La vertiente Segoviana
Cuando nos preguntábamos durante la semana que hacer el Domingo, no tengáis ninguna duda que esta de hoy siempre es una alternativa. La verdad que no sabíamos si el terreno estaba accesible, pero el compañero Fer encontró un rato para ver que la ruta era posible.
La convocatoria en
esta ocasión tuvo bajas de última hora, pero los irreductibles de esta ocasión
no fallaron: Andrés, Fer, Fernando y Santi.
En el punto de
partida en el paseo Rivera, nos presentamos Fernando y yo que desde El Espinar
habiendo madrugado un poco más hicimos el correspondiente calentamiento, para
encontrarnos con nuestros compañeros. Una vez nos pusimos al día tomamos camino
en dirección a la fuente del Avellano y desde allí casi sin pensarlo estábamos
ascendiendo por el GR 88, que en tantas y tantas ocasiones nos llevó hasta el
Collado Hornillo.
El primer percance
de la mañana lo encontró Andrés con una cala que no quiso salir a tiempo. La zona más técnica de la ascensión está muy deteriorada por las
intensas lluvias y esperemos que con el tiempo se recupere en parte. El descenso por la zona trialera un disfrute como siempre.
Segundo percance
del día Fernando encontró una vaya en su camino, sin duda donde no debía estar.
En un abrir y cerrar de ojos nos acercamos a la zona
del Camping de Valle Enmedio. El agua rebosa por todos lados y
los vados habituales nos cuesta mucho utilizarlos así que con imaginación
encontramos variantes. En un momento, sentados en la pantalla de la presa del
Toril, que como nos cuenta Fernando es la que provee de agua a los habitantes
del camping más abajo.
Visita fugaz de
nuestro compañero Galo que se he ha buscado compañía en ciclistas venidos de
tierras del norte (Sexmeros muchos de ellos por su indumentaria). Las veredas que
tenemos por delante las conocemos como si fuesen la palma de la mano y piedras,
raíces, arroyos y demás obstáculos no lo son suficientes para evitar que no
lleguemos hasta el collado de la Gargantilla. También es verdad
que el tercer percance de la mañana lo libre saltando por encima de mi
bicicleta en un blandón que se puso delante de mi rueda delantera.
Desde aquí las
piernas nos piden más y para qué dudar en iniciar el ascenso a Cueva Valiente. Cada uno a su ritmo fuimos atacando sus cuestas y sus caminos
pedregosos, pero es que a nosotros nos gustan estas cosas y los andarines con
los que nos cruzamos se sorprenden de que seamos capaces de subir por ahí. Pero así es y así lo demuestran las fotos de la cumbre, de su refugio y
de sus alrededores y sus magníficas vistas.
En esta ocasión
nos entretenemos en el ito del instituto nacional geográfico, en sus 1902 m de
altura. Nos dejamos caer por el camino a la
inversa y tomamos variante para rodear la zona de las Navas del Toril en busca
del collado Hornillo. El cuarto percance del día lo
sufrió Fer con unas ramas de pino que le sacudieron un poco el flequillo y una
de las cinchas de la mochila.
Sin importancia en
los cuatro casos. El descenso fue en esta ocasión no por el
Hornillo, si no que nos animamos a subir hasta el collado de la Mina y desde
allí hasta el de Lagasca. Las veredas y las sendas del cerro
Piñonero nos regalaron un descenso de vértigo. En pocos minutos estábamos
en San Rafael. Fernando y yo poco después en El Espinar.
La verdad es que
la mañana amenazaba lluvia y tan sólo tuvimos un leve nevisqueo en la zona de
la Gargantilla, pero ha sido uno de esos muchos días que quedarte en casa es
para luego arrepentirte. Nos gusta la bici está claro y ya
estamos pensando en la semana que viene.
Un abrazo para
todos y cuidaros mucho.