domingo, 18 de febrero de 2024

Ruta MTB diferente, en Navalafuente

 

No esperes que los demás te den más de lo que tú has dado por ellos, terminarás muy decepcionado

Sin embargo, la satisfacción es enorme cuando piensas que lo que estás recibiendo supera con creces lo que tú has dado. Alfonso


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Nos hemos desplazado a Navalafuente en varias ocasiones y la ruta propuesta en cada ocasión, con pequeñas variantes de una a otra vez, siempre nos ha parecido divertida a la vez que exigente y dura en su conjunto.

Hoy, la motivación de la cita ha sido diferente a la de otras ocasiones. Estaba pendiente la celebración de mi cumpleaños, que fue la semana pasada. A estas alturas, cumplir años y mantenerte activo casi se convierte en toda una proeza que no puedes dejar de celebrar.

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Han podido acompañarme: Andrés, Ángel, Enrique, Ernesto, Fer, Jesús, Juan, Luis Ángel, Nacho, Pawel y Rafa.

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Un café y en marcha

Algunos ya llegamos desayunados desde casa, pero cada vez son más los que necesitan una dosis extra de cafeína para afrontar el día con energía. Suerte para ellos, la Taberna de Nava ya se encuentra abierta a primera hora de la mañana. De paso, nos presentamos de cara a nuestro regreso.

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Y arrancamos con cierta parsimonia, tal vez porque la mente es sabia y nos recuerda la dura subida al Puerto del Medio Celemín que nos aguarda. Ya hay quienes bromean asegurando que nos verán iniciar el ascenso y nos esperarán a que regresemos… ¿o lo dicen en serio?

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Los primeros kilómetros por el Camino de Cabanillas son casi un paseo, tal y como recordábamos de otras ocasiones, que nos sirven para ir calentando las piernas en una mañana que se ha presentado fresca, sí, pero que sabemos que pronto cogerá temperatura.

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El arroyo Albalá, más caudaloso que en otras ocasiones, nos obligará, no sin disgusto, a mojarnos los pies por primera vez. Tranquilos, que no será la última.

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Nos acercamos a la localidad de Cabanillas de la Sierra y seguimos el curso del arroyo Sacedón por un largo tramo, jugueteando por sendas zigzagueantes. Callejas y callejones entre fincas, donde el agua de las recientes lluvias se estanca, dándonos a elegir entre volver a mojarnos los pies o resbalar en un vano intento de esquivar el barro pegajoso y fétido.

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Un cambio de marchas que se declara en rebeldía, que se resiste a funcionar bien, quizás porque su dueño se olvidó de mimarlo con un poco de aceite. El compañero que se queda atrás y toma el camino equivocado hasta perderse o el que se obstina en no mojarse los pies y salta de piedra en piedra como bailarina. Tic-tac, tic-tac y los minutos van pasando.

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Los senderos nos llevan al encuentro de canchales que sorteamos o superamos con mejor o peor fortuna, pero siempre con empeño y después, descenso que algunos no llamarían “trialera” pero que nos exige habilidad a todos antes de superar alguna rampita.

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Bonito requiebro el que hemos hecho, pues volvemos a cruzar el arroyo Albalá hasta en dos ocasiones y nos alejamos, sólo por precaución ¿eh?, de unos mastines que ladran furiosos sin disimular que no les gusta nuestra presencia.

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Afrontamos el peor tramo del recorrido como buenamente podemos. Es aquel en el que no basta empeño y habilidad. Los que llevamos e-bikes tenemos que cargar con un auténtico lastre en zona escalonada o por canaleja tan estrecha que es imposible dar una sola pedalada. A pesar de ello, unos compañeros han tomado bastante distancia mientras otros se encuentran muy descolgados.

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Hacemos por reagruparnos al llegar a Valdemanco. Por el camino hemos oído un par de tiros de escopeta lejanos, pero sin saber de dónde provenían. Ahora se vuelven a escuchar otros más cercanos. Una señora cordial y después otro vecino amable nos avisan de que en las laderas del Puerto del Medio Celemín se desarrolla una montería y que no es recomendable que intentemos subir.

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Si hoy hay que recortar, se recorta

No queda más remedio que aplicar a la ruta un recorte de unos 9-10 kms, que quedan pendientes para una nueva ocasión, que seguro la habrá. Y más adelante, tendremos que volver a recortar algo más de un km al encontrarnos otro callejón enfangado sin escapatoria posible y en el que no se logra apreciar profundidad y estado del fondo. 

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Rodamos rápido, muy rápido, junto antiguas vías de tren, hasta coger desvío junto a las instalaciones de la abandonada estación de Bustarviejo-Valdemanco.

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Todavía podremos divertirnos por senderillos disfrutones, por nuevos canchales de piedra junto a antiguas canteras e incluso lanzarnos con atrevimiento por el camino Real de Bustarviejo. ¡Uff, qué pasada!

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Cruzando puente sobre el arroyo Gargüera doy aviso: “¡Qué nos hemos dejado atrás un enebro centenario…! ¡Que nos podríamos acercar a ver la Cascada del Cancho…!” Pero ya no hay nada ni nadie que nos haga detenernos.

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Llegamos hasta los coches sin agobios de hora. Limpiamos y guardamos las bicis con tranquilidad. Nos aseamos en la medida de lo posible y… a disfrutar de unas merecidas cervecitas en la Taberna de Nava. Gracias Ernesto y Fer.

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Con los vasos aún en la mano, nos dan paso al salón comedor. Vamos a disfrutar de buena comida con excelente compañía. Qué gratificante es poder compartir risas con los amigos.

En los momentos en que la vida nos presenta desafíos, las verdaderas amistades se distinguen por su capacidad para brindar consuelo, apoyo y empatía



sábado, 10 de febrero de 2024

Escapada sabatina de AlfonsoyAmigos

 

Impresionante el Pantano de Valmayor (Galapagar-Villalba)

No recuerdo haberlo visto nunca tan alto de nivel de agua, nada menos que al 92%, según puedo leer. Y mira que hemos montado en sus cercanías decenas de veces. Espectacular.

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Gracias a Karlotta, parece que se han recuperado muchos de los pantanos y embalses, los mismos por los que sufríamos en nuestras recientes escapadas.

Hoy, los atrevidos y confiados: Ángel, Enrique, Luis Ángel y Pawel.

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Mañana genial la de este sábado en el entorno de un Valmayor que siempre merece una ruta y que nos corresponde siendo generoso con nosotros cuando nos rodean los avisos de lluvia.

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Ruta no muy larga, es verdad, pero a gran ritmo y a última hora las nubes se presentaban muy amenazadoras. Lo principal, salir en bici con los amigos. Es el mejor premio del fin de semana.

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Echando de menos a muchos amigos, pero sabiendo que el domingo que viene está… cada vez más cerca.

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Un abrazo y buena semana.

Luis Ángel


domingo, 4 de febrero de 2024

ALFONSOYAMIGOS con mayúscula

 

Estoy siendo víctima de una hipersensibilidad extrema que no soy capaz de controlar

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Las lágrimas humedecen mis ojos a cada instante y en el interior de mi cabeza se desarrolla una lucha feroz para impedir que mi cuerpo se hunda en el sofá, se abandone y deje que los recuerdos y el dolor abrumador invadan mi ser.

La familia y los amigos me dicen que el dolor se irá pasando… pero, ahora mismo, me cuesta creerlos. Me digo a mí mismo: “Se fuerte, los que te quieren sufren por ti” y “No quiero convertirme en el llorón de AyA


Retomando sensaciones

He preparado con mucha antelación la equipación y aparejos necesarios para la ruta propuesta. Temía olvidar algo.

Los que no se han olvidado de acudir y de darme otro enorme abrazo: Andrés, Ángel, Enrique, Fer, Juan, Luis Ángel, Miguel Ángel, Nacho, Rafa y Santi.

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La semana pasada fui a caerme en el único charco del recorrido y me llevé puesto todo el barro. Hoy vamos a comprobar si las dehesas retienen o no el agua de las lejanas lluvias caídas. ¿Será un día seco o húmedo?

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Aparcamos los coches junto al restaurado Puente del Batán, una joya de la edad media que cruza sobre el cauce alto del río Manzanares y me viene a la memoria el que, hace unos años, una pareja de la Guardia Civil nos dio el alto en este punto por no llevar la mascarilla puesta… Rafa también lo recuerda al pasar.

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La primera parte de la ruta es bastante llana y discurre por la ribera del Manzanares, donde podríamos disfrutar del entono si no fuera porque, muy pronto, el agua acumulada y unos trampales intentan engullirnos. Atravesando el ramal del río, saltando de piedra en piedra o probando el lodo, cada uno lo intenta de una forma, pero no será la última vez.

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Más adelante, cruzamos puente en el camino de las Portilleras, pero enseguida volvemos a pegarnos al cauce del río y sufrimos las consecuencias: Charcos, barro y espinos y el terreno no es precisamente afable.

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Rodamos algo más de 5 kms junto a las vías abandonadas del tren de cercanías, pasando por la antigua estación de Soto del Real. A juzgar por los movimientos de tierra que observamos y alguna noticia, es posible que se recuperen estas vías y nuestro trazado tenga que variar en un futuro.

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Más de lo mismo

Junto al puente de los Once Ojos (reconozco que no los he contado) tomamos otro desvío. Un nuevo capítulo de la misma historia: Agua, barro, zarzas y una canaleja entre fincas muy pedregosa…

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Terrenos de Guadalix de la Sierra. Un arroyo por aquí, otro más adelante, otro más… hoy todos se empeñan en ir bastante cargados de agua y ya nos importa menos mojarnos los pies. Luis Ángel se luce al vadear el arroyo de los Cantos.

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Una barrita y un trago largo, pues la mayoría sabemos lo que nos espera a partir de ahora. De momento, un tremendo ascenso en el que el sol se deja notar con fuerza. Imposible realizar este trazado en verano.

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Esto se pone serio

Superar el arroyo de Valdemora nos indica que enseguida tomaremos el desvío para el tramo más duro, durísimo, del día.

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Se trata de una ascensión de unos 4 km por una pista de tierra con algunos metros con piedra suelta y pendientes moderadas al principio, muy engañosa, pero que, poco a poco, aumenta el desnivel, se estrecha la calleja, aparecen charcos inmensos que ocultan trampas y los pedrolos se multiplican sin permitir apenas escape.

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Cada uno midiendo su propio esfuerzo, a su ritmo, procurando no gastar fuerzas sin sentido y reservándolas para superar los tramos que requieren potencia y habilidad para no poner pie en tierra o caer.

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Durante el recorrido, nos alcanzan dos parejas de la Guardia Civil en motos de trial. Muy amables nos ceden el paso, pero, en mi caso, declino el ofrecimiento y les dejo pasar. Prefiero no llevar detrás achuchándome 4 motos rugiendo. Posiblemente entrenaban por la zona.

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El punto más alto de nuestra ruta, a 1092 m, en la ladera del Cerro de San Pedro (1423 m), al que solo echamos una mirada de lejos. Nuestro grupo va llegando con cuenta gotas. Unos se sientan en el suelo, otros se doblan sobre el manillar de sus bicis y hay quien necesita quitarse ropa por el agobio con el que ha llegado. ¡Durísimo!

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Iniciamos descenso muy rápido por la Cañada del Recuenco y la Cañada de las Gateras. ¡Eh! No os paséis, que hay nuevo desvío para tomar un descenso muy técnico y peligroso. Allí encontramos de nuevo a los agentes de seguridad que, detenidos a un lado, nos aconsejarán el mejor trazado para seguir descendiendo entre bloques de piedra.

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El calor aprieta y una pista polvorienta y con mucha pendiente nos acercará a la dehesa de Navalvillar y a Colmenar Viejo.

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La última parte de la ruta, por la archiconocida Colada de los Gallegos, divertida y variada, que puede que haga las delicias de aquellos a los que todavía les quedan fuerzas y expriman la última energía de los que llegan más justos.

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De nuevo en los coches. “No me des el abrazo tan fuerte, que no me tengo en pie” – avisa alguno.

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Recogemos todo mientras nos vamos despidiendo. Satisfechos pero cansados. Hoy me tomo el tiempo con más pausa, pero, cuando marcho, las últimas palabras para Luis Ángel, que todavía me verá partir.

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