hora y coges
el primer maillot que aparece en el cajón. Eso sí, el bocata que no falte.
Parece que la lluvia se
detiene, pero unos WhatsApp mostrarán la indecisión de algunos.
Otros lo tienen
muy claro: ¡¡¡Que no se raje nadieeeeeee!!! - avisa amablemente el compañero.
Habrá quien rece por
encontrar una rueda pinchada y justificar su ausencia.
Ya no llueve y el sol juega
al escondite entre las nubes.
En San Rafael, siempre unos
privilegiados (en lo que a inicio y final
de rutas se refiere), esperamos a que se incorpore el grueso del pelotón.
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¡Queréis dejar de moveros! |
San Rafael, El Espinar, La Estación
pero también suben dos amigos desde Madrid... ¡eso son ganas de disfrutar! Y
alguno se quería quedar en casa por dos gotas de nada.
Ahora dudo de si alguno
no se habrá quedado realmente, pues echo en falta alguna cara habitual.
Ya juntos, parece que no
acude hoy nadie más, iniciamos la marcha:
Antonio, Ángel, Diego,
Ferluy, Juan, Lourdes, Miguel, Miguel Ángel, Samuel, Santi, Toño y Alfonso.
Avisé de que hoy sería la
ruta muy rodadora, sin complicaciones... pero les he engañado o me he
equivocado.
A la primera de cambio y sin
previo aviso, tomamos sendero en ascenso que se complica a cada metro que
avanzamos, pero es solamente para calentar las piernas, les digo. ¡Eh!, que los
de El Espinar ya veníamos calientes, me responden.
Y como hemos subido,
descendemos... no, de espaldas no.
La noche es ya cerrada, muy
oscura, negra diría yo. No se logra ver nada sin los focos encendidos y a los
pocos kilómetros, Miguel Ángel avisa de que el suyo está dando los últimos
destellos de luz.
Probar aquí y allá con las
baterías y focos disponibles supondrá tener que dar de baja otro foco... acaban
de quemar el de Juan por meterle más energía de la precisa.
Me vuelvo... no me vuelvo.
Las luces potentes del resto de compañeros ayudan a deshojar la margarita. No
me vuelvo.
Las baterías no parecen
estar muy logradas, raro es que aguanten más allá de 3 horas, pero la luces son
muy potentes mientras duran activas y de una se benefician varios.
Rodamos por pista, sin
prisa, sin agobios, nos da tiempo a poner verde a este o aquel y a disfrutar de
suave pedaleo.
Que diferente de las nueve
nocturnas anteriores, pero hoy coincidimos en querer disfrutar de otra manera,
sin poner en peligro la integridad de ninguno en la última nocturna de este
año.
Hoy nadie ha tragado polvo del camino, que se ha asentado con la lluvia
caída.
Bueno, algún tirón habrá...
no se puede remediar, pero solo en un tramo breve ¿eh?
Junto a la Puerta de
Campanillas deshacemos el morral y
sacamos las viandas. A nuestras espaldas, en cartel metálico, quedan muy claras
las fechas en las que la Garganta del Río Moros permanecerá aún cerrada. ¡Cómo la
echamos de menos!
Recuerdo que antes solamente
ponía: “Cerrado en temporada de incendios”, lo que siempre daba lugar a dudas y
a cierta picaresca. Descuida, que ahora está muy claro.
Y regreso hacia San Rafael,
pasando por Gudillos, absorbiendo a cada pedalada las sensaciones de la noche,
esas que algunos pasaremos tiempo antes de volver a sentir.
Nuestro amigo Pedro, de
Café-Bar Orly nos dará la bienvenida como otras noches. Gracias.
Hoy no
podían faltar de una manera especial los abrazos, los brindis, a modo de despedida y de felicitación,
por haber conseguido alcanzar LA DÉCIMA.
Nos vemos en las rutas de
los domingos.