Crónica de Javier Baranda
En la propuesta que se
realizó el viernes de esta semana, se recoge como un lamento que la ruta de la
pasada semana “Las Ermitas” resultara tan suave.
De hecho, pasaban las doce
cuando el grupo finalizaba en la Plaza de la Corredera de El Espinar. Todo un
logro.
Es más, en la crónica de
ese día se escribe una frase casi lapidaria “Esta ruta, una clásica e
histórica, debería quedar relegada a ruta de preparación, o a nivel de turística
pero no como ruta de los domingos”.
En el plan de ruta de hoy se dice ”no subiremos al Cerro de la Camorca pero andaremos por las cercanías”.
Ya
la frasecita me sonó a amenaza, algo como “que los machotes se pongan las
pilas”.
En la “Ruta de la Abuela”
pregunté si la salida de este domingo iba a ser tan dura como yo me suponía, pero no me quedó muy clara la respuesta.
Hace meses me retiré
cuando llegamos al Carril del Gallo por encima de Revenga y también se circuló
próximos al Cerro de la Camorca.
Galo comentó que se evitan
los dos rampones que alcanzan la pista asfaltada de la cola del pantano y se entra
por la derecha del mismo directamente al bosque de acebos. Ruta que ya hemos
hecho varias veces de bajada desde la Fuente de la Reina.
Emprendimos ruta desde La
Estación del Espinar a las 8.30h –los de El Espinar tienen su cita a las 8h en la
rotonda que hay junto al cuartel de la Guardia Civil- y llegamos a La Estación,
ya de regreso y final de ruta, a las 14.45h –sacar dedos y contar-, los de El Espinar media hora
más tarde en casa.
Toño nos envía la foto de
su rutómetro y le marca 71,9 km.
Seguro que esto ha sido
una venganza por la salida relajada del pasado domingo. Pero puede que alguno todavía coja la bici está
tarde porque le ha sabido a poco.
Me repito, salimos de La
Estación del Espinar a las 8.30h 23 amigos de la btt y la distancia más corta
entre este núcleo y la estación de tren de Los Ángeles de San Rafael no es la línea recta.
Menos en esta ocasión, ya que Ferluy nos avisa de que no se puede vadear el Río
Moros.
Antes de proseguir, intentar dar el nombre de todos los compañeros sin dejarnos a ninguno: Alberto, Alejandro, Alfonso, Andrés, Ángel, Daniel, Ferluy, Fernando, Galo, Isidoro, Javier B, Jorge, José "Bombi", José "Cheli", José "Kona", Juan Pérez, Juan "Platón", Luis Ángel, Patrick, Samuel, Santi Calleja, Sergio, Toño,
Calentamos dirigiéndonos a
la Garganta, para cruzar el río a la altura de las piscinas y coger caminos y
veredas en los que ganamos altura para alcanzar la Estación de tren de los
Ángeles.
Aquí un paréntesis, me
apetece escribir la antigua estación
ya que con la reducción a mínimos de los viajes del ferrocarril Madrid-Segovia,
hasta las cabras echan la siesta en el balastro de las vías.
Primer hito, Fernando
pincha, se resuelve el problema con la eficacia habitual.
Nos dirigimos a Otero, para
seguir hacia Venta la Vieja y Revenga. Vamos dejando a nuestra izquierda la
horrible autopista que cruza, rompe, y aísla de forma salvaje a personas y
animales.
El caso de Otero es
sangrante, una carretera hecha para romper y no una vía de comunicación para
unir y favorecer. Espero disculpéis mi cabreo cuando contemplo este desastre.
El camino se hace rompepiernas,
permite circular con rapidez, pero siempre en una sucesión de subidas y bajadas
que estiran el grupo y dan escaso descanso a los que vamos en cola.
Vacas y terneros nos
observan al pasar, mientras disfrutan la rumia de pastos verdes y jugosos. Lavandas
y genistas aportan un contraste de color que durará unas pocas semanas, hasta cuando
empiecen a apretar los calores del verano.
Próximos al pantano de
Revenga, Javi Galo coge un camino a la derecha que se interna entre pinos y
acebos, entorno del que disfrutaremos hasta las proximidades de la Fuente la
Reina.
Aparecen las primeras
rampas, alguna trialera obliga a la mayoría a poner pie en tierra. Los acebos
invaden ambos lados del camino, sus características hojas y el brillante
color nos animan a los que en cola
sentimos en exceso el cansancio de la jornada.
¡Pinchazo! y esta vez me toca a
mí.
Una vez dejados caminos y
veredas, en los que comparto algunos tramos del recorrido con la bicicleta,
vamos que me bajo y empujo, alcanzamos una carretera que nos llevará después de
varios kilómetros a la Fuente de la Reina. Siempre picando hacia arriba,
dejando poco espacio para la recuperación.
Qué buena fuente.
¿Desde aquí cual es el punto más próximo donde
pueda subirme a un coche?
Joder, hasta Induráin
lo hizo a la altura de Arriondas en una Vuelta a España. Pero, Induráin machote
me has ganado, tu te bajaste con las cámaras de la Vuelta presentes; yo me
acobardo, no se lo comento a nadie, así que no me queda más remedio que seguir.
Me acompaña ese grupo de
incondicionales que siempre van animando a los de cola. Aprovecho para evadirme
en mis reflexiones “desde donde no disfruto”. Se me nota animado a esta altura
de ruta.
Tenemos por delante 4,2KM “de falso
llano” a la Fuenfría. A la altura de la Casa Eraso, nuestro amigo de fatigas
Patrick nos dice que se va a tirar de la bici ya que tiene un calambre en la
pierna izquierda.
Dicho y hecho. Juan, siempre dispuesto a ayudar al compañero, se aplica a hacerle estiramientos para tratar
de recuperarle.
Después de un rato, se sube
en la bici y a sufrir hasta la Fuenfría. Pero seamos generosos, llegué a la Fuenfría
con un ritmo no diferente del de Patrick.
El camino al collado
Marichiva y la bajada a La Estación del Espinar son tan conocidos que a todos nos
salen alas y a algunos incluso nos aparece esa reserva de fuerza que surge
cuando conoces lo que resta.
Surge el último hito, la
rotura de cadena de nuestro amigo Dani (Forly), lo que nos detiene apenas cinco
minutos y a seguir, que estamos cerca de casa.
La despedida ha estado
fuera de lo habitual, ni abrazo ni refrescos, llevamos prisa para fichar en
casa.
Pero sabemos que ya queda menos para el próximo fin de semana.
Nota de Alfonso: Javier,
no presente en esas ocasiones, no relata las no menos de cuatro caídas que ha
tenido Isidoro en los lugares más tontos del recorrido, la caída de Alejandro de espaldas
sobre zarzas al intentar superar un tramo
con demasiado desnivel y la “caída del día”, la mía, que resbalo al vadear uno
de los arroyos y me voy al agua. El arroyo que el mismo Javier supera sin problemas.