Primera de esta año, pero no la última
No llueve en lo que va de verano
y le da por diluviar cuando tenemos prevista nuestra Marcha Nocturna del
miércoles.
Todos teníamos ganas de salir,
pero fue sensato aplazar las maniobras.
A media tarde del jueves vuelven
a caer “varios chaparrones dispersos”,
que diría el “hombre del tiempo” y nos hace temer por la nueva convocatoria.
Unas cuantas almas ansiosas
rogábamos para que no lloviera y tal vez ello influyó para que despejara a la
hora prevista.
Antes de las 21,00 ya hay varios
bikers deambulando por el Paseo Rivera de San Rafael, pero otros se irán
incorporando con el transcurrir de los minutos. (Hay que mejorar).
Algunos que hubieran podido
acudir el miércoles no lo han conseguido en esta ocasión, ¡lástima!
Y allí, con unos minutos de
retraso, provistos de focos y linternas de todas las formas y tamaños, nos
encontramos 19 amantes de la aventura. Porque aventura es salir de noche a
rodar con tu bicicleta, campo a través, con caminos que ofrecen todo tipo de
obstáculos, con unos focos que distorsionan la realidad y una luna que no quiere ser protagonista.
No doy nombre de los
protagonistas, no quiero olvidarme de ninguno, pero por sus caras en las fotos
les conoceréis.
Marchamos hacia Gudillos y
después hacia la Puerta de Campanillas y en el recorrido, es impresionante
pararte en alguna curva y contemplar la serpiente luminosa que zigzaguea por
los senderos. Lástima que nuestras cámaras no son capaces de captarlo.
Se cumple el objetivo: Rodar a
una marcha que te permite llevar conversación amena, ahora con este compañero, más tarde con aquel otro.
La mayoría nos conocemos los
senderos que recorremos y sabemos donde están los puntos de mayor dificultad.
Prueba de ello es cuando compruebas que los no habituales son los que se van al
suelo en algún momento (sin consecuencias).
Un corzo se nos cruza en los
primeros minutos y pocos mas animales veremos en el recorrido. Han sabido de
nuestra marcha y han preferido tomar las de Villadiego.
A los que les ha pillado por
sorpresa, ha sido a las numerosas crías de ranas y sapos que se empeñan en
cruzarse y saltar a nuestro paso por los caminos. Insectos voladores si, pero
bastantes menos que en otras ocasiones, aunque siempre es recomendable no abrir
demasiado la boca.
Alguno me pregunta -¿no vamos en
dirección contraria?
Pero... es que es pronto, tenemos
ganas y la temperatura acompaña. He optado por guiar al grupo por recorrido
alternativo, dando rodeo para hacer que duren más estas sensaciones.
La mayoría con maillot de manga
corta, alguno incluso sin mangas, pero nuestra amiga Belén va equipada de
invierno, con mangas largas y pantalón ajustado a los tobillos. Me da agobio
verla, pero ella dice ir encantada. La naturaleza es extraña o a mi me sobran
calorías.
Movimiento raro de mi rueda
delantera. O he atropellado una rana o he pinchado y resulta ser esto último.
Parada en seco del grupo y manos a la obra, las de Juan, que con su maestría,
fuerza y técnica habitual deja la cámara pinchada a la vista sin necesidad de
“desmontables”.
Lo de las bombas es otro cantar,
cuesta dar con una que esté dispuesta a soplar sin quejarse. Sergio Carboneras
nos demuestra para que valen sus horas de entrenamiento en el gimnasio, le pega
a la bomba como nadie. El equipo de apoyo ha funcionado de maravilla.
La zona más dura, pero que nadie
elude, es cuando afrontamos ascenso por detrás de la antigua Casa Hilario hasta
alcanzar el Alto del León.
Cruzamos la Nacional VI
reagrupados y nos acercamos a disfrutar de las estupendas vistas que desde aquí
se contemplan. Multitud de luciérnagas bajo nuestros pies.
Es hora de dar buena cuenta de
los bocadillos que traemos. El Restaurante Alto del León acaba de cerrar sus
puertas. Alguno viene provisto hasta de lata de Coca-cola. Las risas casi
atragantan a más de uno.
Se nos ve satisfechos. No hemos
acabado esta ruta y ya estamos pensando en la próxima nocturna, recorrido,
fecha. Seguramente la semana próxima.
Y ahora toca el regreso, con
precaución sin prisas, en descenso, hacia Campanillas y la Casa del Baldío.
Algunos no acudieron a clase el día que se explicó el término “sin prisas”, no
pueden remediarlo.
Ya en San Rafael, despedida a los
que parten para La Estación.
Comprobamos que Las Farolas
acaban de cerrar. Las calles están desiertas... Cenicienta perdió su zapato de
cristal a esta hora.
¡Aleluya! El Bar Orly está
abierto y allí echamos amarras. Los espinariegos deciden partir en grupo, por
carretera, por la que no circula ni un vehículo.
Ronda de cervezas y son tan
amables de invitarnos a la segunda.
Cuando marcho para casa, todavía
hay compañeros que buscan una tercera ronda, aunque mañana hay que trabajar. La noche está de lujo.
Nuestros Notarios
Santi Calleja y Toño Montero dejan constancia de la ruta (unos 42 kms
para los espinariegos).
Lamento que las fotos no sean mejores. No suelo frecuentar
la noche.