No esperes que los demás te den más de lo que tú has dado por ellos, terminarás muy decepcionado
Sin embargo, la satisfacción es enorme cuando piensas que lo que estás recibiendo supera con creces lo que tú has dado. Alfonso
Nos hemos
desplazado a Navalafuente en varias ocasiones y la ruta propuesta en
cada ocasión, con pequeñas variantes de una a otra vez, siempre nos ha parecido
divertida a la vez que exigente y dura en su conjunto.
Hoy, la
motivación de la cita ha sido diferente a la de otras ocasiones. Estaba
pendiente la celebración de mi cumpleaños, que fue la semana pasada. A
estas alturas, cumplir años y mantenerte activo casi se convierte en toda una
proeza que no puedes dejar de celebrar.
Han podido
acompañarme: Andrés, Ángel, Enrique, Ernesto, Fer, Jesús, Juan,
Luis Ángel, Nacho, Pawel y Rafa.
Un café y en marcha
Algunos
ya llegamos desayunados desde casa, pero cada vez son más los que necesitan una
dosis extra de cafeína para afrontar el día con energía. Suerte
para ellos, la Taberna de Nava ya se encuentra abierta a primera hora
de la mañana. De paso, nos presentamos de cara a nuestro
regreso.
Y
arrancamos con cierta parsimonia, tal vez porque la mente es sabia y nos recuerda
la dura subida al Puerto del Medio Celemín que nos aguarda. Ya
hay quienes bromean asegurando que nos verán iniciar el ascenso y nos esperarán
a que regresemos… ¿o lo dicen en serio?
Los
primeros kilómetros por el Camino de Cabanillas son casi un paseo, tal y como
recordábamos de otras ocasiones, que nos sirven para ir calentando las piernas
en una mañana que se ha presentado fresca, sí, pero que sabemos que pronto
cogerá temperatura.
El
arroyo Albalá, más caudaloso que en otras ocasiones, nos obligará, no sin
disgusto, a mojarnos los pies por primera vez. Tranquilos,
que no será la última.
Nos
acercamos a la localidad de Cabanillas de la Sierra y seguimos el curso
del arroyo Sacedón por un largo tramo, jugueteando por sendas zigzagueantes. Callejas
y callejones entre fincas, donde el agua de las recientes lluvias se estanca, dándonos
a elegir entre volver a mojarnos los pies o resbalar en un vano intento de
esquivar el barro pegajoso y fétido.
Un cambio de marchas que se declara en rebeldía, que se resiste a funcionar bien, quizás porque su dueño se olvidó de mimarlo con un poco de aceite. El compañero que se queda atrás y toma el camino equivocado hasta perderse o el que se obstina en no mojarse los pies y salta de piedra en piedra como bailarina. Tic-tac, tic-tac y los minutos van pasando.
Los
senderos nos llevan al encuentro de canchales que sorteamos o superamos con
mejor o peor fortuna, pero siempre con empeño y después, descenso que algunos
no llamarían “trialera” pero que nos exige habilidad a todos antes de superar
alguna rampita.
Bonito
requiebro el que hemos hecho, pues volvemos a cruzar el arroyo Albalá hasta en
dos ocasiones y nos alejamos, sólo por precaución ¿eh?, de unos mastines que ladran furiosos
sin disimular que no les gusta nuestra presencia.
Afrontamos el peor tramo del recorrido como buenamente podemos. Es aquel en el que no basta
empeño y habilidad. Los que llevamos e-bikes tenemos que cargar con un auténtico
lastre en zona escalonada o por canaleja tan estrecha que es imposible dar una
sola pedalada. A pesar de ello, unos compañeros
han tomado bastante distancia mientras otros se encuentran muy descolgados.
Hacemos
por reagruparnos al llegar a Valdemanco. Por
el camino hemos oído un par de tiros de escopeta lejanos, pero sin saber de dónde
provenían. Ahora se vuelven a escuchar otros más cercanos. Una señora cordial y después otro vecino amable nos avisan de que en las laderas
del Puerto del Medio Celemín se desarrolla una montería y que no es
recomendable que intentemos subir.
Si hoy hay que recortar, se recorta
No
queda más remedio que aplicar a la ruta un recorte de unos 9-10 kms, que
quedan pendientes para una nueva ocasión, que seguro la habrá. Y más
adelante, tendremos que volver a recortar algo más de un km al encontrarnos otro
callejón enfangado sin escapatoria posible y en el que no se logra apreciar
profundidad y estado del fondo.
Rodamos
rápido, muy rápido, junto antiguas vías de tren, hasta coger desvío junto a las
instalaciones de la abandonada estación de Bustarviejo-Valdemanco.
Todavía
podremos divertirnos por senderillos disfrutones, por nuevos canchales de
piedra junto a antiguas canteras e incluso lanzarnos con atrevimiento por el camino
Real de Bustarviejo. ¡Uff, qué pasada!
Cruzando
puente sobre el arroyo Gargüera doy aviso: “¡Qué nos
hemos dejado atrás un enebro centenario…! ¡Que nos
podríamos acercar a ver la Cascada del Cancho…!” Pero ya no hay nada ni nadie que
nos haga detenernos.
Llegamos
hasta los coches sin agobios de hora. Limpiamos
y guardamos las bicis con tranquilidad. Nos
aseamos en la medida de lo posible y… a disfrutar de unas merecidas cervecitas
en la Taberna de Nava. Gracias Ernesto y Fer.
Con
los vasos aún en la mano, nos dan paso al salón comedor. Vamos
a disfrutar de buena comida con excelente compañía. Qué gratificante es poder compartir risas con los amigos.