domingo, 20 de noviembre de 2016

Marmoteando bajo la lluvia

Marmotting” in the rain


Texto: Narciso Álvarez "Chicho"
Fotos: Juan y Alfonso


Por fin llegó el día de volver al Puente de La Marmota para AlfonsoyAmigos. Algún asiduo lector del blog, pensará que le tomamos el pelo pues en su día se llegó a jurar en arameo que jamás volveríamos a pisar esos terrenos donde lo habitual era empujar la bicicleta por laderas escarpadas e impracticables y apearse más tiempo del que permanecíamos montados sobre la bici.

AlfonsoyAmigos - La Marmota


Pasados los sinsabores de aquella jornada, sólo algún afortunado que se hizo con la exclusiva camiseta de “Yo sobreviví al día de La Marmota” pensaba que algún día volvería a disfrutar de una jornada con AlfonsoyAmigos por aquellos parajes.

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Pero como se anunciaba en la convocatoria del viernes, EL MAL que habita entre algunos de nosotros y por casualidades de la bici (que también de la vida), quiso hoy que acabásemos volviendo al lugar del crimen.

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La previsión de tiempo era de lluvia para toda la mañana, amaneció lloviendo como no podía ser de otra manera y aun así fueron llegando “puntualmente” al punto de reunión: Alfonso, Andrés, Ángel, An ”Toño”, Enrique, Eva, Juan “Platón”, Lolo, Luis Ángel senior (Jr. parece que alegó que no había pasado buena noche….. dejémoslo ahí.. -.), Patrick, Santi y Chicho.

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Como el cielo no tiene pinta de dar tregua para empezar la ruta sin mojarnos, decidimos acercarnos a Cerceda a compartir un buen desayuno a cuenta del fondo común y aguantar la euforia madridista que los atléticos soportamos estoicamente pensando que algún día habrá justicia y ¡¡¡VENGANZA….!!!!. Así transcurre casi una hora en la que vamos perdiendo la esperanza de empezar la ruta debido a la lluvia continua.

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De nuevo en el Puente del Batán, los espinariegos del grupo se ponen serios y decretan que la ruta se empieza aunque caigan chuzos de punta. Si hay que recortar o abortarla ya se verá sobre la marcha.

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Luis Ángel se debate entre volver a casa a degustar un cocidito mañanero (¿ahora lo llaman así?) o enfundarse el chubasquero y comenzar a pedalear. Ya os podéis imaginar qué es lo que finalmente acabaría haciendo.

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Así que bajo un fino chirimi, enfilamos las Huelgas del Manzanares, disfrutando de un sendero en condiciones óptimas para disfrutar de la bicicleta, ligeramente húmedo donde los neumáticos agarran estupendamente y que empieza a arrancarnos las primeras sonrisas de la mañana.

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Se van sucediendo toboganes, escalones y bifurcaciones caprichosas (o sea que si coges la alternativa buena no te apeas de la bici y si te equivocas acabas pateando alguna cuestecita). Así es la ruta del Puente de La Marmota, ¿no os acordabais desmemoriados?

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El grupo avanza a buen ritmo, se suceden cambios en la cabeza para ir guiando a los demás y disfrutar del placer de ir abriendo camino. Unos cuantos nos acercamos a visitar las ruinas de un viejo molino (esta ruta entre los senderistas es conocida como la ruta de Molinos y Batanes del Manzanares), en el que todavía podemos ver varias muelas (piedras de moler),  la aceña y el canal de salida del molino.

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En este primer tramo de Las Huelgas del Manzanares disfrutamos de unas cuantas bajadas bien pronunciadas que normalmente obligan a descabalgar de la bici por lo resbaladizo del terreno, pero que hoy gracias a la lluvia que sigue cayendo (algo positivo tenía que haber) muchos superan montados sobre la bici. 

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Entre estos pequeños disfrutes nos ha tocado evidentemente, sufrir algún tramo de pateo. ¿Pero qué es una ruta de MTB sin su buen empujabike?

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En poco tiempo alcanzamos la central hidroeléctrica de Navallar (la primera que suministró energía eléctrica a Madrid en el año 1900), donde unas simpáticas senderistas nos inmortalizan con su cámara de fotos.

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Hoy las paradas son breves porque no para de llover y así enfilamos el último tramo de esta primera parte de la ruta al margen del Río Manzanares hasta llegar a la Presa del Grajal.

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Los atléticos disfrutamos del paisaje de esta Ribera del Manzanares como si fuese más nuestra que del resto, y no alcanzamos a explicarnos cómo tan cerca del mismo río, pero a su paso por la capital, a veces (como anoche) nos toca sufrir de lo lindo hasta casi llegar al infarto….

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En el Puente del Grajal, debido al excelente estado de ánimo y con las endorfinas disparadas decidimos seguir camino del Puente de La Marmota. Eso sí, evitando más molinos, batanes, toboganes y la preciosas vistas sobre el río, que ya sabemos por experiencia anterior que es muy poco disfrutona para la bicicleta. Parece que hemos aprendido la lección... jejjeje.

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Remontamos desde el puente hasta el Alto del Grajal por un estrecho y bonito sendero que nos hace circular en fila india. Lo escarpado del terreno y la cálida neblina que nos envuelve hace que cada uno encuentre su ritmo y afronte la subida en silencio y disfrutando (si es que a esto se le puede encontrar gozo) sumido en sus pensamientos. Después de un tramo de carretera llegamos a la barrera del Cordel de Cantalojas.

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Eva toma la delantera y enfila como un gamo un sendero inédito para nosotros. Es una gozada verla cómo sortea escalones, ramas, curvas y contra curvas a un ritmo envidiable. 

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Tras un reagrupamiento general enfilamos un tramo más agreste del sendero, pegados a la valla de una finca, que en alguna ocasión nos obliga a desmontar y remontar alguna ladera de esas “made in La Marmota”.

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Desembocamos en la pista de grava que nos acerca más al objetivo del día, la lluvia arrecia y la hora avanza. 

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Foto de Enrique

Alguno piensa que lo sensato sería emprender el camino de vuelta, pero se impone la opinión de la mayoría, que contagiada por el virus marmotus no quiere desaprovechar la oportunidad de rematar la ruta. Ya se intuye que esta de hoy va a ser de las de recordar con una sonrisa de oreja a oreja.

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Y envueltos por la lluvia que ya nos ha calado hasta los huesos y la niebla que nos impide divisar el Monte del Pardo, Madrid y las 4 Torres, aceleramos por pista para algo más adelante adentrarnos hacia un desvío que a lo largo de 4 ó 5 kilómetros de monte lindando con el del Pardo, nos permitirá divisar más de una manada de ciervos y el vuelo de un águila a menos de 10 metros de nuestras cabezas.

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Llegados a la valla del Pardo, nos desviaremos para finalmente alcanzar el Puente de La Marmota. La niebla nos afea las fotos y nos impide reconocer algún rastro de la carrera popular que se ha celebrado en el Cerro del mismo nombre y de la que tenemos noticias gracias a Luis Arce. ¿Finalmente la habrá completado, se habrá calado hasta los huesos como nosotros, o se habrá quedado en casa a disfrutar de otro cocidito mañanero?

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Y tras reponer fuerzas, reconocer que esta vez hemos pasado más tiempo montados sobre la bici que empujándola y al darnos cuenta de que nos queda un largo y penoso camino de vuelta bajo la lluvia que no para, ni parará, emprendemos el regreso.

AlfonsoyAmigos - La Marmota


Tras superar la dura y difícil trialera de subida que siempre saca lo mejor de cada uno de nosotros, enfilamos pista y toboganes sucesivos que parecen no querer acabar nunca. 

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El grupo se estira y al llegar al cruce con la carretera, reagrupamos y contamos por si alguno se nos ha perdido entre la espesa niebla.

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Foto: Toño


Lolo aguanta como un campeón y el mal trago de la semana pasada es un recuerdo lejano. Está disfrutando de su vuelta al Puente de La Marmota, que fue una de sus primeras rutas con el grupo. Hoy echamos de menos a su amigo Juan y sobre todo a su estupendo termo de caldo calentito que hoy no habría bastado para hacernos entrar en calor a todos.

AlfonsoyAmigos - La Marmota
Foto: Chicho

Abandonamos la carretera por el Cordel de Cantalojas hacia el punto de inicio. La pista es conocida por todos y se hace todo lo deprisa que permiten las piernas de cada uno. El final está cerca y ya sólo queremos acabar. La cercanía del coche y de la ropa seca que cada uno guarda allí hace que volemos (o eso nos creemos… jejejje).

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Finalmente, los abrazos de rigor, que hoy (como muchas otras veces) han sido muy especiales y muy merecidos por todos y cada uno de los que ¡HEMOS VUELTO AL PUENTE DE LA MARMOTA¡

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Preparando la salida


AlfonsoyAmigos - La Marmota
A la llegada

Desde AlfonsoyAmigos mandamos un fuerte abrazo a nuestra seguidora Maruja, madre de nuestro amigo Rafa.

Vídeo de Toño Montero






viernes, 18 de noviembre de 2016

EL MAL o La Memoria Perdida

Hay quienes no aprenden a pesar de los palos recibidos ¿Es acaso temeridad?, ¿osadía innata?, ¿tal vez inconsciencia? O estamos hablando de EL MAL. Preguntas complejas que atormentan al ser humano desde que el primer velocípedo vio la luz.




Imposible escudriñar en lo más recóndito de las mentes, en los circuitos eléctricos de los cerebros de quiénes se llaman a sí mismo ciclistas.

La ciencia, a través de las más prestigiosas universidades de EEUU, tras duros años de estudios y miles de ratones sometidos a tortura, han descartado que EL MAL pueda ser congénito; noticia que, por otra parte, ha servido de alivio para muchos progenitores que escondían su identidad al creerse responsables.



En reputadas revistas científicas aparecieron durante un tiempo  publicaciones que, únicamente de manera solapada, dejaban entrever que EL MAL pudiera tener alguna conexión con alguna infección de ROTAVIRUS. (Un abrazo para Enrique y Santi)



En otros medios, ya sin mayores garantías, se atreven a afirmar que EL MAL es una consecuencia del traqueteo continuo que sufre la cabeza sobre esa “máquina infernal” que es la bicicleta de montaña.



Siguen diciendo que, las miles de sacudidas que el cerebro de estos deportistas recibe dentro del cráneo, provocan microscópicos roturas celulares y con ello se pierde la capacidad para discernir e incluso de ser conscientes del sufrimiento por el duro esfuerzo. Más aún, hablando de los ratones, les impide recordar el haber caído en antiguas ratoneras.



Que sigan estudiando, que se apliquen cuanto quieran en descubrir EL MAL que contagia a los componentes de AlfonsoyAmigos que, por nuestra parte, lucharemos con todas nuestras fuerzas antes que dejar que nos inoculen ninguna vacuna que nos haga dejar de ser felices.



Y para más INRI, este domingo nos dejaremos guiar de nuevo por nuestro amigo Chicho ¡Toma ya infección!


Domingo 20 de Noviembre


Km. 39 de la Carretera M-607 entre Colmenar y Cerceda.

Hora de Inicio de Ruta: 9,00

Recorrido de unos 38 kms.





Chicho nos anticipa: Se parte del puente del Batán en la carretera de Cerceda-Colmenar Viejo. Se baja por el sendero de Las Huelgas del Manzanares, trialero pero asequible, con algún pie a tierra, que pondrá a prueba nuestras habilidades. Acaba en la Presa y Puente del Grajal. Después remontamos por sendero el “puerto” y enfilamos un trozo de aproximadamente 1 km por la carretera de Hoyo a Colmenar (apenas tiene tráfico y es segura).



Llegados al cruce con el Cordel de Cantalojas, comienza el tramo inédito. Se baja por sendero divertido, rápido y de nuestro nivel, con pocos pies a tierra. Enlazamos con la pista ancha en bajada y nos desviamos hacia un tramo nuevo, el Monte público del Cañaveral, con vistas a todo Madrid y el embalse del Pardo. 



Tramo de pista rápida para llegar al puente de La Marmota desde “abajo”, limitando con la valla del Monte del Pardo. Visita al puente y salida dura que ya conocemos hasta la pista de subida de nuevo. Nos desviamos del tramo conocido para enfilar por cañadas y vías pecuarias inéditas para llegar de nuevo al alto sobre el puente del Grajal. Vuelta por el Cordel de Cantalojas hasta los coches (pista rápida y conocida). 

En morado recorrido de AlfonsoyAmigos propuesto por Chicho
En naranja la carrera popular

Nota: Se ha comentado que en las cercanías a La Marmota discurre el domingo una carrera popular, pero ya se han contrastado los recorridos.




miércoles, 16 de noviembre de 2016

Cross de la Pedriza 2016

Crónica de Patrick Schoch

Cuando me apunte al Cross de la Pedriza sabía que iba a ser una carrera de Trail Running muy dura, tanto por su desnivel como por su alto grado técnico: 25km con 3800m de desnivel positivo acumulado que son 1900m de desnivel positivo.




Eso sí me motivaba mucho el entorno de esta carrera: la Pedriza y poder correr por sus sitios más alejados en un entorno más o menos controlado con balizas, compañeros de sufrimiento y voluntarios dispuestos a echarte una mano si te ves en problema.

Recordar que el macizo de la Pedriza, si bien no es el de las cumbres más altas de nuestra sierra, es la única parte de la Sierra de Guadarrama que se catalogó como “Alta montaña” tanto por su geografía como por los cambios bruscos de temperatura que experimenta. Cada año hay muchos más accidentes en la Pedriza que en el resto de la sierra y este laberinto de granito es un sitio muy inhóspito cuando las temperaturas alcanzan extremos.



Ya me había hecho varios entrenos por la Pedriza inferior y sabía lo que me esperaba: subidas técnicas muy fuertes donde es imposible correr y es fácil resbalar. Senderos muy técnicos con raíces y piedras sueltas y bajadas infernales con tramos muy peligrosos donde una caída puede resultar fatal… Además, ni riachuelos, ni fuentes en muchos kilómetros. Hay que ir bien equipado y con provisión suficiente antes de adentrarse dentro del infierno de Piedra.

La Pedriza inferior, la culmina el Yelmo (1717m), esta masa granítica que como le gusta recordarnos el compañero Luis Angel podría engullir el monasterio del Escorial entero. La Pedriza superior la culminan las Torres (2029m) y entre ellos, un sinfín de bloques y peñones con muchos nombres sacados de la imaginación popular. Recordar también que fue en épocas pasadas escondites de bandidos y bandoleros.




Después de entrenar estas últimas semanas alternando salidas de Trail Running con subidas y bajadas fuertes y técnicas y salidas en bici con el grupo de AlfonsoyAmigos me sentía bastante preparado para afrontar la carrera y mentalmente también…  Sabía que iba a tener momentos de flaqueza y tenía que ser finisher cueste lo que cueste.

Así estaba este domingo a primera hora de la mañana a la entrada del parque de la Pedriza con más de 300 corredores con temperaturas bajas pero con unos rayos de sol que nos iban a calentar poco a poco. Se nota el nerviosismo en las caras de los corredores y todos sabemos que será una carrera muy dura y exigente.




Sin más preámbulo, dan el pistoletazo de salida y el pelotón se estira por la pista de asfalto primero y después por la senda de Quebranta-herradura con un ritmo muy fuerte. Intento calmarme porque sé que lo que las fuerzas que puedo ahorrar al principio me harán mucha falta al final de la carrera. Llegamos a Canto-Cochino y empieza la primera subida dura y técnica del día. En fila india y andando con escalones de piedras subimos todos por la Cañada de la Pedriza y es con alivio que llegamos al prado con vistas impresionantes al embalse de Santillana y a Manzanares El Real. Han sido 370m de desnivel en menos de 2 kilómetros. En el Prado soltamos piernas y aprovechamos para acelerar y correr hasta la próxima subida.



Llegamos al principio de la Senda Maeso, la segunda subida técnica del día y otra vez en fila india intercambiando palabras de ánimo con los compañeros, vamos escalando bloques graníticos siempre subiendo, siembre más arriba y donde hay que ayudarse de manos y rodillas en muchos puntos. Es una subida muy desgastadora y cuando llegamos arriba a la Pradera del Yelmo, nos avisan 2 corredoras que vamos un poco justo de tiempo ya que el corte en el Collado de la Dehesilla esta en 2 horas. Nos espera una bajada técnica ahora y siento un calambre en mi gemelo izquierdo. ¡Vaya todavía apenas 10km y con los primeros calambres! 

Me vengo un poco abajo pero gracias a un chaval majísimo con quien iba, me anima, me espera mientras estiro un poco y afrontamos juntos la bajada al primer control, rezando para llegar antes del corte. Se adelanta pero al llegar al control me está esperando preguntándome cómo voy y alegrándose que llego justo 4 minutos antes del corte! Gran compañero que acabo de conocer y que sin conocerme me ha ido animando durante un tramo de la ruta.




Nos espera ahora la parte que más temo porque es totalmente desconocida, la subida al Collado de la Ventana por el PR-1. Otra vez bloques graníticos, escalones, zonas de trepadas, túneles estrechos donde hay que reptar y… arañarse las manos y las rodillas. 

Se me disparan las pulsaciones y aprovecho para pararme un minuto y tomarme un gel y una barrita. Veo a los demás penar y subir a ritmo muy lento. Estamos a un kilómetros del punto de control pero veo que nos dan 1 hora para realizar este tramo. Parecemos tortugas pero realmente es imposible ir más rápido…

Por fin llegamos al punto de control, esta vez con 8 minutos de margen y delante de mis ojos, las magníficas Torres de la Pedriza, estas formaciones rocosas verticales y apretujadas… Tomo barritas, isotónica y golosinas en el control y descanso un poco… Llega más gente pero 3 de ellos deciden abandonar: dicen que este último tramo les ha vencido y no se sienten fuertes y entregan sus dorsales. 

En este punto, sabiendo que he realizado la parte más dura y técnica de la ruta y no he vuelto a tener calambres me da un subidón tremendo y arranco rápidamente para no quedarme frío y aprovechar este estado mental que me hace volar sobre las piedras, escalar las paredes con buen ritmo y avanzar hasta el punto más alto de la ruta cerca de las Torres de la Pedriza a 2000m de altura.




En este tramo solo estamos 2 corredores y tengo la suerte de conocer a Jesús, un corredor mayor entorno a los 60 años que me sigue a buen ritmo y nos ayudamos mutuamente para encontrar las señales de la carrera en este laberinto de piedras. Como el mismo dice, estamos en un estado segundo y a veces es difícil orientarse y encontrar la siguiente señal en este infierno de piedras.

Jesús va corriendo muy ligero de equipamiento con solo una camiseta de manga corta, una gorra y una riñonera con un botellín de agua y dos tarros de cristal con frutos secos y bebida casera a base de “almendrina”. Y yo con mi mochila, mi Camelbak con isotónica y mi kit de geles y barritas. Me parece un tío genial que me confiesa que el año pasado no llego al corte de 5h30 en Canto Cochino y este año quiere intentar llegar aunque lo vea difícil por la hora que es y además como él dice, lo importante es llegar a meta, no importa el tiempo.




En la bajada Jesús pega un acelerón que me deja atrás, está muy fuerte en los descensos y se escapa… Vaya fenómeno, firmo para ser tan ágil a su edad!. Yo prefiero ir con cuidado y reservarme, una caída aquí sería muy complicada: estamos en el punto más alejado de Canto Cochino: faltan 12km para la meta.

Eso sí casi todos de bajada. Un alivio para las piernas… o no tanto porque tienen tramos muy técnicos. Nos adentramos en el bosque de pinos del circo de la Pedriza y se suceden zetas cerradas con piedras, raíces y escalones, zonas más llanas y rodadoras que siguen riachuelos. Algún resbalón sin consecuencia me aconseja frenar el ritmo pero estoy a tope y la bajada se hace cada vez mas fluida…




Estoy ahora solo y hago ejercicios mentales para animarme y buscar fuerzas para seguir. Oigo por detrás el grupo de voluntarios que hacen de escoba y van recorriendo las marcas. En un momento no veo más marcas aunque el sendero parece claro, me avisa un senderista que voluntarios están volviendo a balizar el tramo ya que algún desalmado ha quitado las marcas.

Llego por fin al Collado Cabrón y empieza la larga bajada a Canto Cochino, me siguen ahora de cerca los corredores escobas y parezco a Forrest Gump corriendo son su grupo de seguidores… ¡Corre Forrest, corre! Y ahora ¡A saco Paco!, acelero el ritmo para intentar llegar al corte.




Llego por fin al control de Canto Cochino donde me indican que no he llegado a tiempo con 12 minutos de retraso. Me animan a seguir y llegar a meta. Los últimos kilómetros se me hacen eternos, subida a Quebranta-herradura y bajada por pista hasta la meta. Las piernas duelen y cada paso es un sufrimiento pero la meta está cerca y por fin paso el arco donde me reciben voluntarios y corredores que me felicitan...

Un total de 6h20 corriendo casi sin parar, 25,6km y 1900m de desnivel positivo en el infierno de granito de la Pedriza. Una carrera sin duda muy dura técnicamente y físicamente.




Encuentro a Jesús en la meta que no ha llegado tampoco al corte y solo 2 minutos antes que yo pero está también muy contento por haber acabado y me asegura que volverá el año que viene…¡intentando esta vez llegar a tiempo a la meta! me dice riendo¡ Pero qué importa! Nuestras caras cansadas reflejan la alegría de haber acabado este pequeño reto personal!...

Después de tomar un refrigerio, comer jamón y frutos secos nos despedimos y vuelta a casa con la adrenalina a tope para una ducha bien merecida y una siesta gooorrda en el sillón. Me duele todo el cuerpo pero después de este reto conseguido me animo a apuntarme a otras carreras populares.